La irritación de Rabat no ha dejado de aumentar desde la llegada a España el mes pasado para ser hospitalizado por covid-19 de Brahim Ghali, jefe del Frente Polisario, el movimiento independentista del Sáhara Occidental respaldado por Argelia.
Si bien la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, ha reiterado que España aceptó albergarlo por razones «estrictamente humanitarias», Rabat mostró a Madrid su «exasperación» y demandó explicaciones.
Enemigo jurado de Rabat, el Polisario reivindica la independencia del Sáhara Occidental, una colonia española hasta 1975 y que Marruecos considera como parte integral de su territorio.
Decisión «hostil»
La cuestión saharuai está en la espina dorsal de la diplomacia marroquí, y es el prisma a través del cual ve sus relaciones con otros países.
La llegada de Ghali en secreto a España, cuyo gobierno recién la confirmó luego de que la prensa informara de ella, fue recibida por Marruecos como «una decisión muy hostil», estimó a la AFP Irene Fernández Molina, profesora de Relaciones Internacionales en la británica Universidad de Exeter. Fue «el disparador» de la crisis, indicó.
«Durante las pasadas semanas autoridades marroquíes amenazaron de forma bastante abierta con que podrían usar la carta del control de la emigración si España no reconsideraba su decisión de albergar a Brahim Ghali», apuntó.
Un flujo de migrantes como el que llegó a Ceuta desde la vecina Marruecos no es posible sin que Rabat mire hacia otro lado.
«No es una casualidad», miles de personas «no entran así de forma espontánea», señaló Isaías Barreñada, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid. «Es una medida de presión claramente a España», acotó.
«Cuando hay buena relación, las fronteras se controlan; cuando la relación se tensa, se utiliza la carta migratoria para ejercer presión sobre España. Es una constante. Lo hemos vivido desde hace décadas», coincidió Eduard Soler, experto en el norte de África en el centro de análisis CIDOB en Barcelona.
Una «carta migratoria» que los españoles creían ver jugada sobre todo en Canarias, archipiélago español en el Atlántico frente a las costas de Marruecos que desde fines de 2019 ha recibido una oleada migratoria, sobre todo desde el Sáhara Occidental. Ahora la amenaza se materializó en el norte de Marruecos, en las costas del Mediterráneo.
«Golpe de efecto»
De todas maneras, para Irene Fernández Molina la presencia de Ghali no es más que un «pretexto» y el objetivo de Rabat va más allá.
Desde su punto de vista, la crisis tiene su origen en la decisión de Estados Unidos de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental en diciembre pasado, con Donald Trump todavía en la Casa Blanca.
Desde entonces, Marruecos «ha puesto fuerte presión sobre países como España y Francia para que cambien su posición». Pero España ha mantenido su postura neutral.
Para intentar forzar la mano de España, Rabat tiene «una carta muy poderosa que es el control migratorio«, dijo Fernández Molina. Sin la colaboración marroquí, la posibilidad de frenar la inmigración irregular es muy lejana.
La crisis migratoria en Ceuta es un «golpe de efecto», señaló Isaías Barreñada, para quien Rabat envió un «mensaje fuerte»: «Sin la colaboración de Marruecos en el control migratorio, España tiene un problema, por lo tanto, España debe prestar atención a las demandas de Marruecos».
AFP-