Nacional

Movilidad humana y trata de personas: testimonios de una realidad presente

19 de agosto de 2024

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Por Astrid Anselmi

Diseño: Paloma Lacruz

La trata de personas es un delito latente al que se exponen millones de personas en el mundo, pero en un contexto migratorio representa una gran amenaza para quienes emigran o retornan al país. Esta es una realidad expuesta en el informe 32 del Observatorio de Investigaciones Sociales en Frontera (Odisef) que recoge el testimonio de 9 venezolanos que dan cuenta de la vulnerabilidad aprovechada por las redes de trata en la región, especialmente las que operan desde el vecino país.

De acuerdo con el Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, la trata de personas consiste en “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación”.

Al hablar de “explotación” se incluyen los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o prácticas semejantes, la prostitución y las formas de explotación sexual y la extracción de órganos.

Entre los relatos, el documento muestra la historia de cuatro mujeres jóvenes, con edades comprendidas entre los 23 y 34 años, quienes retornaban a Venezuela desde distintas localidades de Colombia donde fueron víctimas de engaño y coacción, tácticas comúnmente ejecutadas para captar y someter a hombres, mujeres, niños y adolescentes que quedan expuestos a una condición de mayor vulnerabilidad o de abuso frente al explotador.

“Una amiga me contactó por Facebook y me dijo que ella tenía un buen trabajo allá en Colombia, que iba a ganar bien, que nada me iba a faltar, que me fuera. Yo me fui caminando y me di cuenta en el camino que estaba embarazada. Resulta que ella vendía su cuerpo y me dijo ‘mira tú embarazada pagan más’ … lo hice dos veces y no pude, decidí venirme, sentía mucho miedo que me pegaran una enfermedad de transmisión sexual o que le pasara algo a mi bebé”, contó una joven de 23 años proveniente del departamento de Cundinamarca.

En el trayecto migratorio los menores de edad también se arriesgan a ser víctimas de trata de personas, o de redes delincuenciales que atentan contra su integridad.

En pleno corredor de la frontera colombo venezolana, en el estado Táchira, una mujer de 26 años vivió un episodio de terror con su hijo de 9 meses. De acuerdo con el relato presentado en el informe, la venezolana tomó un carro en el terminal de San Cristóbal -junto a sus tres hijos- rumbo a San Antonio del Táchira, localidad que conecta con el departamento colombiano Norte de Santander y el que registra la mayor movilidad fronteriza.

“Llegando a 4 cuadras del puente nos interceptó un carro, nos hicieron montar a la fuerza, el dueño soltó los seguros y nos bajaron, nos pasaron por el río, nos metieron a una casa y se llevaron a mi hijo de 9 meses y si no pagaba 150 dólares no me lo entregaban, dijeron que llamara a mi esposo pues se trataba de un grupo criminal organizado y debía pagar el dinero, con los que estaba me ayudaron entre ellos a recoger 100 dólares y mi esposo me pasó el resto por un pago móvil, me fui al terminal de San Antonio y allí esperé a que él me buscara pues él se vino, yo viajaba a Bogotá a ver a mi familia y a buscar unos documentos personales”, relató.

Otras dos mujeres también atestiguaron el temor de que les arrebataran a sus hijos durante el retorno a casa.

“Regresando de Colombia en Valle del Cauca, fui sometida por gente armada, a mi hijo de 9 años se lo querían llevar reclutado, pero para que me lo dejaran y no se lo llevaran yo tuve que pagar con mi cuerpo, abusaron de mí, allá a los niños se los llevan a partir de los 9 años”, relató una mujer de 27 años proveniente del departamento colombiano de Nariño.

Una venezolana de 34 años que se dirigía al estado Aragua desde el departamento de Antioquia también fue testigo de esa realidad. “Vi como a unas madres les arrebataban a sus hijos durante el trayecto. Uno caminando ve muchas cosas y es difícil evitar que los niños vean eso. Trato de tenerlos siempre cerca mío, uno no sabe quién quiera hacerles daño”, dijo.

Dada la cruda realidad que enfrentan cientos de venezolanos que se movilizan con la intención de salir o retornar al país, especialmente quienes asumen el trayecto como caminantes, el Odisef considera que “es fundamental visibilizar las experiencias vividas por quienes han sido víctimas de este delito durante su experiencia migratoria porque desde sus relatos se pueden graficar los peligros serios a los que están expuestos, sensibilizar al respecto y coadyuvar a su prevención”, dice en el informe publicado en el marco del Día Mundial Contra la Trata de Personas que se conmemora cada 30 de julio.

**Este es un artículo de la Red de Mujeres Constructoras de Paz en alianza con Diario La Nación

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