Mons. Luis Alfonso Márquez Molina, cjm
Lástima que ahora muchos venezolanos hayan olvidado la importancia de una carretera llamada La Trasandina. Hasta más o menos 1923 se gastaban casi dos meses para ir de San Cristóbal a Caracas. Había que pasar por Maracaibo y Curazao. Con la Trasandina, cuatro días bien completos y repletos de San Cristóbal a Caracas. En la década de los años 1950 se construyó la Panamericana y el trayecto se hacía en 15 horas más o menos. Luego no recuerdo en qué año en la década de 1960 se hizo la carretera por Barinas y en autobús se tardaban 10 horas de la capital del Táchira hasta la capital de Venezuela. Es decir, acortamos las distancias y los tiempos como sucede en los países desarrollados o en vías de serlo. Hoy los autobuses que van por Barinas tardan hasta 20 horas. Vamos de para atrás. La causa son los cientos de reductores de velocidad y un sinnúmero de alcabalas y puntos de control inútiles, molestosos y hasta irrespetuosos con lo ajeno. Hace pocos años viajé de Buenos Aires a Río de Janeiro, casi dos mil kilómetros, 48 horas de autobús. Solamente tuvimos que bajar una sola vez en la frontera para sellar pasaportes. Las autoridades venezolanas deben buscar la calidad de vida del pasajero y no hacerle un calvario deprimente y ofensivo. Si seguimos así, el turismo nunca levantará la cabeza. El paisaje entre Cordero y La Grita es precioso pero es difícil disfrutarlo. Es una carretera infernal. Hay más huecos que curvas y tiene escaso por no decir pésimo mantenimiento. Así no habrá turismo. Antes había unos cuatro sitios para atender al viajero o al turista. Ahora están todos cerrados. Un gobierno que se precie de ser bueno tiene que asegurar tres áreas fundamentales como son Educación, Salud y Seguridad Pública. Las demás áreas, como vender morcillas, bañar perros, fabricar muebles, hacer autobuses, fundar tiendas y supermercados, eso debe correr por cuenta del sector privado con lineamientos claros y precisos de las autoridades del sector público. Una buena carretera es cuestión de salud y seguridad. Arreglen la carretera Trasandina. Así podremos desarrollar el turismo nacional, estadal y municipal. No encarezcamos la vida ni los alimentos con inútiles alcabalas y reductores de velocidad. Eso lo enseñaba yo cuando era profesor de una materia llamada FORMACION MORAL Y CIVICA y un autor de los libros era el profesor Francisco Canestri. Ojalá difundan estas ideas para colaborar aunque sea con un granito de arena en la construcción de una Venezuela libre, con educación ciudadana y con respeto de todas leyes, especialmente de la Constitución Nacional.