En una reciente transmisión en vivo a través de Facebook desde su casa en Rio de Janeiro, el ultraderechista Jair Bolsonaro reconoció que las redes sociales tienen mucho que ver con su liderazgo en los sondeos presidenciales en Brasil.
«Si nos perdemos esto (las redes sociales), se acabó», expresó. «Si no tuviéramos esto, puedes estar seguro de que el partido se estaría jugando entre el PT (izquierda) y el PSDB (centroderecha)», agregó en referencia a los dos partidos que han dominado las batallas electorales del último cuarto de siglo.
Este controvertido exmilitar de 63 años, que se lanzó a la presidencia con un partido minúsculo y sin poder, está logrando lo que parecía imposible en Brasil: liderar los sondeos, con casi un tercio de intención de voto, pese a contar con sólo ocho segundos de propaganda televisiva gratuita tres veces por semana.
Hasta ahora el arma central de las campañas eran los anuncios del llamado «tiempo de televisión», distribuido en función del tamaño de los partidos y las coaliciones. Cuatro de las últimas elecciones presidenciales las ganó el candidato con mayor tiempo de propaganda.
Pero en esta campaña, las redes sociales como Facebook, Whatsapp, Twitter o Instagram, que tienen en Brasil un mercado de más de 100 millones de usuarios, lograron quebrar la hegemonía de la pantalla chica.
«Las redes sociales tuvieron mucho más influencia en la campaña presidencial que los programas electorales (de televisión)», explica a la AFP Caio Túlio Costa, cofundador de Torabit, una plataforma de monitoreo digital.
«Los candidatos con más tiempo (de propaganda), como (el centroderechista Geraldo Alckmin y [el exministro de Hacienda Henrique] Meirelles tienen un pésimo desempeño en las encuestas», explicó.
Otros analistas sugieren que la campaña en la pantalla chica sigue teniendo peso y explica en parte el meteórico ascenso en las encuestas de Fernando Haddad, quien el 11 de septiembre reemplazó al encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva como candidato del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), que dispone del segundo mayor tiempo de propaganda televisiva.
«A Haddad le sirvió mucho la televisión para que la población tomase conocimiento de que él era el candidato de Lula», dijo a la AFP el analista político Michael Mohallem, de la Fundación Getúlio Vargas.
– Desde el hospital –
Consciente de su inferioridad de condiciones «televisivas», Bolsonaro no tuvo otro remedio que apostarlo todo a las redes sociales, sobre todo después de que la puñalada recibida el 6 de septiembre le dejara tres semanas hospitalizado, fuera de la campaña callejera y sin posibilidad de asistir a los debates.
El excapitán del Ejército anunció que no participaría en el último debate, organizado este jueves por la cadena Globo. Su rival centroizquierdista Ciro Gomes lo acusó de haber obtenido un «certificado médico falso», para evitar una exposición que se le hace innecesaria y que compensa ampliamente con su predominio en redes sociales.
«Bolsonaro es el que tiene mejor desempeño en las redes. Un pequeño ejemplo: un pico de 1,2 millones de ‘me gusta’ en Facebook en el último mes (exactamente al 1 de octubre)», explica Costa.
Según una encuesta de Datafolha divulgada el martes, los electores de Bolsonaro tienen el índice más alto de usuarios de alguna red social (81%, contra el 59% de Haddad).
Y también son los que más usan Whatsapp y Facebook para leer y compartir noticias. Entre Facebook, Twitter e Instagram, Bolsonaro tiene más de 12 millones de seguidores.
– Guerra de ‘fake news’ –
Pese a los esfuerzos hechos por las propias plataformas, las autoridades brasileñas y los medios de comunicación para combatir la desinformación, nadie ha podido evitar que las redes sigan siendo un canal propicio para las noticias falsas y la confusión.
Especialmente en estas elecciones, las más polarizadas de la historia reciente de Brasil, celebradas en un contexto de profunda desconfianza hacia los políticos tras años de escándalos de corrupción, de crítica situación económica y de elevados niveles de violencia en las calles.
Tanto Bolsonaro como Haddad lograron reunir poderosos ejércitos de militantes digitales que viralizan cuanto contenido convenga a sus candidatos.
Y ambos se acusan mutuamente de estar detrás de las noticias falsas generadas y difundidas a base de «bots» (cuentas automatizadas), usados para esparcir contenidos e inflar seguidores.
El martes, Haddad denunció un «juego bajo», apuntó a Bolsonaro como sospechoso y anunció un número de teléfono para recibir denuncias.
Los analistas advierten de que esta pelea se volverá más encarnizada en caso de segunda vuelta, donde Bolsonaro dispondría además del mismo tiempo de propaganda televisiva que Haddad. AFP