Internacional

El ruido nocturno, la nueva táctica de los palestinos para expulsar a los colonos

24 de junio de 2021

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En una colina de Cisjordania los láseres verdes, los fuegos artificiales y los cánticos a todo volumen interrumpen la tranquilidad de la noche, una táctica de los habitantes de un pueblo palestino para tornar insoportable la vida de los colonos israelíes que viven enfrente y lograr que se marchen.

En Beita, cerca de Naplusa, al norte de Cisjordania, un territorio ocupado por Israel desde hace más de 50 años, las manifestaciones de los palestinos contra la colonia «salvaje» de Eviatar son constantes desde que en mayo se instalaron allí unas 50 familias israelíes.

En un mes, cuatro palestinos murieron en enfrentamientos con el ejército israelí al margen de estas protestas y 300 resultaron heridos, según la Media Luna Roja palestina.

La mayoría de las concentraciones diurnas tuvieron lugar los viernes, día de descanso semanal, como ocurría en el resto de Cisjordania, donde también se protestaba contra las colonias israelíes, ilegales según el derecho internacional.

Pero desde hace unos días, los palestinos de Beita (17.000 habitantes), a menudo jóvenes, se reúnen desde el atardecer hasta la madrugada para perturbar el sueño de los colonos.

Cuando el sol empieza a envolver las colinas en una luz rosada, queman decenas de neumáticos. El cielo se vuelve negro y el aire, irrespirable.

Luego, al anochecer, encienden pequeñas hogueras y antorchas. Algunos apuntan rayos láser verdes hacia la colonia y otros disparan fuegos artificiales. Y hasta el amanecer, cantan y gritan que esta tierra es suya.

«Cuando instalaron sus caravanas al pie de la colina, pensamos que se quedarían uno o dos días», dice Raad, un palestino con espesa barba negra. Pero en menos de 48 horas, «instalaron más de 20 casas móviles, lo que significa que piensan quedarse».

Este joven, que prefiere no dar su apellido, dice que seguirá luchando hasta que se vayan. «Estas caravanas no se quedarán en nuestra tierra».

«Esto no puede continuar»

Unas 475.000 personas residen en colonias israelíes en Cisjordania, donde viven más de 2,8 millones de palestinos. Las tensiones y la violencia son constantes.

Pese a que todas son ilegales para el derecho internacional, dentro de Israel las colonias se dividen en dos: las aprobadas por Israel y las que no lo están. Estas últimas, llamadas «salvajes» o ilegales, suelen ser caravanas y precarias casas, situadas en laderas como la de Eviatar, que lleva el nombre de un actor y colono apuñalado por un palestino cerca de Beita en 2013.

Un pequeño número de israelíes se trasladó allí después de que un palestino matara a un joven colono en mayo en esta zona.

El ministro de Defensa, Benny Gantz, ordenó su evacuación, pero la decisión fue congelada por el entonces primer ministro Benjamin Netanyahu.

El nuevo gobierno, dirigido por el líder de la derecha radical Naftali Bennett, que en su día dirigió una organización de colonos, debe ahora tomar una delicada decisión.

El mantenimiento de la colonia debilita la «posibilidad de una paz futura» entre palestinos e israelíes, según la organización anticolonización israelí Paz Ahora.

«Estamos viviendo en una nube de humo cancerígeno (…) Esto no puede continuar», tuiteó un colono de Eviatar, Tsvi Succot. «Se habla de expulsarnos, de destruir nuestra comunidad. Es su pueblo [el de los palestinos] el que debe ser destruido», añadió.

«Guardianes de la montaña»

«Se irán», asegura Ghaleb Abu Zeitun, un palestino de 77 años, mientras contempla el humo que sale de los neumáticos quemados.

«Esta acción pacífica les obligará a marcharse, es mejor que un enfrentamiento físico porque así no perdemos a nuestros jóvenes», añade este hombre que lleva una kufiya o pañuelo típico palestino de color blanco.

«Tenemos armas, podríamos usarlas», pero «lo mejor de esta forma de resistencia es que no se lleva a cabo en nombre de una facción palestina, sino por los propios residentes», dice un joven manifestante, con la cara tapada y la ropa cubierta de hollín.

«¡Seguiremos haciéndolo hasta que el humo llegue a sus dormitorios!», dijo, empujando un neumático hacia el fuego.

La mayoría de los manifestantes, algunos con camisetas con las palabras «Guardianes de la Montaña» impresas en la espalda, ocultan sus rostros para no ser identificados por los soldados israelíes, que han detenido a cinco manifestantes en los últimos días.

Y cuando los manifestantes se acercan demasiado a la colonia, el ejército desplegado a su alrededor dispara gases lacrimógenos.

Cuando comienza a amanecer todo el mundo se va a casa, hasta la noche siguiente.

AFP-

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