Washington, Estados Unidos | AFP | Es un simple escritorio de caoba, como los de los otros 99 senadores, pero éste encierra un poder secreto capaz de unir a demócratas y republicanos en un Congreso estadounidense profundamente dividido. Es el «escritorio de los dulces», donde hay golosinas desde hace más de medio siglo.
Listo para endulzar las largas sesiones nocturnas de debates y votaciones, e incluso los juicios de destitución, este tesoro está escondido en la última fila, en el lado republicano, junto a una de las puertas más concurridas.
La misión es crucial: el senador que la ocupa tiene que asegurarse de que su cajón siempre esté lleno. Especialmente durante semanas de intensas negociaciones como las que el Congreso acaba de llevar a cabo sobre los colosales planes de inversión de Joe Biden: la deuda estadounidense y el presupuesto.
«Puedo garantizarles que el escritorio de los dulces está actualmente, y seguirá estando, bien abastecido», dijo a la AFP su ocupante, el senador de Pensilvania Pat Toomey.
La tradición comenzó en 1968, cuando un republicano californiano, el actor y bailarín George Murphy, se instaló en ese escritorio.
Conocido por su afición a los dulces, invitaba a sus colegas a compartir su provisión de bombones, que guardaba en el cajón.