HACE OCHENTA y cinco años el mundo creyó que el Apocalipsis se había instalado en la Tierra. Los cuatro jinetes (esta vez tres) empezaron a galopar para imponer una nefasta dictadura que pretendía adueñarse del planeta bajo el eufemismo de “El Eje” que presidía Alemania, seguido luego por Italia y Japón… DEBIDO A UNA artimaña urdida por el ejército germano bajo las órdenes de Adolf Hitler, en 1939, en Glewitz, frontera con Polonia, un grupo de militares vestidos con uniforme polaco irrumpieron en una estación de radio para gritar consignas contra los alemanes, que sirvió de pretexto para el infame dictador para declarar lo que sería la Segunda Guerra Mundial, que duró hasta 1945… SE SUMARON luego las potencias bélicas de Italia, con Benito Mussolini a la cabeza; y el Japón, la Tierra del Sol Naciente, que sembraron de muerte y terror hasta su caída definitiva que empujó al suicidio a Hitler; que terminara fusilado y colgado Mussolini, y que se rindiera Japón en medio de la humillación y vergüenza… SE CREÓ PARA remediar este holocausto, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, precisamente para evitar conflagraciones como la sufrida, que terminó con más de 50 millones de muertos y arruinada la infraestructura de la Europa castigada por tamaño genocidio… PERO CUANDO se creía que el ser humano se había convencido de la locura de lo que es la guerra, surgieron los dos grandes bloques representados por Occidente, liderado por los Estados Unidos, y Oriente, conducido por la Unión Soviética, lo que originó la llamada Guerra Fría… LA PERDEDORA Alemania se dividió en dos hasta la caída del Muro de Berlín en 1989 y la disolución de la URSS en 1991; pero sin pararle a estas dolorosas experiencias, la muerte sigue reinando con la invasión rusa contra Ucrania, y con el inmisericorde ataque israelí contra Hamas en el cercano Oriente, lo que reactiva el pensamiento filosófico de que “el hombre no muere; el hombre se mata”.

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Y ESTO, es todo por hoy.

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MENTIRAS universales:

“Si quieres la paz, prepárate para la guerra”.

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DIOS los bendiga, ¿Saben?

VICTOR MATOS