Debido a la crisis económica que atraviesa el país, cualquier ayuda económica que reciban los adultos mayores se vuelve insuficiente para los gastos de salud y alimentación que requieren. Es por esto que para muchos de ellos los días transcurren en una lucha por conseguir el sustento.
Esta situación se debe, en parte, a que algunos se han quedado “huérfanos” porque su hijos se han ido del país.
Aquellos que cuentan con subsidios económicos por parte del Gobierno nacional tampoco la tienen fácil, pues las bonificaciones y la pensión se ven devaluados con la subida del dólar y la galopante hiperinflación, que no da tregua.
Muchos de los abuelos manifestaron que han tenido que incorporarse al comercio informal dejando a un lado el concepto de que en la vejez deben permanecer en casa descansando.
Alfredo Suárez, de 62 años de edad, es jubilado de una empresa del Estado y uno de los tantos adultos mayores que, vendiendo café y cigarros, hace vida en el bulevar 5 de Julio de Barcelona.
Asegura que aunque ese trabajo no le da lo suficiente como para mantener una nutrición balanceada, le sirve para comer algo y “no desaparecer”, pues en los últimos cuatro años ha perdido unos 17 kilos de peso.
Él recibe remesas de dos hijos residenciados en Colombia, pero se han reducido bastante desde la llegada de la pandemia.
Sergio Hernández, de 71 años, vive en de El Viñedo y diariamente, desde 2018, sale por un almuerzo al comedor popular Divina Misericordia, ubicado en Los Cerezos. Para llegar hasta allá debe hacer un recorrido de 2 horas entre transporte público y caminata.
El señor, que es hipertenso, sufre de la columna y vive solo. Cuenta que el resto de las comidas las obtiene con ayuda de vecinos o por medio de las bolsas de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) que cada dos meses le llegan. No obstante, realiza trabajos de albañilería y plomería para completar los alimentos.
Antonio Zambrano (63) también ha pasado por situaciones difíciles. Actualmente vive con su hijo de 15 años, que abandonó los estudios para trabajar.
“Cada cierto tiempo mi hijo se va a cultivar verduras con un vecino y con eso nos ayudamos bastante. Cuando él no está, paso uno o dos días sin comer porque ya me da pena pedir tanto”, expresó.
Mercedes Urriola, de 69 años, comentó que con la pensión Amor Mayor (Bs 1.200.000) y los bonos que ofrece el Gobierno nacional a través del Carnet de la Patria “medio resuelve”, pues los montos cada vez alcanzan para menos.
Con eso y el dinero que envían sus hijos residenciados en otros estados adquiere los artículos más básicos.
Gastos de salud
Los ancianos consultados coincidieron en que las remesas y subsidios del Gobierno no son suficientes para cubrir los tratamientos de patologías crónicas, por lo cual han dejado de tomar los medicamentos.
Así ocurre con José Gregorio Ruiz, un pensionado de 73 años que sufre de hipertensión. Para controlar su presión arterial necesita tomar una pastilla de Enalapril por día, pero una caja de 10 comprimidos cuesta más de Bs 2 millones. Debido a ello compra cuando puede y las toma cuando siente malestar.