Nacional

Delitos por necesidad se abren paso en medio de la cuarentena por la pandemia

27 de mayo de 2020

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El sociólogo Trino Márquez vaticina que la pandemia dejará un enorme retroceso en el desarrollo de la sociedad y aunque esto podría evidenciarse en eventuales ocurrencias de delitos o abusos de sectores en medio de la contingencia, precisa que el daño en mayor medida se percibirá cuando se reinstale la ‘normalidad’


El pueblo tiene hambre. Busca qué comer y la cuarentena parece no detenerlo. Las medidas de confinamiento para frenar la expansión del coronavirus, llegan para completar la historia de terror que vive la ciudadanía por la dificultad de acceder a los alimentos, una realidad que viene aumentando en las propias narices del presidente Nicolás Maduro.

Los efectos de la pandemia y la crisis país obligan a la población a jugarse el todo o nada, incluso a caer en lo que unos llaman «delitos de hambre» y que otros prefieren decirles, sin ánimos de justificarlos, «delitos por necesidad».

La cuarentena puso a los sectores más vulnerables entre la espada y la pared, a debatirse entre el miedo al coronavirus o a la sensación de hambre, y esto se replica en todo el país.

El diario El Impulso refiere que en medio de la paralización en la que se encuentra la nación, campesinos en Lara roban cosechas y matan ganado para mitigar el hambre. En tanto, el Observatorio Venezolano de Violencia señala que la delincuencia aprovecha la crisis de los servicios y la cuarentena por la covid-19 en la región capital. La precariedad se siente más de cerca y las reacciones no se hacen esperar.

Mantenerse vivo

«Antes de llegar el coronavirus ya se vivía al límite. En las comunidades las reservas se agotaron», explica Alexander Campos, integrante del Centro de Investigaciones Populares, quien advierte que la nueva extensión de la cuarentena podría avivar momentos de tensión en los sectores más vulnerables.

Las comunidades buscan sobrevivir a los cada vez más punzantes embates de la precariedad y la pobreza. El también profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) menciona que los delitos por hambre son aquellos que se cometen con la sola intención de sobrevivir. Agrega que un ejemplo claro de esto es el raterismo y la invasión de propiedades privadas para sustraer cosas que les sirvan para revender o mantenerse vivo: desde bombonas de gas hasta alimentos.

La prostitución (en adultos e infantil) también es un mal que acecha a las comunidades en estos momentos de cuarentena, advierte Campos, aunque señala que parte de esa población no tendría la idea de incurrir en estos actos de forma continua. Solo es una alternativa eventual para solventar problemas específicos.

«Cuando digo repunte es por el hecho de que aunque esto se mantenía latente siempre y en un crecimiento progresivo por la crisis, cuando llegó la cuarentena comenzamos a ver picos más altos. Estos actos se han intensificado exponencialmente en estos más de 50 días«, agrega.

El investigador precisa que los picos comenzaron a evidenciarse pasados 15 días desde que el gobernante Nicolás Maduro, declaró el confinamiento en el país. Gran parte de la ciudadanía, tras el anuncio, quedó sin poder trabajar y sin alternativas para obtener los ingresos extra con los que muchas familias subsistían.

Alexander Campos alerta que los primeros en cometer estos delitos fueron personas adultas, pero luego se sumaron jóvenes y posteriormente fueron incorporados adolescentes y hasta niños.

Estima que en una primera fase estos delitos están circunscritos a las propias comunidades, porque las personas no tienen los medios para salir de ellas. Sin embargo, asegura que se han formado grupos que hacen incursiones a zonas del centro de Caracas pero luego regresan a sus sectores. El integrante del Centro de Investigaciones Populares advierte que cuando en las comunidades se agoten las opciones, las bandas que se hayan formado podrían comenzar a salir.

Basándose en los reportes de la red de informantes del Centro -que está presente en todo el país-, asegura que el colapso de los servicios básicos ha acelerado la necesidad de entrar en el delito, pues se convierte para muchos en la solución menos tardía a la falta de agua, transporte, la imposibilidad para trabajar, a la carestía de gas y la inaccesibilidad de los alimentos.

Sobre lo último, destaca que en medio de la cuarentena la preocupación por la alimentación ha aumentado, pues la distribución de las cajas de los Comités Locales de Abastecimiento Popular (CLAP) es irregular. Señala que esto se replica en todo el país, pero que mientras más lejano está un pueblo de la capital mayor es la ausencia del beneficio.

Con respecto a la población que vive en situación de indigencia, Alexander Campos refiere que muchos han muerto y «lamentablemente siempre se puede caer más abajo. Los efectos de la cuarentena lo que han hecho es cerrar el camino a la personas para solucionar los problemas que ya tenían acentuados en sus hogares antes de la pandemia», dice.

Podría costar caro

El sociólogo Trino Márquez coincide en que este tercer mes de cuarentena puede estar cargado de tensiones, sobre todo en los sectores populares porque, con el paso de los días, se han quedado con menos alternativas para sobrevivir. A su juicio, la cuarentena acabó con la utopía por la dolarización de facto en la que se vivía, sobre todo en Caracas, y recordó la vulnerabilidad en la que se encuentra la población a propósito de la emergencia humanitaria compleja  que vive el país.

El también profesor de la UCV considera que los actos delictivos que se producen en medio de la situación de contingencia no necesariamente son impulsados por el hambre, pues hay muchas personas que por ejemplo, tienen alimentos en sus hogares pero no tienen gas o agua para cocinar y es para responder a esas necesidades cuando los individuos actúan, cada quien de forma diferente.

A su juicio, estos actos deben ser llamados delitos por necesidad en lugar de delitos por hambre, debido a que lo que los impulsa es la carencia en sus distintas manifestaciones. Para Márquez, los primeros en ser afectados por esta situación son las personas que viven del ingreso diario, como los vendedores informales.

Recuerda además que desde hace varios años se perdió la capacidad de ahorro, por lo que las familias no tienen cómo responder a una situación tan delicada como la actual.

Vaticina que la pandemia dejará un enorme retroceso en el desarrollo de la sociedad, y aunque esto podría evidenciarse en eventuales delitos o abusos en medio de la contingencia, precisa que el daño en mayor medida se percibirá cuando se reinstale la ‘normalidad’.

Tampoco considera que hay intenciones del Gobierno por atender la situación de los sectores vulnerables. Por el contrario, asegura que sus decisiones se traducen en elevar los controles y usar la escasez y el confinamiento  como mecanismos para someter a la ciudadanía, aunque sabe que le puede costar caro.

Más bulla que cabuya

Al igual que su colega Márquez, la socióloga Magaly Huggins prefiere llamar a estos actos como «delitos por necesidad». Argumenta que no solo sería el hambre lo que motivaría a la ciudadanía a incurrir en estas acciones, sino también el suplicio permanente en el que los sumergió el gobierno de Nicolás Maduro.

Asevera que la crisis que vive la ciudadanía no es por una sola causa y que el hambre viene desarrollándose desde hace unos años. Aunque no desestima que vayan a sucederse focos de saqueos, descarta que se produzcan acciones de gran escala, pues señala que el venezolano mide sus riesgos y el hambre y las necesidades juegan en contra pues son el mejor instrumento de control.

«Esperar que el hambre lleve al arrase de comercios no es muy probable porque el hambre duele y te paraliza», agrega.

Además, considera que otro factor que detiene grandes acciones de la población es el miedo a ser asesinados, porque la máscara de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) causa terror.

«El motivo de la cuarentena no fue el coronavirus, esto fue una tablita más del salvación para el Gobierno. Ellos saben que no pueden responder a la gente y por eso dejan que salgan a resolver. Nos encerraron antes de tiempo porque venía el problema de la gasolina y el objetivo era evitar un estallido. Ellos saben que el combustible es un buen elemento para estallar una crisis» agrega.

Huggins señala que es la necesidad de obtener alimentos la que sobresale en medio de la contingencia que vive el país por la covid-19 y esta responsabilidad recae en mayor medida sobre las mujeres. A su juicio, a los sectores populares los mueve la búsqueda de alimentos porque «nosotros sabemos lo que es el hambre».

Es enfática al asegurar que la cuarentena se monta en la realidad venezolana y en subrayar que los efectos de la pandemia en el país no inciden de la misma forma como en España, Reino Unido o Alemania, pues Venezuela ya estaba sumida en el caos, ya faltaba el agua, la luz, la gasolina, el Internet y el poder adquisitivo estaba pulverizado.

«No es una sola causa la que movería a la gente a caer en estos delitos, porque aquí no hay una sola razón. En Venezuela el hambre viene desarrollándose desde hace más de cinco años, y los últimos tres han sido de terror. Aquí hay focos de reacciones, pero la gente  lo que quiere es resolver el problema, quiere estabilidad y seguridad», matiza.

No niega que algunos grupos puedan rechazar de forma violenta la precariedad en sus condiciones de vida «pero no me convence la idea de que es el punto de partida de actos como saqueos».

Para Magaly Huggins, el impacto de las extensiones de los períodos de confinamientos se traducirá en más búsquedas de alimentos por parte de las poblaciones más vulnerables. A su juicio, la población buscará siempre sobrevivir aún estando al límite.

Advierte que en este período de confinamiento los delitos de odio posiblemente se han incrementado. Al igual que la violencia de género. «En medio de emergencias como esta hay otros tipos de delitos que se destapan y son los abusos y la violencia. Las mujeres y los niños son las poblaciones que pagan las peores consecuencias en momentos como estos».

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