“CON MI CELU… NO TE METAS” dijeron el mes pasado los jóvenes de la llamada generación Z y dispararon una serie de violentas manifestaciones en protesta por la medida de suspender el uso de las redes sociales en Nepal, que terminó con la muerte por la represión oficial de más de treinta manifestantes muertos y una centena de heridos, que obligó a la renuncia del primer ministro, KP Sharma Oli… LAS TURBAS violentas tras la salida del gobernante, le incendiaron su casa, al igual que la sede del parlamento y varias residencias de políticos que ardieron en llamas… Y COMO AL LADO del enfermo come el alentado, aprovecharon estos disturbios unos quince mil presos que se fugaron de sus sitios de reclusión y hasta la fecha no se les ve ni el polvo… ESA NACIÓN, LUEGO de las cruentas manifestaciones, está volviendo a la calma debido a la intervención del ejército nepalí y a arreglos políticos que se están conversando en una especie de mesa de armisticio luego del caos vivido en las calles por el afán gubernamental de acallar las críticas que se hacían contra la corrupción en el país y que obligaron al restablecimiento del uso de las redes sociales en donde se denunciaban una serie de hechos dolosos a cargo de funcionarios del Estado… TAL FUE LA REACCIÓN de los jóvenes y adolescentes al querer acallar sus teléfonos móviles, que de un momento a otro la convulsión no se hizo esperar y la respuesta fue tan inesperada que obligó a sus autoridades a dimitir y a dejar las cosas como estaban… EN VENEZUELA, se denuncia que el servicio de Whatsapp se ha convertido en una línea de espionaje y muchas portadas alertan sobre censuras a sus informaciones, pero lo cierto es que según parece, existen laboratorios de mensajes sucios que dejan en el limbo al más desprevenido… LO SUCEDIDO en Nepal, en donde la tranquilidad vuelve lentamente, es una lección que deberíamos estudiar a la luz de la influencia del teléfono móvil que tiene en los niños y adolescentes de hoy, en donde muchos de ellos dependen de sus mensajes, a lo que se abstraen por cuatro y hasta ocho horas diarias, a tal punto que en varias naciones tanto de América como de Europa, se ha prohibido su uso durante las clases de primaria y secundaria, pues la atención de los nacidos en el presente siglo ponen más cuidado al minúsculo aparato que al propio docente y que en el hogar se excluyen a papá, mamá y hermanos, convirtiéndose el celular en un arma de doble filo o pensando hasta dónde nos podrá afectar en el futuro.

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Y ESTO, es todo por hoy.

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MENTIRAS universales:

“Si me dejas, no te extrañaré. ¡Ni que fueras mi celular!”

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DIOS los bendiga, ¿Saben?

VICTOR MATOS