Los candidatos al Parlamento en Cuba han desplegado una campaña poco común para la votación del domingo, en este país comunista desacostumbrado al proselitismo electoral y donde el abstencionismo ha crecido en los últimos años.
Los 470 aspirantes, la mayoría miembros del Partido Comunista de Cuba (PCC), el único partido del país, serán sometidos a una ratificación de los electores cubanos, para un igual número de lugares en la Asamblea Nacional del Poder Popular.
«La campaña se ha intensificado porque el gobierno tiene menos razones para confiarse», ante la «estampida» de más de 300.000 cubanos que emigraron en 2022 y el abstencionismo en comicios recientes, dijo a AFP el analista político Arturo López-Levy.
En Cuba, un país de 11,1 millones de habitantes donde el voto es voluntario, la participación ha caído a sus niveles más bajos desde la entrada en vigor del actual sistema electoral en 1976.
En las elecciones municipales de noviembre la abstención fue de 68,5%, menor a la de los referendos por el Código de las Familias (74,12%), en septiembre, y por la Constitución (90,15%), en 2019.
Desde hace semanas, los candidatos acuden a sus distritos para escuchar demandas de los electores, en encuentros ampliamente difundidos por la televisión estatal, que repite el eslogan «Mejor es Posible». La etiqueta #YoVotoXTodos aparece en la pantalla durante los noticieros.
El presidente Miguel Díaz-Canel, también diputado y candidato a la próxima legislatura, viajó en las últimas semanas más de una docena de veces a su natal Santa Clara, una ciudad a 280 km de La Habana, para movilizar a los votantes.
La votación del domingo es un paso previo para la elección presidencial, cuyo candidato surgirá de la nueva asamblea y será elegido en una votación entre los mismos diputados.
Díaz-Canel, de 62 años, el primero en tomar las riendas del país después de los mandatos de Fidel Castro y su hermano Raúl, podría ser reelegido para gobernar cinco años más.
La ley electoral cubana indica que se «excluye todo tipo de propaganda electoral individual».
Pero para Manuel Cuesta Morúa, integrante del grupo opositor Consejo para la Transición Democrática en Cuba, el gobierno se ha visto obligado a hacer campaña «como se hace en cualquier lugar del mundo».
«La realidad política desborda la realidad institucional y la realidad legal, y obliga al gobierno a hacer una campaña porque se da cuenta del divorcio creciente que hay entre su discurso, su gestión del país (…) y por donde quiere ir la sociedad cubana», señala este politólogo que llama a la abstención.