El miércoles de existir el abogado Félix Otamendi, quien por años residió en barquisimeto y se destacó en el mundo empresarial así como en importantes actividades sociales y deportivas de la región donde desarrolló casi toda su actividad profesional.
Muy joven, el doctor Otamendi se inició en el terreno profesional en la Energía Eléctrica de Barquisimeto cuando esta formaba parte del consorcio canadiense. Se desempeñó como Jefe de Relaciones Públicas y años más tarde como gerente general de la empresa, dejando una huella imperecedera en cada actividad donde era requerido.
Estaba casado con Sara Saap, de cuya unión nacieron cuatro hijos: Sara, Isabel, Dianora y Felix, que han heredado la cordialidad y el temperamento de un padre que los guió en el respeto a los valores más importantes del ser humano y a una barquisimetanidad que fue un signo destacado en la vida de Félix Otamendi.
Este hombre visionario se enamoró del estado Lara y trabajó con pasión en los proyectos de los que formó parte. Entre ellos la fundación de Imaubar, la consolidación del equipo de béisbol profesional e icono de la región larense, el Cardenales de Lara, así como también el Grupo Jirahara.
Desde hace algunos meses presentó quebrantamiento en su salud y hoy, 9 de junio, se apagó su vida, dejando un legado de compromiso y amor por esta tierra.
Desde muy joven se interesó por el desarrollo de un país en crecimiento, con el apogeo de la empresa petrolera y rodeado de extranjeros que le dejaron grandes enseñanzas. Llegó a un Barquisimeto pueblerino, que ayudó a construir desde Enelbar con gran perseverancia y se quedó hasta la actualidad trabajando sin descanso como una de sus grandes pasiones, siendo precursor de diversas organizaciones que ayudaron a hacer de la ciudad crepuscular la tierra que hoy conocemos.
Nacido en Charallave, pero criado en Maracaibo, Félix Otamendi Osorio proviene de una familia emprendedora. Su educación comenzó en las instituciones católicas de la metrópolis marabina en el Colegio El Pilar y luego los Hermanos Maristas. Posteriormente se encargó de estudiar humanidades en el Liceo Baralt, donde descubrió en su juventud la pintura y los libros.
En la Universidad del Zulia, se formó como profesional del derecho y muy joven comenzó a formar parte de Enelven, con cargos que lo ayudaron a conocer más allá de la gerencia, el contacto con la gente, los trabajadores y los usuarios del servicio eléctrico.
Siempre fue muy independiente, combinó sus estudios de derecho con sus aprendizajes en la Escuela de Artes Julio Álamo de Maracaibo, donde se graduó en arte puro. También dio clases de historia y geografía universal en la Escuela Normal.
A los 19 años la universidad le publicó un libro de poesía, una mezcla entre surrealismo francés de la poesía, y así fue desarrollando sus diversas pasiones en paralelo con su formación académica.
Acostumbrado a la actividad inagotable de la metrópolis marabina, tuvo que adaptarse al estilo apacible de Baquisimeto, a donde trajo sus experiencias y ayudó al crecimiento de la ciudad.
Con el apoyo de amigos y conocidos que encontró en su camino, logró muchos sueños, algunos que llegaron por casualidad, otros por su búsqueda personal, pero siempre los acogió con gran responsabilidad.
Luego de dejar un legado importante dentro de la gerencia, consultor jurídico y relaciones públicas de Enelbar, fue invitado a crear el Instituto Municipal de Aseo Urbano (Imaubar) y su empeño de querer servir a la ciudad lo impulsó a reorganizar el ambiente citadino, con la proyección de un sistema de limpieza, con tarifarios y disposición de basura óptimo.
Su primera gran pelea en la institución fue con los operadores, quienes se resistían al cambio y a la organización.
Así mismo, formó parte de la directiva de los Cardenales de Lara en los años ‘60, sirviendo como gerente del equipo y a veces hasta de traductor de los jugadores extrajeros frente a la junta por 12 años.
“Ayudamos a consolidar al Cardenales, sin ningún tipo de experiencia en manejar un equipo de beisbol. Mi oficina de Enelbar se convirtió en el sitio de reuniones del equipo y en mi casa tuve a peloteros y managers. El único que hablaba inglés era yo, y me convertí en el traductor de todos, mediador y negociador”.
Además incursionó en la política, como candidato a la Gobernación de Lara y en el parlamento nacional, donde aprendió las vicisitudes del oficio.