Nacional

Flexibilidad en controles generó una «burbuja» pero la economía sigue mal

4 de diciembre de 2019

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El director de la firma Econométrica, Henkel García, explica por qué hay quienes sienten que en Venezuela la situación económica es menos áspera que hace un año


Ya no se ven colas en supermercados porque llegó un producto regulado. Ya no hay productos regulados. La economía se dolariza caóticamente y los precios mantienen un baile de apenas horas. Y allí, grupos de venezolanos se sienten con más posibilidades de tener una vida económica más «normal».

Pueden comprar productos sin largas filas, acuden a bodegones a suplirse de importaciones, ciertas marcas reaparecen aunque en inglés, los bazares navideños aparecen y quien visita hasta puede soltar un «la cosa está mejor que el año pasado».

Y lo está, para algunos.

Director de la firma Econométrica, Henkel García (Foto/TalCual).

Pero no es una mejoría económica nacional, siquiera palpable. Es la burbuja de una burbuja, si se quiere, como explica el analista financiero Henkel García, director de la firma Econométrica. Después de todo, hablamos de una Venezuela que cerrará el año con un PIB registrando una caída superior al 30% y una hiperinflación que cabalga por encima del 17.000%, según estimaciones, publicó TalCual.

-¿La cosa está mejor o no?

-Para ciertos grupos sí y eso, por supuesto, es lo que algunas personas pueden palpar, pero como país  no estamos mejor. Esta sensación que se ve en ciertos sectores es la respuesta a un ambiente de mayor flexibilidad económica, la cual sí existe. Hay mayor flexibilidad en cuanto al control de los precios. No en todos los sectores, pero sí en buena parte de ellos. Eso ha hecho que ya haya mucho más productos en los anaqueles. Este ambiente de flexibilidad abre espacios para que ciertas actividades mejoren. Pero para poder lograr una mejora de todo un país, que es lo que finalmente necesitamos, lo que necesitas es una reforma integral para que los índices de producción empiecen a elevarse. Los niveles de producción siguen siendo paupérrimos, de una economía en guerra.

-¿Podemos hacer una numeración de los factores que ha hecho que haya esta sensación? Quizá habría que comenzar por esa flexibilización que hizo el gobierno de los permisos de importación.

-Hasta hace unos meses, el empresario era el culpable de toda la situación. Era el que acaparaba, robaba al consumidor. Ese era el discurso del año pasado, y un error. Hoy no vemos nada de eso. Hay que mencionar que también la misma dolarización ha hecho que la economía venezolana tenga cierto dinamismo. Ese proceso ha sido caótico, desordenado, sin ninguna estructura, con un efecto limitado, pero sí hay que destacar que si no lo tuviésemos, Venezuela probablemente estuviera mucho peor de lo que está ahora.

-Hay que sumar el impacto del envío de remesas, de quienes se fueron hace ya dos o tres años y pueden mandar más que al estar recién llegados.

-Es limitado. De hecho, basándome en la data que recogió el BBVA sobre la emigración venezolana en Perú, allí hay unos datos específicos sobre las remesas que envían los venezolanos fuera del país y el estimado es de 2.000 y 3.000 millones de dólares. Me parece que uno puede concluir que es algo apropiado, pero es una mejora leve. Venezuela necesita para importaciones alrededor de mil dólares per cápita, para tener una economía medianamente decente. Estamos hablando de 28.000 a 30.000 millones de dólares.

-Pero también estamos hablando de unas remesas que llegan a 3.000 millones cuando hace cinco años no sumaban ni cientos de millones -$78 millones en 2016, $1.138 millones en 2017, $2.500 millones en 2018 y quizá $3.700 millones para 2019, según Ecoanalítica.

-Claro, pero tienes una pérdida también por exportación. O sea, el efecto combinado de la generación de divisas, en términos netos, no es tan positivo tampoco porque exportamos mucho menos petróleo que hace dos o tres años. Entonces, el efecto neto yo creo que hasta pudiesen anularse unos a otros. Esta mejora sí puede concentrarse en algunas personas, pero hay que ver qué tantas remesas mandan, porque la Venezuela de hoy es muy distinta a la del 2015, donde tú mandabas $50 y vivías un mes. En esta Venezuela te mandan $200 y te sirve, pero no para sobrevivir. Lo que se está estimando es que una familia necesita mínimo, para poder tener una vida básica, $600 u $800.

-A propósito de eso y de la manera de esa dolarización, ¿estamos hablando de una burbuja dentro de la burbuja de la más burbuja posible?

-Sí, hay varias burbujas. Esto es muy puntual. Ojo, en los países en guerra, destruidos o países en depresión, como EEUU en los años 20 y 30 del siglo pasado, también había lujos. Esto de buscar burbujitas, sectores que puntualmente les va bien como signo de una mejora, es ingenuo o torpe. Y también tienes otra burbuja, que es la del producto importado. Hoy el producto importado es circunstancialmente más barato que el nacional. Entonces, ves un conjunto o una variedad importante de productos importados, pero respondiendo a una coyuntura que el dólar compra más afuera que adentro. Eso es una distorsión que finalmente se va a corregir y después ese efecto se va a limpiar. Yo no sé cuándo específicamente, pero eventualmente lo hará, porque lo que estamos viviendo con respecto al poder de compra del dólar es algo fortuito, que no se mantendrá en el tiempo, pero no hay que engañarse. Aquí hay una Venezuela que todavía está pasando trabajo. Un venezolano que no la está pasando nada bien. Estas cosas muy puntuales que vemos no nos pueden engañar ni hacernos ver que todo un país está bien. Yo creo que es momento de recoger data, hacer una evaluación objetiva y no engañarse, porque esto nos puede llevar a la pasividad.

-Quien tiene dólares puede ir a comprar, pero no tiene servicios públicos o están privatizados de facto. 

-Claro. Tampoco es que el poder de compra de la gente haya mejorado de forma equitativa. Compras lo básico. El producto está en el anaquel, pero eso no te mejora las condiciones. Las empresas tienen un mayor margen de maniobra, pero hasta que no se mejoren significativamente los niveles de producción, el poder de la compra de la gente estará afectado. Hay una restricción importante, y es algo que se está estudiando con mucho detenimiento dentro de todo lo que corresponde al Plan País, y es lo de los servicios. ¿Cómo tú puedes elevarlos con la situación del sistema eléctrico como está? O sea, como no ha habido mejora, eso también te puede llevar a la conclusión de que los niveles de producción no han aumentado, porque no ha hecho falta mayor generación o una mayor distribución. Eso va a ser una restricción a futuro.

-Luis Oliveros mencionaba que si en Venezuela ocurre una reactivación económica, nos quedaríamos sin servicio eléctrico inmediatamente. «Hoy en Venezuela no hay infraestructura para soportar una reactivación», escribió.

-Por supuesto. Antes de eso tienes que empezar a hacer grandes inversiones y sobre todo puntuales, en las mismas industrias, porque estabilizar el sistema eléctrico nacional es una tarea de años. Y solamente estabilizarlo. Mejorarlo, te podrás imaginar. Eso es una decisión que está tomada en cuenta allí, al momento en que Venezuela lleve adelante su plan de recuperación, pero también te da un indicio de que la recuperación todavía no está allí.

-Hablemos más de la parte teórica. ¿Ha habido un diseño para esto? ¿El gobierno lo ha hecho porque no le queda otra, porque ha entendido una suerte de modelo chino? ¿Lo que ocurre es por diseño o fortuito?

-Yo creo que se debe a las circunstancias. No es algo de diseño. O sea, yo no veo a Maduro sentándose y diciendo: «Mira, ¿tú sabes cómo es la cosa? Ya el sistema de control no sirve. Vamos a dar un período de flexibilización». Yo no lo veo. Me parece que fue algo discutido, de acuerdos y posiciones dentro de la coalición de poder y un grupo que se impuso frente a otro. Creo que eso es lo que estamos viendo. Uno entiende que también estas medidas obedecen a un instinto de supervivencia política. Eso pudiese estar allí. No hay una manera de saber específicamente a qué obedeció, pero yo lo veo así, como un encuentro de posiciones donde una se impuso y ese pragmatismo le ha servido. Yo no veo un proceso de reversión, porque lo veo como muy complicado. Si hay algo que medio te ha servido en una situación delicada, yo creo que muy probablemente se vaya a mantener y esto es una señal para hacerle seguimiento. Pienso que el gobierno mantendrá ese pragmatismo, pero estoy atento a las señales de cualquier reversión que pudiese venir.

-¿Y hasta dónde puede llegar? 

-No lo sé. Yo creo que toda esta iniciativa no parte desde Maduro. Entonces, es mucho más difícil de prever, de estimar. Pero yo creo que continuará, quizás no con reformas abiertas, claras, agresivas, pero pienso que un mínimo de pragmatismo continuará sin duda alguna. Quizás eso es lo que marca 2020 hasta que lo político no se resuelva. Eso puede abrir espacios un poco más amplios. Eso no hay que descartarlo. Ya tenemos un Estado que es menos poderoso respecto a lo económico, porque tienen menos recursos y la producción petrolera está en el suelo. Eso ha abierto espacios para que el ciudadano, el sector privado empiece a trabajar más libremente y tomar espacios. Ese cambio quizás sea progresivo y quizás lo estemos viviendo, y hay que saber adaptarse a él. O sea, no sentarse a esperar que el cambio sea de un día para otro. Hoy es un cambio progresivo donde vamos a tener un brinco importante cuando la reforma económica debida, cuando ocurra un cambio político, tenga luz verde, incluyendo financiamiento internacional, y entonces allí sí las mejoras serán significativas. Pero antes tiene que haber un punto de inflexión y quizás estemos precisamente en eso.

-El entorno económico impacta en la evaluación de gestión, lógico. Ecoanalítica lo ha medido y van al calco. ¿Si Nicolás Maduro va flexibilizando y ya el Estado no se mete tanto con la economíael ciudadano reclama menos? ¿Cuál es la consecuencia que puede tener esto a nivel social?

-Yo sí percibo un ciudadano ya convencido de que no depende del Estado y, llevándolo a un extremo, ya no confía en el mundo político como tal por su decepción. Esa media apertura le abre las posibilidades de resolver por su cuenta. Eso me parece que, en medio de todo el drama y sufrimiento, es un cambio positivo, porque ya es un venezolano que está convencido que depende de sí mismo y eso es algo que no lo habíamos vivido por muchas décadas. Claro, necesitamos mejores condiciones para que Venezuela empiece a prosperar. Todavía no las tenemos. Pero ese cambio de mentalidad me parece que va a ser útil. Para mí es un cambio histórico, pero no ha permeado en toda la sociedad. Buena parte todavía está pendiente de los bonos, de lo poco que llegue de parte del gobierno. También se abre una muy bonita oportunidad para tener una economía mucho más diversificada. El venezolano se está empoderando. Cree más en sí mismo. Sabe que no depende de nadie más y está concentrado en eso. Para que ese cambio de mentalidad se pueda aprovechar, vamos a necesitar condiciones macro y unas decisiones de política económica acertadas. Yo veo a Venezuela fácilmente creciendo en doble dígito en los primeros tres o cuatro años después de que empecemos a hacer las cosas bien.

Victor Amaya, @victoramaya / Talcual

 

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