Internacional
Bolsonaro lanza una delicada reforma de las jubilaciones, mayor apuesta de su mandato
20 de febrero de 2019
El presidente Jair Bolsonaro presenta este miércoles ante el Congreso el proyecto de reforma del sistema de jubilaciones, considerado vital para el equilibrio financiero de Brasil y para sustentar la credibilidad de su gobierno ultraconservador después de un caótico comienzo.
El arquitecto de esa reforma es el ministro de Economía, Paulo Guedes, un ultraliberal formado en la escuela de Chicago, y su apoyo a Bolsonaro le brindó al excapitán del Ejército un fuerte respaldo de los mercados.
El mandatario ultraderechista advirtió esta semana que, sin un nuevo régimen de jubilaciones, «Brasil quebrará en 2022 o 2023».
La advertencia puede parecer exagerada, pero incluso sectores de la oposición admiten que algún tipo de reforma es necesario en un país sin edad mínima para jubilarse (pues toma en cuenta principalmente los años de contribución) y en proceso de envejecimiento.
En 2018, un 9,2% de los 209 millones de brasileños tenía más de 65 años. En 2060, serán 25,5%, según proyecciones oficiales.
Bolsonaro entregará el proyecto al Congreso por la mañana y por la noche se dirigirá a la nación.
Los principales sindicatos llamaron a manifestarse contra el proyecto, en el que ven «el fin de la Previsión Social en Brasil».
Guedes se dijo en su momento favorable a la creación de un régimen de capitalización individual para las nuevas camadas de trabajadores, pero según trascendidos de prensa, esa medida no formará parte de este paquete.
Ansiedades
Hasta ahora, solo se sabe que la edad mínima para jubilarse será de 62 años para las mujeres y 65 para las hombres, con una transición de 12 años.
Se guardó en cambio con cuatro candados la información sobre la cantidad de años que será necesario trabajar para obtener una pensión parcial o total. Un borrador filtrado hablaba de fijarlo en 40 años.
«Uno de los problemas de Brasil (…), es que hay gente que se jubila con poco más de 50 años de edad y menos aún en ciertas categorías, como los policías y los profesores», apuntó el economista Marcel Balassiano, de la Fundación Getúlio Vargas (FGV).
La perspectiva de un endurecimiento de la jubilación llevó en los últimos años a muchas personas a pedir su retiro anticipado. Es lo que piensa hacer Silvia Oliveira, una secretaria de Rio de Janeiro, de 50 años.
«Yo ya he cotizado durante 30 años [el tiempo exigible para la jubilación de una mujer], pero no tengo la edad mínima que el gobierno quiere. Así que voy a ver si consigo jubilarme, porque tengo miedo de tener que trabajar doce años más», explica.
Otros recelos vienen del hecho de que los mayores esfuerzos se exijan a las categorías más afectadas por el desempleo, que difícilmente podrán cumplir con sus años de cotizaciones.
El portavoz del gobierno, Otávio Régo Barros, aseguró el viernes que se trata de «un proyecto de amplio espectro, donde todos estarán presentes, proporcionando su esfuerzo» para reducir los déficits y abrir «un futuro promisorio» para Brasil.
Para los mercados, un primer paso
Los gastos con los regímenes de jubilaciones representaron en 2017 un 13,64% del PIB brasileño y sin correcciones podrían llegar al 23% en 2060.
La tendencia marcada por el envejecimiento se vio acentuada por la recesión de 2014-2015 y el débil crecimiento: el déficit de las jubilaciones (sectores público y privado), que representaba en 2011 un 2,1% del PIB, llegó al 4,25% en 2018.
Guedes adelantó que pretendía ahorrar por lo menos un billón de reales en una década (unos 270.000 millones de dólares).
La consultora británica Capital Economics subrayó que los indicios apuntan a una reforma «ambiciosa que (…) estabilizaría la relación deuda pública-PIB» en torno a su nivel actual, cercano al 80%.
Pero advirtió que «históricamente» este tema ha generado mucho rechazo en el Congreso y que existe el riesgo de que el esfuerzo por sacar adelante esa reforma «sacíe el apetito» de acometer otros retos que devuelvan al país al crecimiento.
Viento a favor
Bolsonaro dispone en principio de una mayoría constituida por las bancadas de varios partidos para aprobar esta reforma constitucional, que requiere una mayoría de tres quintos de los escaños en la Cámara de Diputados (308 de un total de 513) como en el Senado (49 de 61).
El vicepresidente Hamilton Mourao dijo el martes que el gobierno cuenta por ahora con 250 votos en la Cámara y que requerirá de «60 o 70 para aprobar la propuesta».
Pero el impulso con el que el mandatario llegó al poder el 1 de enero se vio afectado por disensos y denuncias de corruptelas, que terminaron el lunes en la destitución de un importante ministro.
Y los brasileños recuerdan que la reforma impulsada por el presidente Michel Temer (2016-2018) quedó en la nada cuando su mayoría se vio debilitada por denuncias de corrupción contra el mandatario. AFP