Internacional

El gobierno francés busca respuestas tras el caos y la guerrilla urbana en París

3 de diciembre de 2018

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El presidente francés, Emmanuel Macron, dirigió este domingo una reunión de urgencia del ejecutivo, un día después de una jornada de caos en toda Francia y violentas escenas en París, en plena escalada del conflicto de los «chalecos amarillos», convertido ahora en grave crisis política.

Recién llegado de Buenos Aires, donde participó en el G20, el mandatario francés se trasladó al Arco del Triunfo, en los Campos Elíseos, uno de los lugares donde se produjeron las protestas más violentas, para recogerse ante la llama al soldado desconocido y para constatar los daños. Durante esta visita, algunos «chalecos amarillos» lo abuchearon.

Después dirigió una reunión de urgencia con algunos de sus ministros clave para hallar una respuesta a un movimiento que parece escapar a cualquier control.

El sábado, cuando aún ardían automóviles en París, Macron declaró desde Buenos Aires que «no aceptará jamás la violencia», que «nada tiene que ver con la expresión de una legítima cólera» de los «chalecos amarillos», que globalmente protestan contra el precio de los carburantes y la pérdida de poder adquisitivo.

Violencia «sin precedente»

El Arco de Triunfo de París, emblemático monumento francés a los caídos, con la pintada «Los chalecos amarillos triunfarán». AFP / Geoffroy VAN DER HASSELT

La violencia en París fue de «una gravedad sin precedente», dijo el domingo el prefecto de policía Michel Delpuech.

En total, 412 personas fueron detenidas, «un nivel nunca alcanzado en las últimas décadas», agregó Delpuech en conferencia de prensa, y lamentó la «violencia extrema e inédita» contra las fuerzas del orden con «lanzamiento de martillos» y «bolas de acero».

Unas 136.000 personas participaron en el tercer sábado de protestas organizadas en el conjunto del territorio francés por los «chalecos amarillos», lo que representa un aumento en el número de manifestantes respecto a las protestas de la semana anterior, en las que participaron 106.000 personas, según cifras del gobierno francés.

Los disturbios, de una magnitud inédita en París, causaron 133 heridos —entre ellos 23 de las fuerzas de seguridad.

También se produjeron incidentes en el resto del territorio francés.

En el sur del país, en Toulouse, 57 personas resultaron heridas, entre las cuales había 48 agentes de policía, mientras que en Arles, el sábado por la noche falleció un motorista al golpearse con un camión durante un atasco originado por un bloqueo de los «chalecos amarillos». Se trata de la tercera muerte desde que empezaron estas protestas.

Este domingo, en una tribuna en el Journal du Dimanche, un grupo de diez «chalecos amarillos libres», portavoces de una «cólera constructiva» exhortaron a «salir de la crisis».

Las manifestaciones contra el gobierno francés, el 1 de diciembre de 2018 en París, provocaron 190 incendios. AFP / Abdulmonam EASSA

Tras condenar «cualquier tipo de violencia» se declararon dispuestos a un diálogo con el gobierno, aunque plantearon varias reclamaciones: un gran debate sobre la fiscalidad con la participación de los ciudadanos, la organización de «referendos regulares sobre las grandes orientaciones sociales del país» o una «conferencia social nacional»

Jacline Mouraud, figura de los «chalecos amarillos», una de iniciadoras del movimiento en las redes sociales, dijo a la AFP que «una condición previa a cualquier discusión» es la anulación del alza de las tasas a los combustibles.

«Lejos de la realidad»

De momento, la respuesta del gobierno francés ha sido de firmeza. «Los responsables de estos disturbios no quieren un cambio, no quieren ninguna mejora, quieren el caos. Serán identificados, y llevados ante la justicia», insistió Macron.

La oposición francesa y una parte de los «chalecos amarillos» —un movimiento sin estructura ni dirigentes— pide ante todo un «gesto» al gobierno, como aplazar o congelar el aumento de las tasas a los combustibles.

El presidente de Los Republicanos, Laurent Wauquiez (derecha), reiteró su petición de convocar un referéndum sobre la política ecológica y fiscal de Macron.

Marine Le Pen (extrema derecha) pidió ser recibida por Macron junto a otros jefes de partidos de oposición.

A la izquierda, Jean-Luc Mélenchon, jefe de la Francia Insumisa (izquierda radical) exhortó a restablecer el impuesto sobre la fortuna, y aplaudió la «insurrección ciudadana» que «hace temblar el mundo de Macron y el mundo del dinero».

Emmanuel Macron, que ha forjado parte de su capital político en su capacidad reformadora, no ha dejado de repetir que jamás retrocederá, contrariamente, según él, a sus predecesores.

Pero el nuevo delegado general de la República en Marcha (LREM, el partido de Macron), Stéphane Guérini, tiene un diagnóstico más severo: «Nos equivocamos porque hemos estado demasiado lejos de la realidad de los franceses», declaró al diario Le Parisien. AFP

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