Internacional

Mauricio aprovecha todo de la caña de azúcar, incluso para electricidad

10 de diciembre de 2018

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Mauricio, una isla aislada en el océano Índico y que solo puede contar consigo misma para su electricidad, busca disminuir su dependencia de las energías fósiles desarrollando las renovables, especialmente gracias a su principal cultivo, la caña de azúcar.

Desde hace unos 15 años, el bagazo, el residuo fibroso resultante de triturar la caña de azúcar, se emplea para producir electricidad y cubre el 14% de las necesidades de la isla.

En total, 22% de la energía producida en Mauricio es renovable, contando también la solar, la eólica y la hidroeléctrica.

«El objetivo del gobierno es aumentar la proporción de energía renovable en el mix energético hasta 35% para 2025», explica el primer ministro adjunto y ministro de Energía, Ivan Collendavelloo.

«El 35% no está muy lejos. Tendremos 11 parques solares para el año que viene y al menos dos parques eólicos […] Los productores independientes de la industria azucarera seguirán proporcionando la mayor parte de la electricidad renovable a partir del bagazo», añade.

La isla de Mauricio dispone de un sistema muy particular para su producción de energía: 60% de las necesidades de electricidad de la isla las producen cuatro empresas azucareras, que hacen funcionar sendas centrales térmicas.

Estas cuatro centrales suelen funcionar con carbón, pero cuando llega la temporada de la caña, el bagazo lo sustituye como combustible.

«Disponible las 24 horas»

A finales de noviembre, la cosecha estaba a pleno rendimiento en los campos que rodean a la empresa Omnicane, en el sur de la isla.

Durante el periodo de cosecha, cada día llegan a 8.500 toneladas de caña de azúcar a un almacén del lugar, sumando 900.000 toneladas de caña al año.

Un trabajador que supervisa el proceso de molienda de la caña de azúcar en la fábrica de azúcar Omnicane Savannah, en l’Escalier, Mauricio, el 22 de noviembre de 2018. LA SENTINELLE/AFP / Beekash Roopun

Los tallos de las cañas se trituran para extraer el jugo que servirá para producir el azúcar, en tanto que el bagazo se lava para extraer el máximo de líquido azucarado y después se calienta para reducir la humedad.

Entonces es enviado para alimentar una central térmica, donde arderá a más de 500ºC, una combustión que permite a las turbinas producir electricidad, de la que gran parte se dirige a la red nacional (el resto es para la empresa).

«La electricidad está disponible las 24 horas del día bajo demanda, sin tener que esperar el viento o el sol, ya que el bagazo puede almacenarse al igual que el aceite pesado o el carbón», celebra Jacques D’Unienville, director general de Omnicane.

El CO2 que se produce durante la combustión del bagazo se recupera «para la producción de gas carbónico destinado a las empresas de bebidas gaseosas».

Sistema amenazado

Pero este sistema de producción podría llegar pronto a sus límites, ya que la filial azucarera mauriciana se enfrenta a una dura competencia internacional, sobre todo desde que en 2017 se acabaron las cuotas europeas al azúcar.

La fábrica de azúcar Omnicane Savannah, en l’Escalier, Mauricio, el 22 de noviembre de 2018. LA SENTINELLE/AFP / Beekash Roopun

«La abolición de las cuotas relativas al azúcar de remolacha desde el 1 de octubre de 2017, así como la sobreproducción en Tailandia, Brasil e India, conllevaron una drástica reducción del precio del azúcar en el mercado internacional y suponen un golpe fatal a la industria azucarera local», señala alarmada Jacqueline Sauzier, secretaria general de la Cámara de Agricultura de Mauricio.

La caída de los precios mundiales del azúcar conllevó una retirada de muchos pequeños productores en Mauricio, cuya caña alimentaba a los grandes actores del azúcar.

«El número de pequeños cultivadores pasó de 26.000 en 2010 a 13.000 en 2018. Una drástica disminución del 50% en ocho años», reconoce el ministro mauriciano de Agroindustria, Mahen Kumar Seeruttun.

La cuestión ahora es saber si Mauricio producirá suficiente caña de azúcar para aumentar sensiblemente la proporción de electricidad procedente del bagazo en su producción nacional.

«Mauricio es una pequeña isla vulnerable. No tenemos la capacidad de Tailandia, Brasil o India, pero somos un productor eficiente porque valorizamos toda la cadena de producción azucarera», señala D’Unienville.

«Necesitamos accesos protegidos en los mercados preferenciales. Los pequeños países deberían tener cuotas prioritarias, ya que somos muy vulnerables», reclama. AFP

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