Opinión

Alcaldes, ahora a trabajar

15 de diciembre de 2017

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“Los municipios constituyen la unidad política primaria de la organización nacional, gozan de personalidad jurídica y autonomía dentro de los límites de esta Constitución y de la Ley.

La autonomía municipal comprende:

1.- La elección de sus autoridades.

2.- La gestión de las materias de su competencia.

3.- La creación, recaudación e inversión de sus ingresos“.

(Art. 168, Capítulo IV del Poder Público Nacional, Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, 1999)

Luego del extraordinario resultado de las elecciones municipales realizadas el domingo 10 de diciembre, con un porcentaje que superó el 70 por ciento para el chavismo, con la elección de 335 alcaldes en todo el país, ahora la realidad los llama a trabajar.

Un nuevo mapa político se refleja en toda Venezuela, con un escenario democrático nunca visto en país alguno, el cual nos señala el camino de la Revolución Bolivariana, con más de 24 elecciones en su haber y un récord en el último año 2017 de tres elecciones: Asamblea Nacional Constituyente, gobernadores de estado y alcaldes de todo el país.

A pesar de la grave situación económica que atormenta a toda la población venezolana, de una hiperinflación inducida que nos asfixia y acorrala con los altos precios de los productos de primera necesidad, que se desbordan, y además el alto costo de la vida, el pueblo venezolano respondió con una participación masiva en las pasadas elecciones municipales, al brindar un respaldo absoluto al presidente Nicolás Maduro, hijo y heredero del legado del comandante Hugo Chávez Frías.

No resulta fácil para los enemigos del proceso revolucionario en el exterior, en especial para el establishment norteamericano, entender el comportamiento de los venezolanos, a quienes se les han aplicado los más insólitos manuales desde el Departamento de Estado y desde la OTAN, para derrocar a un gobierno revolucionario al cual no se cansan de calificar en el mundo como una “dictadura”.

Todos los mecanismos ensayados y probados en sistemas políticos del mundo para tumbar y destronar gobiernos, los cuales no resultan del agrado del Departamento de Estado, han sido puestos a prueba.

El modelo aplicado en Chile, Centroamérica, en los países árabes y en el Medio Oriente (Libia, Afganistán, Iraq y Siria), se ha estrellado en Venezuela; sobre todo por la conducta de un pueblo, que asumió su rol protagónico con la llegada en 1998 de un líder incomparable como el comandante Hugo Chávez Frías y su Revolución Bolivariana.

No ha sido fácil superar los escollos para el gobierno revolucionario, asediado desde todos los flancos por una oposición lacaya y rastrera, la cual, afortunadamente, ha ido de fracaso en fracaso, gracias a su tozudez y a su falta de imaginación, incluso para interpretar los guiones que le ha preparado el propio imperio norteamericano.

El resultado apabullante obtenido por el chavismo en las pasadas elecciones contra la oposición, la cual ha estado equivocada de plano en su estrategia al no participar abiertamente en las elecciones municipales, si bien representa una honrosa victoria para los bolivarianos, también es una clarinada para los nuevos líderes (alcaldes y alcaldesas), quienes resultaron victoriosos el pasado 10 de diciembre.

Los métodos que buscan retomar el poder por parte de los imperios del Norte (USA y la OTAN) y sus perros falderos de América Latina (México, Colombia, Perú, Chile, Brasil y Argentina), han sufrido una nueva derrota, que marca y señala de nuevo una consigna para los pueblos de la Patria Grande: “¡Alerta, alerta, alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina!”

Este grito, desde luego, ya no es una consigna, sino un llamado a mantenernos firmes en la lucha por la liberación de los pueblos de las oligarquías opresoras y lacayas del considerado patio trasero de los gringos en la América del Sur.

El triunfo de los más de 300 alcaldes de la Revolución Bolivariana, quienes enarbolan las banderas del chavismo y de las fuerzas de izquierda en Venezuela, representa un signo que esconde algo más que un triunfo electoral.

La victoria obtenida por las fuerzas del PSUV y el Gran Polo Patriótico es una llamada al trabajo coherente y organizado del pueblo; este se remonta desde sus primeros espacios geográficos, junto a la organización popular, como los consejos comunales, quienes reclaman respuestas y acción inmediata del Estado y la Revolución Bolivariana.

Si bien el pueblo ha soportado estoicamente las arremetidas de una guerra económica y de guerras de nuevas generaciones (psicológica, mediática, guarimbera y de especulación), ahora espera de sus líderes, comenzando por los 335 municipios del país, que recuperemos el tiempo perdido, enfrentemos los problemas y busquemos soluciones.

Ahora nos toca derrotar definitivamente a la oligarquía hambreadora y a los siempre codiciados apetitos del Norte por nuestras riquezas naturales y nuestro petróleo, sobre todo por parte del imperialismo norteamericano y de sus lacayos de la OTAN.

Llegó la hora de invocar y hacer realidad el mandato de Chávez: “Unidad, lucha, batalla y victoria”.

¡Amanecerá y veremos! (Marco Tulio Arellano)

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