Internacional

Una enorme barriada en Madrid, sin electricidad en plena ola gélida

13 de enero de 2021

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«No somos perros», protesta Lidia Arribas. Como ella, miles de habitantes de la Cañada Real, uno de las mayores barrios de chabolas de Europa, se encuentran privados de electricidad, en momentos en que el termómetro descendió a -10ºC en la capital española.

Esta coyuntura, provocada según la policía por cultivos de cannabis cuyo alto consumo hizo que la red eléctrica colapsara, se ha prolongado desde octubre, pero adquirió un cariz dramático ahora que Madrid sufre una inusual ola de frío tras una histórica nevada el pasado fin de semana.

La situación ha llegado a ser denunciada por oenegés, por expertos en derechos humanos de la ONU e incluso por la estrella de cine Penélope Cruz.

“Visto lo visto, viven mejor los perros que nosotros”, prosigue Lidia, con 37 años y tres niños, quien, linterna en mano, entra en su vivienda, de paredes recubiertas con moho.

Acurrucada bajo las cobijas, su hija de siete años, Ainara, dice que duerme con “la cabeza bajo la manta” para protegerse del frío y la humedad.

Sin electricidad, ella y sus hermanos no pueden recibir las clases que les envía su escuela desde que comenzó el mal tiempo. Y los repetidos cortes de luz dañaron la nevera y la lavadora de la familia.

Amador Garcia, de 45 años, y Ludivina Herrera, de 70 años, en el salón de su casa en el sector 6 de La Cañada Real de Madrid, España, el 12 de enero de 2021
Amador Garcia, de 45 años, y Ludivina Herrera, de 70 años, en el salón de su casa en el sector 6 de La Cañada Real de Madrid, España, el 12 de enero de 2021. (Foto/ AFP /Jaime Alekos)

Situada al sur de Madrid, sobre una antigua ruta de trashumancia, la Cañada Real Galiana es una sucesión de precarias viviendas que se extiende por quince kilómetros, donde malviven 7.000 personas, sobre todo de origen marroquí o gitano.

Su presencia en estos terrenos pertenecientes a la región de Madrid y situados cerca de una carretera, es tolerada desde hace unos treinta años.

Bebé con hipotermia

En el barrio de chabolas, unos 4.000 habitantes se han visto afectados por las interrupciones eléctricas.

Sin calefacción, el frío provocó la noche del domingo la hospitalización de una niña de tres años llamada Pilar “con síntomas de hipotermia”, según Conrado Giménez, presidente de la Fundación Madrina, que distribuye víveres, mantas y bombonas de gas en la zona.

Un bebé corrió la misma suerte en diciembre, según relatores del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que en un comunicado estimaron que la falta de electricidad “está poniendo en peligro la salud de unos 1.800 niños”.

Vecina de Lidia, Yolanda Martín, de 47 años y con los labios casi morados, confiesa tener “más miedo del frío que del covid”, hablando en su salón, donde las llamas de la chimenea son la única fuente de calor y de luz. “Me levanto por la mañana con las mantas congeladas, todo oscuro y no me puedo duchar”, cuenta.

Junto a su vivienda, el porche de chapa de otra casa se derrumbó bajo el peso de la nieve.

Cannabis

Patrullando la barriada, conocida como punto de venta de droga en la capital española, dos policías aseguran a la AFP que los cortes de electricidad son producidos desde hace tres meses por los cultivos de cannabis en algunas casas.

Un afirmación compartida por Naturgy, la empresa que surte gratuitamente energía a la Cañada Real, que esta semana comenzó a suspender el servicio de las viviendas sospechosas para permitir que la red pueda volver a funcionar.

Pedro del Cura, alcalde de izquierda de Rivas-Vaciamadrid, uno de los municipios donde se encuentra la barriada, y los habitantes de la zona piden incrementar la capacidad de la red. Temen que se corte la luz a viviendas ajenas al narcotráfico.

“Que entran en mi casa a ver si hay drogas”, se indigna Juan Manuel Fernando, marido de Lidia Arribas. “Que la policía quite a estos traficantes en vez de controlarnos, que hagan su trabajo”, exclama.

Un residente de La Cañada Real transporta un tanque de gas recibido de la Fundación Madrina a las afueras de Madrid, España, el 12 de enero de 2021

Cigarrillo en mano y ojos abatidos, Lidia dice no perder la esperanza de que vuelva la luz para poder calentar a los niños de la barriada, cuyo único consuelo actual son las guerras de bolas de nieve.

AFP

 

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