Radicado en Israel, Isaac Zinguer ha sido testigo de un conflicto en el cual su seguridad y la de sus conciudadanos se ha garantizado a través de varios mecanismos de defensa que incluye refugios en sitios estratégicos, una amplia red de información y escudos antimisiles
Por Freddy O. Durán
Apenas suena la alarma, al tachirense Isaac Zinguer se le trastorna la cotidianidad; no obstante, con dos años y medio viviendo en Israel, ya está preparado para reaccionar ciudadanamente a los ataques con misiles lanzados desde más allá de sus fronteras; y por otro lado, confía en la efectividad del gobierno judío para confrontar la agresión y minimizar el número de víctimas.
A pesar de estar separado 11 mil kilómetros de distancias de San Cristóbal, residenciado en Verceva, junto a su esposa y dos hijas, su contacto con familiares y excompañeros de trabajo en el otro terruño de sus querencias se mantiene permanentemente y ahora se intensificó más, cuando estos se preocupan por su suerte en esta jornada de enfrentamientos entre el ejército israelí y el grupo islamista Hamas, que tiene bajo su control la región de Gaza en Palestina, con uno de las más violentos choques de los últimos años.
—Yo mantengo comunicación constante –inició su relato- con mi familia y muchos excompañeros de trabajo de años, que también son parte de mi familia. Yo estoy muy agradecido por aquellas personas preocupadas por las noticias que ven, y yo les tranquilizo, diciéndoles que a pesar de la situación actual me siento muy seguro, de verdad que sí.
Trabajó en Venezuela por muchos años en una empresa de consumo masivo en el área de ventas y comercialización y marketing; en Israel hace parte de una compañía multinacional en el área de soporte de servicio al cliente en español, con oficina en Tel Aviv, por lo cual debe trasladarse una hora en tren, tiempo durante el cual gusta de reflexionar sobre lo que acontece, tanto en Israel como en Venezuela, y guarda igualmente sus pensamientos para quienes en Gaza también padecen el conflicto, y que están, en su concepto, secuestrados por un grupo fundamentalista.
Su esposa labora en un prescolar, y su hija mayor, de 17 años, en un centro comercial, mientras que la menor de 12 años se dedica juiciosamente a sus estudios.
Refugio en cada esquina
A quienes lo interpelan a menudo desde el exterior sobre cómo es un día para la población civil bajo alerta de misiles, cuya explosión apenas son interceptados por el escudo aéreo israelí se ha acostumbrado a escuchar, les explica que se trata de una sincronización entre la mentalidad ciudadana, adaptada para este tipo de emergencias, y la respuesta de los organismos de seguridad a través de un sistema especializado de información.
Se suma una infraestructura y señalética urbana, en cada casa, en cada edificio y cada parque, donde se han adaptado refugios, con sus debidos servicios públicos, y sus espacios blindados. Una vez suenan las alarmas, y esté donde esté, el israelí sabe que con calma, sin congestionamientos, debe detener su labor, dirigirse al sitio de protección más cercano; incluso disponen en sus celulares de aplicaciones con múltiples indicaciones y la cuenta regresiva de los ataques. Hasta los trenes, y las secciones de las escaleras en las grandes edificaciones, están equipados para el resguardo de la población civil.
—Obviamente, lo que pasa es angustiante, nada común, no es para acostumbrarse; más si tienes hijos y tú estás en el trabajo y ellos en la casa, y debes estar monitoreando. Al principio te daba un poco de pánico, pero al ver a la gente caminando, y que cada cual sabía lo que tenía que hacer, te vas tranquilizando. Ya el país está sumergido en el cómo debes proceder, y cuando uno se integra a esta sociedad, obligado en primer lugar es mirar lo que está sucediendo a tu alrededor— expresó.
Terminada la tormenta bélica, Israel simplemente se dispone a retomar su cotidianeidad. Por lo momentos, lo único que se ha paralizado es la actividad en las escuelas, que tal vez esta semana se retome, una vez declarado el cese al fuego entre las partes.
Más inseguridad en Venezuela
A pesar de todo, Zinguer asegura sentirse más seguro en Israel que en Venezuela, especialmente en lo que respecta a las oportunidades para crecer, desde todos los planos personales.
—Es triste decirlo, y hasta paradójico, pero a pesar de la situación de conflicto que hay acá, es mucho más seguro que estar en Venezuela. Mi percepción personal es que en Venezuela uno se encuentra en total indefensión, y no se ve un norte, ni una esperanza. Al final, lo que lo hace emigrar a uno es no ver que haya un horizonte para tu futuro. Demasiada corrupción, demasiada anarquía, todo el mundo hace lo que le da la gana. Tú no puedes en Venezuela salir con un teléfono celular a la calle o una laptop, a diferencia de Israel, que aunque estemos rodeados de un pueblo enemigo, eso no pasa. Es muy muy poco probable de que vayan a robar en la calle, ese tema no existe. El peligro aquí estriba en el terrorismo islámico, pero a pesar de eso, uno siente que el Estado, las instituciones, hacen lo que tienen que hacer, y si alguien comete alguna fechoría lo va a pagar, sin importar su religión o su condición social— dijo.
Corazón entre dos tierras
Dos terruños jalan su corazón, y sin importar cuán cerca o cuán lejos esté uno del otro, en ambos constituyen su paraíso emocional. Por un lado, el Táchira acogió su venida al mundo y le ofreció un mundo de costumbres y cosas, a las cuales Isaac Zinguer sigue aferrado; y por el otro, la Tierra Prometida, ante la cual a todo descendiente de israelitas se le explaya como una oportunidad para un mejor futuro, que no se arrepiente haber tomado como opción personal.
—La añoranza del terruño natal la llevas en las venas. Para mí, que me llamen “gocho” es un honor, es significativo de ser una persona de bien, trabajadora, echada pa´lante. Por suerte, aquí se encuentran muchos de los productos que venden allá, uno compra su panela, su harina de maíz; Uno se siente orgulloso del Deportivo Táchira y sus triunfos. El sentido de pertenencia lo sigo teniendo y lo sigo declarando. Regresar como tal no lo tengo previsto, no está en mis planes. Tal vez, ir de vacaciones cada vez que pueda y de hecho, dejé algunas cosas allá. Mi objetivo acá es emprender cosas nuevas, ir creciendo poco a poco y desarrollándome, personal, profesional y familiarmente. Israel es un país en constante crecimiento. Ves construcciones en todos lados, con enormes grúas.
Agregó que hay muchas oportunidades en todas las áreas, y a eso contribuye un enorme impacto tecnológico. “Al terminar mi proceso de adaptación de 6 meses de los judíos o descendientes de judíos que vuelven a la tierra, me emplearon pocos días después en la misma empresa en la cual estoy trabajando. Me ha ido bien y me siento bien. No tengo mucho que escoger por la limitaciones del idioma, mi hebreo es muy básico”, declaró.
—Yo en Venezuela duré 18 años trabajando en una misma empresa, -una de gran reconocimiento nacional-, en diferentes filiales y áreas, y al final tuve que renunciar porque la situación-país no era la mejor para mi familia y también tenía esta opción, que la aguante por mucho tiempo debajo de la manga y solo la consideraba casi para mis años de retiro, pero fui obligado a tomarla antes. Han sido dos años y medio que considero la mejor decisión que pude tomar, a todo nivel, y especialmente por un tipo de vida que les estoy garantizando a mis hijas.
Con relación al conflicto con Israel, su posición es clara y firme, y cuando muchos medios internacionales le han preguntado por la misma, la ha ratificado:
—En estos momentos, con 400 misiles diarios lanzados desde Gaza, vivimos un ataque de una intensidad nunca vista. Nosotros consideramos esto un acto terrorista, y no una guerra contra los árabes o los palestinos, como algunos “opinadores” quieren hacer creer. No se trata de una lucha por territorio, pues Israel apenas ocupa el equivalente de los estados Táchira y Mérida; en el trasfondo de esto se encuentran la religión y la ideología radical. Todo fanatismo es malo, en cualquier ideología; todos somos seres humanos, todos somos uno ante Dios, de la religión que sea, y tenemos el mismo valor.