La senectud de la ciudad se ve hoy más reflejada que nunca, cual paciente con enfermedad terminal agoniza ante la mirada desinteresada de los gobernantes, y con más dolor aún, bajo el yugo permisivo de sus habitantes. Aquella Maracaibo vibrante llena de colores y gente dicharachera grita de dolor bajo toneladas de basura que cobijan las calles y aquel remanso de calma que baña sus costas se convirtió en el desagüe visceral de la mediocridad.
Hoy, a 489 años de forjada por sus fundadores bajo el sueño de una cosmopolita moderna a la altura de las grandes ciudades, vive hoy la peor crisis energetica que haya tenido en su historia, con constantes apagones que pueden durar hasta 72 horas seguidas, haciendo que para sus moradores un sempiterno suplicio. que no les permite ni conciliar el sueño.
Al problema de la electricidad se suma el de la falta de agua que hay sectores en la ciudad que pasan hasta dos semanas sin el vital liquido.
Los pocos luchadores que quedan en ella chocan con la triste realidad que los somete, salen a patear las calles llenas de desperdicio tratando de mantenerla viva a través del trabajo digno, los cultores apasionados por lo que fue, la revitalizan a través de tradicionales gaitas y los más devotos piden una mano divina que intervenga tal devastación.
Maracaibo celebra un año más de agonizante vida, con gobernantes que han hablando de renacimiento, pero, que no voltean la mirada hacia las verdaderas necesidades del cotidiano. Y los hijos que nacieron de ella siguen participes del caos y la desesperanza que la contamina, inoculando un cáncer que amenaza con su desolación y tal como cantara el grande Ricardo Aguirre en su gaita “Maracaibo Marginada y sin un real, que más te puede pasar que no te haya pasado”. Esa es el triste aniversario de esta cosmopolita ciudad.
La Verdad