En el verde jardín de un café de Jartum, una decena de jóvenes tienen los ojos clavados en sus teléfonos. Es un pequeño oasis donde pueden conectarse, ahora que las autoridades militares han bloqueado internet desde hace dos semanas.
«Es como si hubieras retrocedido. Estamos cortados de todo», deploró Mohamed Omar, 25 años sentado alrededor de una mesa con amigos.
«Internet nos permite saber lo que pasa aquí y en el extranjero», dice Mohamed Omar.
El acceso a internet y sobre todo a la 4G de los teléfonos portátiles está bloqueada desde la sangrienta dispersión de la sentada opositora frente a la sede del ejército en Jartum el 3 de junio pasado.
Desde el comienzo de las manifestaciones en diciembre que provocaron la destitución del presidente sudanés Omar al Bashir, la oposición logró movilizar gracias a las redes sociales.
«Cortaron internet para que la gente no pueda comunicarse, para impedir que se reúna», dice Mohamed, que participó en todas las manifestaciones.
La falta de internet también perturba la vida cotidiana ya que es difícil conseguir un taxi a través de las aplicaciones o a comunicar con sus familiares en el exterior.
– Comunicados «con o sin internet» –
Alrededor de la mesa de madera, varios jóvenes escriben en los teléfonos o navegan en internet a través de las computadoras portátiles.
Por una hora de internet, pagan 50 libras sudanesas, el equivalente de un dólar.
En un centro comercial de la capital, las escasas tiendas de telefonía móvil o cibercafés están repletos de gente.
«Cortar internet es uno de los medios utilizados por el Consejo Militar para separar la protesta del pueblo», dijo en una conferencia de prensa uno de los líderes del movimiento, Mohammed Naji al-Assam.
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El Consejo Militar justificó el bloque de internet por razones de seguridad nacional.
«Con respecto a las redes sociales, en este momento vemos una amenaza para la seguridad del país y no autorizaremos eso», afirmó el portavoz del Consejo Militar.
El miércoles, las fuerzas de seguridad impidieron una conferencia de prensa sobre ese tema.
El corte también afecta a las empresas y los servicios comerciales.
Kamal, empleado de una agencia de viajes que colabora con las embajadas y la ONU, explica que su oficina en Jartum funcionaba principalmente a través de llamadas y SMS, respaldadas por las filiales en el exterior.
«Nuestros clientes no llaman, llamamos a la oficina de Nairobi que reserva el billete de avión y envía el número por SMS», explica Kamal, 27 años.
Las agencias sudanesas estuvieron cerradas para participar en el movimiento de desobediencia civil, muy acatado en los tres primeros días.
Hoiam participó en el movimiento pero luego reabrió su agencia. Tiene acceso a internet pero la conexión es muy mala. Necesitó dos días para reservar seis pasajes.
«Antes reservábamos hasta siete pasajes por día, pero ahora solo uno o dos cada cuatro días», se lamenta.
Los militares bloquearon internet para «frenar la revolución», pero «con o sin internet la gente se sigue comunicando», afirma convencida.
AFP