EL PRÓXIMO DOMINGO se rinde homenaje muy especial por ser el Día de la Madre. En muchos hogares se estará muy lejos de llevar a cabo una celebración por tan significativa fecha. En demasiadas familias se añorará la ausencia del padre, de los hijos, de los hermanos, que han tenido que salir al exterior en procura de un mejor bienestar…EN MUCHAS CASAS, incluso, se morderá la ira por el desmembramiento de esta pequeña pero más importante célula de la sociedad, el desarraigo de sus seres queridos, la diáspora obligada, el irse a otros confines a la aventura, a la buena de Dios, lo que constituirá en muchos hogares un ambiente de malestar, tristeza y desasosiego. Será un domingo para recordar, mordiendo la impotencia ante la crisis que se agiganta cada día que pasa…SERÁ POR ESTO el recuerdo de un Día de la Madre atípico, tan distinto a los de años anteriores, en donde sacaban a la reina de la casa a restaurantes, salas de fiestas o la festejaban reunidos bajo el amparo del amor, del cariño y de los regalos, que actualmente se recordarán como una época pasada que nos ensombrece al correr de las horas…EL DÍA DE LA MADRE era la fecha que movía presurosos a sus hijos por llevarle cuando menos un ramo de flores, una torta exquisita, un obsequio emblemático, como manera de gratitud por sus desvelos, por su entrega, por su religiosidad al levantar a su prole, que alegre compartía en la alegría y la dicha por tenerla viva y al lado nuestro con el mismo latido de su corazón desde el primer instante que nos trajo al mundo…SERÁ PUES ESTE, un domingo 13, para recordar un instante en el camino de la fatalidad, en la calamidad continua, en el empobrecimiento creciente, en el drama insostenible, en el ambiente en donde lo que se gana ya ni siquiera alcanza para medio comer, mucho menos para obsequiar…SE ACABARON las campañas del comercio por esta celebración, sus rebajas en regalos y prendas, sus descuentos por la fecha. Ya nadie está para atender estos llamados, primero porque no hay liquidez para hacerlo; segundo, porque la gente joven está allende las fronteras y, tercero, por ese sentimiento de encontrarse en un callejón sin salida, tras los barrotes de la angustia y la desesperación, en donde solo las lágrimas parecen asomar como un paliativo de alivio a nuestros espíritus…EL SUFRIMIENTO, así, se comparte por igual: madres e hijos, las primeras rezando porque les vaya bien en el destino en que se encuentren, y los segundos por lograr sus sueños que permitan ayudar a la progenitora que hizo posible su formación y fortalezas…OJALÁ TODO cambie, no en el futuro lejano sino en el mañana más cercano, para devolver la risa hogareña, la comunión de ideales, el amor fraterno y filial.
De seguro que nos lo merecemos.
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Y ESTO, es todo por hoy
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MENTIRAS Universales:
“El domingo voy a sorprender a mamá”
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DIOS los bendiga…¿Saben?
VÍCTOR MATOS