Nacional

Acceder a la justicia y confiar en sí misma es la mejor terapia para salir adelante en casos de abuso  

7 de septiembre de 2023

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Oriana Ayala, sobreviviente de violencia luego de aprender a sobrellevar el suceso que casi le arrebata la vida, afirma que confía en la justicia venezolana y ahora desea convertirse en abogada para defender a las mujeres y niñas que a diario padecen agresiones y abusos


Por:  Rosalinda Hernández
Diseño: Paloma Lacruz

Renacer, resurgir de las cenizas, empezar de nuevo, son algunas de las frases o metáforas usadas para marcar el inicio de una nueva etapa en la vida de cualquier ser humano. Se dicen fácil, pero asimilarlas, internalizarlas y sostenerlas como una premisa no resulta sencillo para quienes literalmente volvieron a la vida después de un hecho de violencia extrema.

A Oriana Ayala, hace cinco años, cuando apenas tenía 19 años de edad, un individuo desconocido la sometió y obligó a entrar en una zona boscosa del municipio Bolívar, en el fronterizo estado Táchira, en donde no solo abusó de ella, sino también la apuñaló y trató de enterrarla viva.

Para ella ha significado un suceso traumático y arduo de afrontar que casi logra arrebatarle la vida; pero con el transcurrir del tiempo ha logrado sobreponerse y replantearse una nueva existencia, alejada del dolor y el sufrimiento que dejó como secuela aquel oscuro episodio.

La fuerza del espíritu

 

Oriana se ve segura, sonríe y el resplandor de sus ojos no los opacó la tragedia. Ahora habla de lo ocurrido y cómo ha logrado sobrellevarlo. Presenta su historia ante grupos de mujeres que han afrontado situaciones similares, brindando herramientas para que cada una logré superar la violencia que ha vivido.

“Le pedí a Dios que no me dejara morir, supliqué que ese hombre no me hiciera más daño y en medio de mis oraciones escuché una voz que me decía: “Oriana levántese”, abrí los ojos, miré a todos los lados y no vi a nadie, no dude y me levanté. Como pude me desaté las manos, me quité la camisa que tenía en la boca y la até al cuello tratando de parar la sangre, salí de ahí en busca de ayuda”, así recuerda la joven el momento en que inicia el resurgir a una nueva vida.

En adelante, cada día representó para Oriana un reto de superación que enfrentó, primeramente, de la mano de Dios y de su mamá que le dio consejos y la fuerza necesaria para poder llevar la situación con más calma. También contó con la presencia de su novio y los amigos incondicionales que luego se volvieron familia, y que aun la acompañan en cada proceso que afronta.

Rodearse de personas que la aman y comprenden ha sido clave para salir adelante, comentó Oriana.

“Mi amiga Beatriz Mora ha sido un gran apoyo desde el primer momento que supo del caso, siempre ha estado. Mi actual pareja también, a él le ha tocado la peor parte porque vengo de un pasado duro y aún hay momentos que me afectan, entonces él siempre está dándome fuerzas y apoyo, me acompaña en todo momento. Ellos son personas maravillosas e importantes en este camino”.

No me dejé morir

Oriana se reconoce como una mujer valiente, que luchó por su vida aún en la zanja de la montaña donde fue abandonada por el victimario. Ha sabido convertir el dolor en una oportunidad de crecimiento, autoconocimiento y empoderamiento.

“He volcado toda la confianza en mí misma, al cien por ciento, creo en mis capacidades, me he dado ánimos, fuerzas, estoy viva y soy feliz por eso. Estoy agradecida con Dios y con las personas que me brindaron el apoyo; los psicólogos y los psiquiatras que me atendieron porque asistí a muchas consultas, fue una situación fuerte, estuve en shock emocional y con las terapias he podido llevar esta situación de la mejor manera”.

La joven ha tratado de continuar una vida normal, se ha capacitado, ha estudiado técnicas de estética facial y se especializó en modelar cejas y pestañas. Atiende en un salón dispuesto en casa que funciona como spa, desde allí dice que trabaja en realzar la belleza de sus clientas y amigas.

Hay un sueño latente en el corazón y en la mente de Oriana: poder iniciar estudios de derecho. Ha aplicado a una universidad privada en la ciudad de San Cristóbal y espera poder obtener los recursos y la aprobación de la institución para iniciar los estudios que la llevaran a convertirse en una defensora de los derechos de las mujeres y las niñas venezolanas, que a su juicio son constantemente vulnerados.

“Quiero ser abogada, quiero defender en un tribunal los derechos de tantas mujeres y niñas maltratadas. He recibido mucha ayuda y ahora mi trabajo es devolver todo el bien que he recibido de la gente que me quiere”, dice Oriana con una sonrisa.

El miedo: un enemigo silencioso

Aunque la peor parte de la pesadilla ha sido superada, Oriana, hace silencio y admite que aún persiste algo de miedo.

¿A qué le temes?

“Siento temor a que él (el agresor) pueda salir de la cárcel en donde lo mantienen y terminar lo que en un momento empezó”.

“El miedo es algo que no he logrado superar completamente, es una situación que no va a desaparecer de la noche a la mañana. No siento miedo de más nada en mi vida, sino de que ese sujeto quede en libertad.

Cada vez que alguien lo menciona u ocurre un suceso en el sitio de reclusión donde está ese hombre, siento miedo de que pueda llegar a salir y hacerme más daño del que ya me hizo”.

La entrevista con Oriana Ayala ocurre semanas después de que se evidenció un intento de motín en las celdas del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC), en la localidad fronteriza de San Antonio del Táchira. Allí se encuentra detenido el agresor, que ha sido condenado a 18 años y ocho meses de prisión. Sus abogados han impuesto apelaciones a la decisión del tribunal, pero no ha sido considerada.

La denuncia es la mejor arma

Sin tapujos y clara en su actuación, la joven mujer no vacila en aconsejar a sus pares, en ofrecerles la mejor orientación en caso de estar cruzando situaciones de violencia.

“Denuncien, aunque a veces ustedes no lo crean, en este país sí hay justicia.  En mi caso, mi agresor es un integrante de los colectivos, pertenece a un partido de izquierda y está preso, esto quiere decir que se hizo justicia. Está pagando por lo que me hizo, y van a pagar muy caro todos los hombres que agreden y maltratan a las mujeres”.

Insiste en no guardar silencio, ni amilanarse ante las situaciones de indefensión que se presenten. “Denuncien, sean muy fuertes, valientes, echadas para adelante, así estén muertas del miedo en el momento. Hay que permanecer firmes en cada decisión y no permitir chantajes, ni amedrentamientos, en el momento más oscuro se debe tener fuerza y valentía, eso va de la mano de Dios”.

Es importante destacar que para una víctima de agresiones y abuso es indispensable contar con el apoyo de familiares y amigos que puedan comprender su dolor y ofrecer un acompañamiento seguro. Además, se debe facilitar el acceso a la justicia que proteja y defienda sus derechos, esto incluye la capacitación de funcionarios policiales en atención a la víctima y evitar revictimizar.

 Oriana Ayala concluye en que amarse a sí misma es la mejor terapia que se puede aplicar para salir adelante en cualquier situación de abuso. “Primero que todo está el amor a Dios, segundo, el amor a uno mismo”.


Este trabajo periodístico forma parte de la Red de Mujeres Constructoras de Paz, en alianza con Diario La Nación.

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