Internacional
Bolsonaro empieza a gobernar con expectativa sobre sus primeras medidas
2 de enero de 2019
El presidente Jair Bolsonaro reiteró el día de su asunción sus arengas contra la izquierda, pero a partir de este miércoles debe encender los motores para que los brasileños vean rápidamente cuáles son las medidas con las que pretende enderezar el país.
Bolsonaro, tanto ante el Congreso como ante la multitud congregada el martes frente al presidencial Palacio de Planalto, «habló para la platea, habló para los electores», sin mencionar las reformas económicas reclamadas por los inversores que le dieron su apoyo, dijo a la AFP Thiago Vidal, analista de la consultora Prospectiva.
Vidal, al igual que otros analistas, llamó la atención sobre el hecho de que nunca haya asomado la cuestión de la reforma del sistema de jubilaciones, que el presidente saliente Michel Temer no consiguió aprobar dadas las resistencias que provoca en las propias bancadas conservadoras.
El columnista Cristian Klein, del influyente diario Valor, fue en el mismo sentido: «En economía, [Bolsonaro] resaltó la necesidad de ‘confianza, libre mercado y eficiencia’ y de que las reglas y contratos sean respetados. Algo más vago, difícil», escribió.
El apoyo futuro de los mercados dependerá en particular de la posibilidad de que el ministro de Economía Paulo Guedes logre avanzar en su programa de saneamiento fiscal, privatizaciones y desburocratización, para dinamizar una economía que sale de dos años de recesión y de otros dos de débil crecimiento.
Este miércoles deben tomar posesión formal los 22 ministros del nuevo gobierno, en su mayoría con poca experiencia política. Entre ellos hay siete militares, aparte del vicepresidente, el general retirado Antonio Hamilton Mourao. El propio Bolsonaro es un excapitán del Ejército.
Una agenda de acción divulgada la semana pasada fija cuatro etapas a 10, 30, 60 y 90 días para la identificación y el encaminamiento de propuestas prioritarias, así como para la eventual revocación de decretos y leyes existentes.
Este martes, en la primera (y esperada) medida como presidente, Bolsonaro decretó subir el salario mínimo a los 998 reales (262 dólares), levemente por debajo de los 1006 reales proyectados por el gobierno de Temer.
La agenda también crea un «Consejo de gobierno» que se reunirá todos los martes, integrado Bolsonaro, sus ministros y Mourao, que es uno de los pocos miembros del equipo que multiplica declaraciones, a veces en sintonías diferentes de las de Bolsonaro.
El documento establece además reglas de conducta y prohíbe contratar familiares cercanos, para evitar que las sospechas de corruptelas y nepotismo que arruinaron la imagen de la mayoría de los políticos se propaguen.
Otro peso pesado del nuevo equipo, aparte de Guedes y Mourao, será precisamente el de Justicia, Sergio Moro, un emblema de la Operación Lava Jato, que llevó a la cárcel a decenas de políticos, incluyendo al expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva.
Diplomacia e ideología
Bolsonaro, apodado a menudo el «Donald Trump de los trópicos» por su afinidad política y de estilo con el mandatario estadounidense, recibirá este miércoles por la mañana al secretario de Estado, Mike Pompeo.
En sintonía con Estados Unidos, y agradando a las iglesias pentecostales que fueron otro de sus puntales de campaña, Bolsonaro prometió trasladar la embajada de Brasil en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, aunque hasta ahora no hay mayores precisiones al respecto. Esa decisión puede provocar represalias comerciales de los países árabes.
También declaró que pondría límites a las inversiones chinas, aunque China sea el principal socio comercial y uno de los principales inversiones estos últimos años en Brasil.
Todas esas cuestiones deberán esclarecerse más pronto que tarde, para despejar dudas sobre las intenciones del mandatario.
Bolsonaro y su ministro de Exteriores, Ernesto Araújo, denuncian la «ideologización» de los gobiernos del Partido de los Trabajadores entre 2003 y 2016, pero «también parecen cargados de ideología», apunta Thiago Vidal, de Prospectiva, para quien «no se trata de combatir ideologías, sino de sustituirlas» por intereses pragmáticos.
Arengas
En sus discursos del martes, Bolsonaro dijo que el 1 de enero de 2019 será recordado como «el día en que el pueblo empezó a liberarse del socialismo, a liberarse de la inversión de valores, del gigantismo estatal y de lo políticamente correcto».
Pidió ayuda de los congresistas para «restaurar y volver a erguir a nuestra patria, liberándola definitivamente del yugo de la corrupción, la criminalidad, la irresponsabilidad económica y la sumisión ideológica».
«Vamos a valorar la familia, respetar las religiones y nuestras tradiciones judeo-cristianas, combatir la ideología de género, conservando nuestros valores», proclamó.
Para el columnista Igor Glelow, de Folha de S.Paulo, «los discursos de Bolsonaro son una colección de tuits sazonados con mesianismo».
Cristian Klein, de Valor, resaltó que palabras como «desigualdad», «hambre» o «desarrollo» desaparecieron de los discursos de investidura, en tanto que abundaron las menciones y las denuncias a la «ideologización» de la vida social. AFP