Opinión

Andrés Bello y la educación

25 de noviembre de 2018

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Por Gustavo Villamizar D.

Su separación a temprana edad del fragor de la gesta independentista en que se hallaba la patria, ha hecho que muchos historiadores y opinadores lo consideren algo menos que un traidor, lo cual resulta por demás injusto, quizás por el desconocimiento de la vida y obra del personaje. Andrés de Jesús, María y José Bello López, nacido en Caracas el 29 de noviembre de 1781, asumió precozmente la labor de educador, tanto que siendo apenas dos años mayor que Simón Bolívar, fue su maestro. Fue de tal manera apasionado por la práctica pedagógica  que el Maestro Prieto Figueroa (1980) lo describe como “el tipo  ejemplar del educador”.

Andrés Bello viajó a Londres en septiembre de 1810 junto a Luis López Méndez y el Coronel Simón Bolívar, quien presidía la comisión, con el propósito de cumplir la primera misión diplomática de la República de Venezuela, en solicitud de apoyo a la causa independentista, infelizmente desatendida por el imperio británico. Lograron sí que  Francisco de Miranda aceptara venir a Venezuela a incorporarse a la lucha libertaria, pero el gran humanista se consiguió con el tesoro que significaba la para entonces perseguida biblioteca del héroe precursor y entonces, tomo junto a sus compañeros la decisión de quedarse. No podía el maestro perder la oportunidad de abrevar en aquella maravilla rebosada del pensamiento de los clásicos y sobre todo, el compendio de publicaciones  de los pensadores del siglo de las luces y los gestores de las tesis republicanas que auspiciaron la Revolución Francesa, textos todos cuya lectura estaba prohibida en América, por la iglesia y la corona española.

La caída de la primera república en 1812 y los crueles avatares de la guerra hacen que Bello prolongue su estada en Londres por 19 años. No obstante su dedicación a la vida intelectual nunca se distanció del proceso independentista, por el contrario permanentemente trataba de buscar cómo cuanto saber atesoraba podía ser utilizado para sacar a nuestras nacientes repúblicas de la orfandad cultural en que las dejó el régimen colonial. De ello dan cuenta la Biblioteca Americana editada en 1823 y después, el Repertorio Americano, publicaciones que se fundaron para contribuir a la lucha independista, la difusión de sus ideas y la conformación de las nuevas naciones. En carta enviada  al Dr. Pedro Gual, poco antes de su regreso a América en 1829, Bello manifestaba su ferviente deseo de servir a Colombia, intención que no pudo concretarse porque aquel era el preciso momento de las enconadas pugnas de Santander en  Nueva Granada, Flores en Ecuador y Páez en Venezuela, que dieron al traste a la hermosa construcción bolivariana. Decidió entonces asentarse en Chile donde se consagró a colaborar en la construcción de las instituciones, la difusión de la cultura y el conocimiento por el esfuerzo educacional, a sabiendas de que “La ilustración era condición indispensable de la libertad”.

En esta búsqueda de difundir luces a los ciudadanos en general de las nuevas repúblicas, propuso concebir una pedagogía americana acorde a nuestras necesidades, condiciones y circunstancias, que tienda a hacer a los individuos útiles a sí mismos y útiles a sus semejantes por medio de la educación para la prosperidad social. Igualmente, señaló la necesidad de asumir la educación con criterios de justicia social, afirmando que esta no puede limitarse “a pequeñas porciones de pueblo” para dejar al resto “sumergido en la noche de la ignorancia”. Dejó plasmado en periódicos, revistas, libros  y los textos de enseñanza que escribió, su ideario pedagógico referido al modelo educativo y  cada una de sus etapas, así como lo relativo a las condiciones de los educadores. Asignó a la universidad una función totalizadora de elaboración y propagación del saber, asignándole  la tarea de investigación “donde se acumulan constantemente las adquisiciones científicas para derramarse luego más fácilmente por las diferentes clases de la sociedad”; e igualmente, la formación profesional, “el encargo especial de velar por la instrucción primaria”, encomendándole igualmente la orientación de la educación secundaria o colegial, así como la vigilancia de la formación de los maestros. La obra educativa de Bello tiene una alta significación y su magisterio una cadena de grandes propuestas y realizaciones en ningún modo inferiores a sus fases de gran civilizador, escritor,  poeta, filólogo, gramático, fundador y rector de universidades.

“Los buenos maestros, los buenos libros, los buenos métodos, la buena dirección de la enseñanza, son necesariamente la obra de una cultura intelectual muy adelantada”.

*Entrecomillado: Andrés Bello.

 

 

 

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