Una nueva ola de agresivas protestas se toma las calles de la capital haitiana, Puerto Principe, y otras ciudades del país desde el pasado lunes 5 de febrero.
El estallido del inconformismo social tiene lugar luego de que el primer ministro Ariel Henry no convocara a elecciones ni cediera el poder a una nueva Administración, como estaba previsto en un acuerdo después del magnicidio del presidente Jovenel Moïse, registrado hace más de dos años, y cuyo plazo máximo venció esta semana.
Mientras surgen nuevos grupos armados que profundizan las divisiones y la violencia, desde el gobierno de facto no hay muestras de un cambio de mando.
El incumplimiento ha enfureció a los habitantes de la nación más pobre del hemisferio que, al mismo tiempo, ha estado sumergida en una enorme crisis de seguridad en los últimos años, con pandillas armadas que imponen una violencia brutal para tomar el control a lo largo del territorio haitiano.
«El país está siendo rehén de las pandillas. No podemos comer. No podemos enviar a nuestros hijos a la escuela (…) No podemos soportarlo más», afirmó un manifestante a la agencia AFP, que se negó a dar su nombre, y añadió que Henry «no ha aportado ninguna solución a nuestros problemas».
Con información de France 24