Pedro Morales
Dentro del corazón de cada ser humano reside un vínculo sagrado entre las madres terrenales y la Santísima Virgen María. Este lazo, creado por la divinidad, actúa como un baluarte y un pilar en nuestras vidas, una presencia protectora y amorosa que va más allá del tiempo y el espacio. En esta víspera de Navidad, cuando el mundo se ilumina con esperanza, es un momento propicio para reflexionar sobre la inmensidad de este amor que nos rodea y sostiene.
La pérdida de una madre, sin importar la edad, nos enfrenta a la dura realidad de su ausencia. En esos momentos de profundo dolor, el vacío que se instala en nuestra existencia se siente abrumador. Es como si una parte esencial de nosotros se hubiera ido, dejando un hueco que nada ni nadie puede llenar. Este vacío se convierte en un recordatorio constante del amor que compartimos, un amor que perdura en cada recuerdo y en cada susurro de su voz.
La figura materna se erige como un faro de esperanza, una guía incondicional que nos orienta en los momentos más oscuros. Su voz, su caricia y su mirada son el bálsamo que sana nuestras heridas y nos proporciona consuelo. A medida que nos acercamos a la celebración del nacimiento de Jesús, recordamos que María, en su pureza y amor, es también la madre de todos nosotros.
Cuando ese pilar ha desaparecido físicamente, nos encontramos sumidos en una tormenta de emociones. La tristeza y el dolor se entrelazan con los recuerdos más atesorados. En nuestra búsqueda de consuelo, nos dirigimos a la Santísima Virgen María, quien comprende nuestro sufrimiento. Su compasión infinita nos envuelve, recordándonos que no estamos solos en nuestra tristeza.
A través de la fe y la esperanza, encontramos consuelo en la certeza de que nuestras madres siguen presentes en lo más profundo de nuestro ser. Su amor perdura en cada acto de bondad y en cada lección que nos dejaron. Aunque físicamente no estén a nuestro lado, su influencia vive en nuestros corazones. Así, honramos a nuestras madres y a la Santísima Virgen María, reconociendo su impacto en nuestras vidas. Su amor y guía nos acompañan, recordándonos que nunca estamos solos, incluso en los momentos más difíciles.
En este espacio vacío, descubrimos el poder de la memoria y el amor que trasciende la existencia terrenal. Aunque no podamos llenar ese hueco, hallamos consuelo en la certeza de que nuestras madres están siempre con nosotros, guiándonos desde el cielo. Cada estrella en la noche y cada rayo de sol nos recuerda su amor eterno.
A medida que reflexionamos sobre el amor eterno de nuestras madres y la figura maternal de la Santísima Virgen María, es importante recordar que este amor no solo se siente en la intimidad de nuestros corazones, sino que también puede ser explorado y compartido en comunidad. En este espíritu de conexión y aprendizaje, se extiende una cordial invitación a ver el programa educativo “Salve María Auxiliadora, economía de la salvación y de la felicidad verdadera”, que aborda la temática «El poder del amor maternal«. Este programa nos invita a profundizar en la influencia del amor maternal en nuestras vidas, reconociendo cómo este lazo sagrado nos guía y fortalece en cada paso de nuestro camino. Enlace del programa: https://www.youtube.com/watch?v=sarbssssX9s
En esta época navideña, que la luz de la Virgen María y la dulzura del Niño Jesús nos inunden de esperanza. Que el amor de nuestras madres, tanto terrenales como celestiales, nos inspire a construir un mundo más bondadoso. Mis más sinceros deseos de salud y armonía con Dios, la Virgen y el prójimo. Que esta Navidad sea un recordatorio de que el amor materno perdura, un abrazo que nunca se apaga y una luz que siempre nos guiará.
¡Al final, el Inmaculado Corazón de la Virgen María triunfará!
Economista ULA. Profesor Titular ULA-UNET. Proyecto educativo: “Salve María Auxiliadora, economía de la salvación y de la felicidad verdadera”. Postulante a Rector de la Universidad Nacional Experimental del Táchira. (UNET) [email protected] / WhatsApp +58 416 8735028