Los delfines las persiguen dando saltos, las aves se lanzan al mar desde el cielo y los tiburones suben de sus profundidades. En el océano Índico, los voluminosos bancos de sardinas no dejan a nadie indiferente.
Durante el invierno austral, la costa oriental de Sudáfrica se convierte en el escenario de un espectacular acontecimiento natural: la «carrera de sardinas», una migración de millones de peces que dura varios meses y que alcanza su pico en julio.
Bajo el agua, es como una película de animación, en la que un ballet frenético se organiza y se prepara para el festín.
Cada familia de animales desempeña su papel en la caza, mientras que las sardinas, representadas por una interminable nube negra con reflejos plateados, tratan de huir y limitar la pérdida de efectivos.
«¿Los han visto? Son miles y miles de delfines. Siempre los vemos en la temporada de la ‘carrera de sardinas'», comenta Michelle Carpenter, bióloga marina estadounidense, a bordo de una zódiac.
Esta actividad estacional atrae a una multitud de personas curiosas que llegan de todo el mundo, aunque un poco menos de lo habitual debido a la pandemia de covid-19.