Internacional
Francisco partió rumbo a Panamá en plena ola migratoria en América Latina
23 de enero de 2019
El papa Francisco partió de Roma este miércoles rumbo a Panamá, donde lo esperan unos 200.000 jóvenes católicos de 155 países para una nueva edición de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebra en un contexto de migración de masas en varios países latinoamericanos.
Para Francisco, primer papa latinoamericano de la historia, este encuentro con la juventud es un paréntesis en medio del torrente de escándalos de abusos sexuales que sacuden la Iglesia.
Antes de montar a bordo del avión el miércoles por la mañana, el soberano pontífice argentino se reunió con ocho jóvenes refugiados, casi un ritual antes de salir de Roma.
El tema de los migrantes también fue abordado en el avión con los periodistas. «Es el miedo lo que nos vuelve locos», comentó, respondiendo a un periodista que calificó de «locura» la construcción del muro entre México y Estados Unidos.
El infatigable pontífice de 82 años anunció igualmente que viajaría en noviembre a Japón, país adonde habría deseado ir como misionero durante su juventud.
Miles de peregrinos, cubiertos de banderas, invadieron Ciudad de Panamá y esperan la llegada del papa cantando y haciéndose selfis a orillas del océano Pacífico.
Francisco debe llegar al aeropuerto internacional de Tocumen el miércoles a las 16H30 locales (21H30 GMT).
Su viaje coincide con la mayor ola migratoria jamás registrada en Latinoamérica: hondureños, salvadoreños y venezolanos traspasan fronteras a diario en busca de oportunidades para huir de gobiernos o de la violencia de pandillas.
«Los lanzan a cifrar sus esperanzas en otros países, exponiéndoles al narcotráfico, la trata humana, la delincuencia y tantos otros males», dijo el martes el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, en una misa previa a la llegada del papa.
Por eso, «anhelamos» que esta visita «sea un bálsamo para la difícil situación con la que conviven» muchos jóvenes, expresó Ulloa ante la multitud en el Campo Santa María la Antigua del paseo marítimo de Ciudad de Panamá.
El papa tratará temas de la región como la pobreza, la corrupción y la emigración.
Amargo recuerdo
El mensaje de alivio no será exclusivamente para los jóvenes, sino también para la propia Iglesia.
Francisco regresa a Latinoamérica un año después de su visita a Chile, ensombrecida por protestas y escándalos de abusos sexuales de curas a menores y su encubrimiento por la cúpula eclesiástica.
El tema «genera mucha atención en la Iglesia», recalcó el director de prensa del Vaticano, Alessandro Gisotti, aunque aseguró que el papa «no tiene programado un encuentro con víctimas» de abusos en el istmo.
El pontífice es esperado por unos 200.000 jóvenes de unos 150 países, en el llamado ‘Woodstock’ de los católicos.
Muchos le recibirán en un recorrido de 29 kilómetros en automóvil entre el aeropuerto y la nunciatura apostólica, donde se alojará.
«Nos habla a nosotros, los jóvenes (…), retándonos a ser mejores», comenta a la AFP James Murphy, de 23 años, quien viajó desde la isla polinesia de Tonga.
«Cambiar el mundo»
El papa, quien permanecerá hasta el domingo, visitará un centro de detención juvenil y tiene previsto un encuentro con enfermos de sida en un centro de asistencia.
Asimismo, prevé reunir a unos 70 obispos de Centroamérica. «El papa quiere llevar consuelo y esperanza donde hay dolor y sufrimiento», recalcó Gisotti.
A los jóvenes los exhortará a «cambiar el mundo», según adelantó el propio pontífice en un video que difundió pocas semanas antes.
Al menos siete presidentes acudirían el domingo a la última misa del papa en la JMJ: Jimmy Morales (Guatemala), Juan Orlando Hernández (Honduras), Salvador Sánchez Cerén (El Salvador), Carlos Alvarado (Costa Rica), Iván Duque (Colombia) y Marcelo Rebelo de Sousa (Portugal), además del anfitrión Juan Carlos Varela.
Sobresalen las ausencias de los mandatarios de Nicaragua, Daniel Ortega, y Venezuela, Nicolás Maduro, con los que la Iglesia católica mantiene tensas relaciones.
Según fuentes religiosas, más de 5.000 peregrinos viajan de Nicaragua a Panamá, mientras la jerarquía de la Iglesia local sigue tratando de mediar sin éxito entre el gobierno y la oposición.
Contra la xenofobia
La misa final se realizará en las afueras de la capital panameña, donde se ha levantado una gigantesca tarima para que a lo largo de casi tres kilómetros los asistentes puedan seguir la intervención del pontífice.
Un gigantesco mural contra la xenofobia y el racismo, en forma de vitral, decorará el altar.
Unos 470 cubanos, un récord, asistirán al encuentro, así como jóvenes franceses y polacos, quienes llegaron en veleros fletados para la ocasión.
La gran «fiesta» de la juventud católica latinoamericana costará 54 millones de dólares, en parte aportados por patrocinadores y donantes. El gobierno asegura, por otra parte, que tendrá un impacto directo de 388 millones de dólares sobre la economía. AFP