Kim Jong Un y Moon Jae-in visitaron este jueves el Monte Paektu, símbolo de la nación coreana, una demostración de unidad tras el nuevo espaldarazo que ha supuesto la cumbre intercoreana a las negociaciones entre Pyongyang y Washington.
El dirigente norcoreano aceptó el miércoles cerrar la zona de pruebas de misiles de disparos de Tongchang-ri, en presencia de expertos internacionales. Estados Unidos aplaudió el anuncio, afirmando estar dispuesto a dialogar inmediatamente para desnuclearizar Corea del Norte en un plazo de tres años.
Pyongyang también mencionó el cierre de su complejo nuclear de Yongbyon si Washington toma «las medidas correspondientes».
El presidente estadounidense, Donald Trump, alabó los «progresos extraordinarios». Su secretario de Estado, Mike Pompeo, explicó que había hablado con su homólogo norcoreano, Ri Yong Ho, y que lo había invitado a reunirse con él al margen de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, la próxima semana.
Mencionando «compromisos importantes» por parte del régimen norcoreano, Pompeo indicó que Washington estaba dispuesto a relanzar «inmediatamente las negociaciones» para alcanzar la desnuclearización de Corea del Norte antes de enero de 2021, cuando termine el mandato de Donald Trump.
Las discusiones estaban en punto muerto desde la cumbre histórica del 12 de junio en Singapur, entre Kim y Trump, cuando el norcoreano reiteró el compromiso de su país en aras de la desnuclearización de la península.
Desde entonces, Washington y Pyongyang se dedicaron a atacarse mutuamente sobre el sentido de esas palabras.
Estados Unidos reiteraba la necesidad de desnuclearizar Corea del Norte, y Pyongyang denunció los métodos de «gánster» de los estadounidenses, a quienes acusó de querer obtener su desarme unilateral sin hacer concesiones y sin aliviar la presión ni las sanciones.
Los especialistas manifestaron sus dudas acerca de los últimos anuncios, subrayando que Pyongyang ya dijo en otras ocasiones que no necesitaba realizar más ensayos.
Por otro lado, tanto para Seúl como para Pyongyang era importante estrechar lazos: para Kim, para que su país pueda aprovechar el poderío económico del Sur, y para Moon, para alejar de la península el fantasma de un devastador conflicto intercoreano.
El dirigente norcoreano visitará Seúl. Esta visita, que podría producirse este año, sería la primera de un dirigente norcoreano a la capital surcoreana desde que terminó la guerra de 1950-1953 por un armisticio y no por un tratado de paz.
Ambos dirigentes expresaron su voluntad de presentar una candidatura común para la organización de los Juegos Olímpicos de 2032. Además, prometieron organizar regularmente reuniones de familias divididas por la guerra y mejorar la conexión de sus redes ferroviarias y de carreteras.
Montaña sagrada
Las imágenes televisivas mostraron el convoy del presidente surcoreano por las calles de la capital. En las aceras, la gente, vestida con sus mejores atuendos, agitaba banderas y ramos de flores reclamando la «unificación de la madre patria».
Durante un espectáculo de danza, Moon subrayó que los coreanos vivieron juntos durante 5.000 años, un mensaje inédito por parte de un dirigente surcoreano.
«Propongo que avancemos hacia el objetivo último de la paz que haría que los últimos 70 años de hostilidad sean erradicados y que sólo seamos uno», declaró a la multitud.
Este jueves, Moon y Kim, acompañados por sus esposas, visitaron el monte Paektu, en la frontera con China, indicó Seúl.
La montaña, de 2.744 metros de altura, está considerada sagrada por todos los coreanos. Según la leyenda, en ella nació Dangun, el fundador del reino coreano.
Según las biografías oficiales norcoreanas, fue en esta montaña donde Kim Il Sung, fundador de Corea del Norte y abuelo de Kim Jong Un, dirigió la resistencia contra el colonizador japonés, que gobernó la península entre 1910 y 1945. La excursión concluye tres días de cumbre. AFP