Internacional

¿Quién es Luan Leiva, el niño trans que a los 4 años recibió documento con su nueva identidad?

4 de marzo de 2023

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Luan Leiva es el primer niño trans en Argentina en haber recibido su documento de identidad con cambio de género, cuando tan sólo tenía 4 años. En agosto próximo cumplirá 6.

Lu nació en una familia constituída dentro de «la norma». Era la segunda hija, en este momento, de un matrimonio convencional, conformado por Natalia, una maestra de preescolar y un empleado administrativo, Fernando. Charo, con 5 años entonces, sería la hermana mayor de otra niña.

En su entorno no conocían a nadie trans, mucho menos a un niño. Lo más que habían visto eran travestis en la televisión.

Los primeros meses de vida de Lu se desarrollaron dentro de lo convencional, pero cuando cumplió dos años, comenzaron a aparecer los primeros rasgos de su nueva, o real, identidad.

Indicios de la nueva identidad

Lu empezó a mostrarlo a los 2 años, antes de empezar a hablar fluidamente”, precisa Natalia Melica, su mamá.

“Como nosotros ya teníamos una hija pensamos que lo esperable era que la siguiera, que la imitara, pero él era todo lo opuesto. Yo le ponía colitas y se las arrancaba, le ponía un vestido y hacía lo mismo. Cuando empezó a hablar más me decía ‘poneme ropa, esto no’”.

La forma de jugar era diferente -“más a lo bruto”. La elección de roles para los juegos también lo era: “Él siempre era el varón: el chico, el papá, el príncipe”, sigue ella.

La escena que provocó el click sucedió en plena pandemia, cuando Luan tenía 3 años.

“Estaba jugando con su hermana en la pieza y escucho que se empiezan a pelear. Y él viene llorando, enojadísimo”, sigue la mamá. “Le pregunto ‘¿qué pasó?’ y me contesta ‘Charo me dice que yo soy una nena, y yo no soy una nena, soy un chico’. Yo le respondo ‘tu hermana tiene razón, vos sos una chica como ella, como mamá’. Y le agarró otro ataque de llanto tremendo, pero esta vez me miró a los ojos y me dijo: ‘Yo soy un chico, ¿no ves que hablo como un chico?’”.

Esa misma noche googlearon, sin saber bien qué googlear: “Nunca busqué ‘¿cómo hago para curarlo?’ o cosas así. Siempre busqué orientación para ver cómo acompañarlo”, apunta la mamá. Fue así que dieron con la fundación tucumana “TRANSformando familias” y leyeron por primera vez las palabras “niñeces trans” o “transesexualidad en la infancia”.

Pocos meses después de haberle puesto nombre a lo que pasaba -y de ver cómo había cambiado el ánimo de Luan desde que lo trataban en masculino-, hubo en casa una suerte de ritual.

“Vacié el placard y saqué toda su ropa anterior. Fue mi ritual de despedida, me despedí del Lu anterior, fue la única vez que me permití llorar”, cuenta Natalia. “Yo siempre me consideré una mujer fuerte y esto me empoderó más. Cuando tu hijo está en una situación más vulnerable que el resto te transformás en un lobo feroz: tus miedos están, pero están en segundo plano”.

“¿Yo?” -sonríe Fernando con calidez-. Yo lloré muchas veces”.

Era un incordio ir a una guardia pediátrica y tener que explicar (pedir, por ejemplo, que no lo llamaran en femenino) y presenciar el desconcierto de recepcionistas, médicas, médicos. Ese incordio, sumado a que ya nadie creía que era “cosa de chicos”, que “se va a arrepentir” los empujó a hacer el trámite de rectificación.

La partida de nacimiento corregida llegó cuando Luan tenía 4 años y medio. “Fue un día de celebración, fuimos a festejar a un pelotero. Lo acompañó la familia, los compañeros del jardín”, cuentan.

Desafíos

Si bien en el jardín no sabían casi nada acerca de las infancias trans, fueron permeables a la información que Natalia les iba pasando. Luan entró a salita de 3 diciendo que era un varón y, de alguna manera, transicionaron con él, porque dejaron de separar a los chicos en filas de nenes y de nenas y convirtieron los baños en unisex.

El tema de la diversidad corporal sigue siendo un desafío, porque en las escuelas se sigue enseñando cómo es “el cuerpo del varón” y “el cuerpo de la nena”. Los cuerpos trans -niños con vulva, como él-, no existen.

Aquella familia dentro de “la norma” ya no existe. En noviembre, de hecho, fueron juntos a la Marcha del Orgullo LGBT+. “Mirá, me acuerdo y se me pone la piel de gallina”, se despide ella. “Le dijimos: ‘Lu, algún día vendrás con tus amigos, con tus amigas, con quienes quieras, pero vas a saber que la primera vez que viniste a celebrar tu vida viniste con tu familia’”.

 

WC | con información de Infobae

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