PARECE SER, da la impresión, la historia así lo certifica, que el color negro es la cenicienta del arcoíris de la policromía que ofrece la naturaleza ante nuestros ojos, de tal forma que se ha convertido en el estigma que refleja la tristeza, acompañado de la agonía, de la frustración… EJEMPLOS SALTAN a la vista diariamente, si empezamos con la supremacía blanca, con el racismo de siglos contra los hombres y mujeres de raza negra, llevado luego a la criminalidad al señalarlas como personas de alma negra, y si son enemigos de un sistema, ponerlos en la lista negra… PERO TAMBIÉN se encuentra el misterio de la magia negra, y si de desgracias económicas se habla, aquí aún se recuerda el Viernes negro de la década de los 80, y si de especulaciones se trata, ya tenemos el mercado negro, y hasta lo que recientemente se acusa en Hong Kong sobre la incertidumbre de la llegada de una catástrofe llamada la Tormenta Negra… O SEA QUE el color negro se ha convertido en sinónimo de la fatalidad, el infortunio, la tristeza, como el luto de negro por la pérdida de un ser querido; y si el blanco es el símbolo de la paz, la hermandad, la tranquilidad, la bondad y los buenos sentimientos, el negro, que no admite en su plano presencia de color distinto, es lo profundo, lo ignoto, lo infernal que aterra, conmociona, y se arrincona como el color del pecado… EN NUESTRO MEDIO, a excepción del aurinegro futbolístico, la camiseta que brilla en nuestros triunfos deportivos, aún existe cierta aprehensión por lo oscuro, lo tenebroso, lo inexplicable, que surge de un espíritu malo, negro, sin luz, sin vida alguna, pero que está ahí como tótem que la humanidad ha erigido tal cual es el símil del diablo que todo lo opaca, lo esconde, en los tenebrosos túneles de nuestro subconsciente, en donde la maldad reina por no ser vista pero sí figurada por ese color negro que nos asusta, que nos aterra y que hemos llevado al paroxismo del temor y hasta de la ignominia cuando se trata del color de la piel de millones de semejantes que fueran en un principio esclavizados y luego colonizados para vergüenza del ser que se cree superior en raza, estatura, color de ojos y cabellos rubios, como era el prototipo de la raza perfecta por la cual Adolfo Hitler fanatizó a millones de alemanes bajo la consigna del nazismo y la irracionalidad mental de creerse que la etnia aria era la raza perfecta y única capaz de gobernar al mundo… HASTA LAS canciones han recordado este tipo de xenofobia, si es que traemos a la memoria los versos de los Angelitos Negros del gran poeta venezolano Andrés Eloy Blanco.

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Y ESTO, es todo por hoy.

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MENTIRAS universales:

“Aquí no olvidamos a Negro Primero”.

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DIOS los bendiga, ¿Saben?

VICTOR MATOS