En unas tarimas suenan el golpe tocuyano y el tamunangue; en otras, gaitas zulianas y en otras más, los cánticos marianos de la Iglesia
Cualquiera que levante la mirada en plena alfombra humana divisará gente caminando hasta el horizonte, sin ubicar el inicio ni el fin
Daniel Pabón
(Barquisimeto).- Una señora sale de casa y, en la misma cuadra, sus vecinos también. En buseta, en “ruta-chivo” (como llaman en Lara a los camiones que transportan pasajeros) y a pie, el grupo espontáneo se va haciendo grueso por la acera, hasta alcanzar media calle y luego la vía completa ya sin paso vehicular. Una gota, un río, un mar de gente… un rebaño entero se dirige a Santa Rosa, a encontrarse con su Divina Pastora. Es 14 de enero y en Barquisimeto no hay día más importante en todo el año, todos los años, desde hace 164.
Santa Rosa es un pueblito colonial en cuya iglesia, confiada al patrocinio de Santa Rosa de Lima, está entronizada la imagen de la Pastora. Una bisagra entre Barquisimeto, la capital, y Cabudare, la conurbación que la ha vuelto ciudad metropolitana en el centro- occidente de Venezuela.
Ya monseñor Víctor Hugo Basabe, el administrador apostólico de la Arquidiócesis de Barquisimeto y obispo de San Felipe, ha oficiado la misa pontifical, en cuya homilía ha hablado de la crisis venezolana al compás de los aplausos de respaldo del pueblo.
“Un pueblo”, dijo Basabe, “que últimamente además se ve traicionado por mercaderes de la política en los que anhelante de un cambio, el 6 de diciembre de 2015, depositó su confianza, pero que hoy vendidos por cuatro monedas han decidido servilmente ponerse a disposición de quienes son los principales causantes de toda esta tragedia que vive el pueblo venezolano”.
El presidente, Nicolás Maduro, repudió el mensaje del monseñor y lo calificó de “intento de partidizar y politizar” la procesión.
Son las 10:50 de la mañana. En la plaza de Santa Rosa, un grupo carga en hombros y empieza a movilizar el camarín de la Divina Pastora. “Bienvenidos a la procesión mariana más grande del mundo”, se lee en la pasarela contigua al arco de Santa Rosa, una construcción de cemento que delimita la entrada del pueblo con la de Barquisimeto.
En la ciudad, muchos lo repiten, saben que está por empezar la tercera manifestación de fe hacia María más concurrida del planeta, después de Fátima en Portugal y la Guadalupe en México. Los cálculos más modestos cifran en dos millones los peregrinos, pero la alcaldía ha estimado la asistencia en cuatro millones de personas.
Lo cierto es que acaba de prender motores la cita religiosa más multitudinaria del país. Sobre la avenida Lara, la primera que atraviesa la procesión, un locutor radial pregunta de manera aleatoria de dónde vienen los fieles: las respuestas que gritan van desde Yaritagua, lo más cercano en la vecina Yaracuy, hasta Puerto Ordaz, en el extremo oriental, pasando por Caracas, Maracaibo, Valencia, Táriba y un largo etcétera.
Una, cinco, diez, treinta tarimas… se vuelven incontables las que han montado a lo largo del tramo de 7,5 kilómetros, cada 500 metros marcado con números gigantes en las islas de las avenidas. Ofrecidas por empresas, comercios, conjuntos residenciales o instituciones públicas, las tarimas enseñan homenajes a la Excelsa Patrona, la mayoría culturales en la ciudad musical por excelencia de Venezuela.
En unas tarimas suenan el golpe tocuyano y el tamunangue; en otras, gaitas zulianas y en otras más, los cánticos marianos de la Iglesia. En unas hay bandas o corales enteras, y en otras más agrupaciones o cantantes pop de moda. Encabezados por su himno, la Divina Pastora aglomera toda una suerte de discografía con distintos ritmos que la homenajean desde la música.
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El cielo está preclaro. Bajo el sol picante, Isabel peregrina descalza. Es la forma de agradecerle a la Virgen por quinto año consecutivo la recuperación de su hijo, luego de un accidente. La habitante de Valencia tiene 31 años y, mientras pueda, espera seguirlo haciendo.
No está sola en esa forma de sacrificio. Con la piel de los pies en contacto directo con el asfalto caliente avanzan muchos otros, como Mildred y su hijo de nueve años. En casa está papá, recuperándose bien de una fractura gracias, aseguran, a la intermediación de la Divina Pastora. Por milagrosa la conocen muchos que atestiguan su favor.
El meridiano de este acto masivo de fe es la plaza Macario Yépez. Así se llamó el sacerdote que hace 164 años pidió llevar a Barquisimeto la imagen de la Divina Pastora para ofrecerse él como la última víctima de una epidemia de cólera. Así fue.
Atravesando un arco azul y blanco con el mensaje “Bienvenida seas, Divina Pastora”, la madre de Lara entra entonces a la Barquisimeto más antigua. En esta, la parada más duradera, la Iglesia le ora y la orquesta más tradicional del estado le canta. Como todos no pueden coincidir en esos pocos metros cuadrados de la plaza Macario Yépez, muchos utilizan esta pausa para hidratarse, descansar o almorzar en los alrededores.
La avenida Morán es la menos ancha del recorrido. Por allí avanza la procesión después del homenaje central de la plaza. Los que no caminan, la ven pasar. Si son vecinos de condominio, se organizan para algún recibimiento especial. Pero todos, desde la empresa multinacional más grande, hasta el puesto de hamburguesas más sencillo, despliegan desde gigantografías impresas hasta láminas de papel Bond con el mensaje “Bienvenida Divina Pastora”. Nadie se quiere quedar por fuera de esta fiesta.
En la Morán hubo una protesta creativa contra la violación de derechos humanos. Justo allí la esperaba un maestro jubilado con un cartel en el que se leía “Ya no somos profesores, sino pobresores”. Porque el pulso social está latente todo el día, visibilizado en muchos que izan la bandera nacional en la casa o la llevan al hombro y demostrado en la convivencia dentro de la misma procesión de figuras públicas tan iguales y al tiempo tan diferentes, como Juan Guaidó y María Corina Machado.
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En sus kilómetros finales, la peregrinación se abre por los hasta 10 canales de circulación de la avenida Venezuela. “Hay más gente que en años anteriores”, aprecia Mildred. Cualquiera que levante la mirada en plena alfombra humana divisará gente caminando hasta el horizonte, sin ubicar el inicio ni el fin. Aquí muchos sacan sus celulares para dejar registro de lo que presencian. Algunos calculan hasta 14 cuadras repletas, sin contar las transversales que también se derraman en gente.
“Hermosa”, es el calificativo más común para describirla. La blusa y la falda blanquísimas, el manto estilo vitral, el traje del niño, los zapatos y el cojín… todo armónicamente dispuesto. Esta vez la vistieron los Hermanos de La Salle, para conmemorar los 300 años de la muerte de su fundador, San Juan Bautista de La Salle.
Un ancla en su vestido simboliza la esperanza. Como la que tiene y demuestra José Castillo, un joven de 19 años, estudiante de Ingeniería, de El Cují, que ofreció peregrinar con una pequeña réplica de la Divina Pastora detrás del ícono tradicional. Los números grandes anuncian que está finalizando el corredor mariano de 7,5 kilómetros y por todo el camino no faltó quien cargara la pequeña imagen de José en su nicho de madera. El joven cumplió la promesa por segundo año; el resto de los meses esa Virgen será peregrina de casa en casa.
Son las 3:50 de la tarde. Cinco horas después, la imagen llega a la Catedral de Barquisimeto, esa obra de arte moderno con forma de paraboloide hiperbólico y techo acrílico transparente. Empieza el rezo del santo rosario y después la misa vespertina, oficiada por el obispo de San Carlos, Polito Rodríguez. “Venezuela clama a gritos un cambio de rumbo, una vuelta a la Constitución”. Mientras se ponía el sol picante, la Iglesia volvió a denunciar la crisis nacional y volvió a ser ovacionada por la multitud.
La Divina Pastora estará unos días en la Catedral y, como todos los años, de allí peregrinará por las parroquias de Barquisimeto, de oeste a este, hasta su retorno a Santa Rosa. Estará toda para su pueblo, mientras que larenses regados por países de Iberoamérica la honraron por estos días en misas especiales.
El día atardeció con un cielo tan potente como el que amaneció. Los “guaros”, como llaman a los nativos de Lara, dicen que los 14 de enero en Barquisimeto no llueve, aunque durante toda la peregrinación, donde goteaba continuo, sin importar el sexo ni la edad, era en los ojos de los muchos devotos que se emocionaban al ver pasar en hombros la imagen de la Divina Pastora de Almas. Del corazón del pueblo la fe brota con lágrimas de alegría. Muchas.