(AFP) Casi 4.000 personas han llegado al municipio fronterizo de Arauquita (noreste), la mayoría venezolanos, entre el domingo y el jueves, según la Defensoría de Pueblo (Ombudsman). Niños, ancianos, mujeres embarazadas y jóvenes duermen apiñados en carpas improvisadas en coliseos, en pleno ascenso de los contagios del coronavirus.
Para el presidente Nicolás Maduro, los choques que se registran en La Victoria, estado Apure, corresponden a una ofensiva de sus tropas contra un «grupo irregular» colombiano.
«Anoche intentaron atacar un puesto fronterizo y fueron neutralizados varios terroristas», escribió el jueves en Twitter Remigio Ceballos, comandante operacional de la Fuerza Armada venezolana. En este momento «continúan las operaciones de búsqueda y ataque», agregó.
Hasta el domingo, último balance disponible, los enfrentamientos dejaban al menos tres muertos, 14 heridos y 32 capturados.
Para el representante del líder opositor venezolano Juan Guaidó en Colombia, Tomás Guanipa, la violencia es consecuencia de un ataque ordenado por Maduro contra un ala de guerrilleros que se apartó del acuerdo de paz firmado con las FARC en 2016 y que es enemiga de otra facción, supuestamente apoyada por el chavismo.
El ministro de Defensa colombiano, Diego Molano, coincide con esa versión, según un audio enviado a la AFP.
«Lo fundamental es que el régimen de Venezuela tiene que tomar una decisión de combatir todas aquellas organizaciones como el ELN (Ejército de Liberación Nacional), las disidencias de las FARC (…) que tienen presencia en esas zonas y desarrollan actividades de narcotráfico», aseguró.
Bogotá acusa a Maduro de proteger en su territorio a estos grupos armados. Caracas niega los señalamientos y responsabiliza a Colombia de la violencia por abandonar la frontera.
Del otro lado de la frontera, los combates se mantienen y los habitantes siguen escapando, según fuentes oficiales de Colombia consultadas por la AFP este viernes.
Un bombardeo
Era la primera vez que Calixto Velasco veía bombarderos. De repente quedó en medio de los combates que libran militares venezolanos y un grupo colombiano en Venezuela. Atemorizado, buscó refugio en Colombia, un país que durante décadas vio partir a sus ciudadanos por la violencia.
«Mucha gente que tiene años allí dice que nunca había visto eso», dice a la AFP el herrero de 37 años. Huyó del municipio venezolano de Páez, Apure (este), donde estallaron los enfrentamientos el fin de semana. Su esposa e hijos, de 6 y 12 años, lo acompañan.
Los soldados venezolanos, asegura, «se llevaron muchas personas trabajadoras» en medio de una ofensiva contra supuestos rebeldes colombianos.
«Y como los aviones bombarderos daban vueltas y vueltas (…), entonces nos decidimos para venir acá», relata el hombre que cruzó en canoa el río limítrofe de Arauca.
Casi 4.000 personas han llegado al municipio fronterizo de Arauquita (noreste), la mayoría venezolanos, entre el domingo y el jueves, según la Defensoría de Pueblo (Ombudsman). Niños, ancianos, mujeres embarazadas y jóvenes duermen apiñados en carpas improvisadas en coliseos, en pleno ascenso de los contagios del coronavirus.
Castigados por más de medio siglo de conflicto armado, los pobladores colombianos ven con asombro la llegada de desplazados por la violencia.
Aunque agradece la acogida, Velasco pide garantías para volver a Venezuela, pues teme que saqueen su casa deshabitada.
A su lado, otros desplazados buscan información sobre familiares detenidos en la ofensiva.
«A mi papá se lo llevaron. Él se llama José Rico, es una persona inocente, campesino de la comunidad que no tiene que ver con la guerra (…) Queremos que nos ayuden para que lo saquen de allá, donde lo tienen», clama desesperada su hija Diana Rico.