El caño Tucupita, ubicado en el estado Delta Amacuro, se ha convertido en uno de los drenajes más grande de aguas servidas en la capital deltana. Los denominados “chatarreros” se adentran en él para sobrevivir.
Todos miraron con asombro a seis personas que buscaban chatarra en este caño contaminado el lunes por la mañana. Para poder agarrar los metales introducían sus manos dejando solo parte del hombro y la cabeza fuera del agua.
La fiebre del hierro arrasa en Tucupita. Esta actividad ha hecho que se multiplique el robo de instituciones públicas, viviendas, incluso la desaparición de las placas que estaban en el pedestal del monumento al Libertador Simón Bolívar en la zona.
Algunas personas que se dedican a la compra de este metal lo llevan hasta otros estados de Venezuela y lo revenden en las empresas ferromineras, allí pagan hasta 40 dólares por una tonelada de hierro.