Eduardo Fernández
La vieja política, o sea, la que ha prevalecido hasta la última consulta electoral en la elección del 21 de noviembre pasado, se convirtió en el campo de batalla entre dos bandos enfrentados por el poder. Dos bandos que no toman en cuenta el interés nacional, el interés de los ciudadanos. Lo único que interesa es la lucha por el poder: los que lo tienen, luchan por conservar el poder. Se aferran al poder sin reparar el enorme daño que su permanencia en el poder produce al país y, por consiguiente, a sus ciudadanos. Los que no lo tienen, luchan por alcanzarlo, sin explicar demasiado los propósitos que los animan.
Es una lucha por el poder con carácter agónico. Si prevalece un lado, su intención es perseguir y exterminar al otro. No hay espacio para una política de tolerancia, de convivencia, de servicio a los intereses superiores del país.
No hay propuestas, ni argumentos, ni doctrina, ni ideales más allá de la pugna por el poder. El interés de los ciudadanos, el sufrimiento de la gente, las esperanzas de progreso y de cambio no forman parte de la agenda en esa lucha agonal.
Los venezolanos requerimos sustituir esa forma de hacer política. La peor cara de la política es la que hemos visto en los últimos años. Es urgente estrenar, desde el inicio de ese nuevo año, una nueva manera de hacer política, que tome en cuenta el interés de la gente, sus sufrimientos, sus esperanzas y sus angustias.
Una Política Nueva que rompa con el viejo y desacreditado sistema de partidos, en el que prevalece el populismo, los gritos, las descalificaciones recíprocas, el odio y la división.
Esa política que puso de moda el comandante Chávez y a la cual buena parte de la oposición le ha hecho el juego. La Política basada en el odio, el resentimiento, la división y los insultos tiene que desaparecer para siempre.
Unión y Progreso es un movimiento político que insurge en la vida nacional justamente para abrir espacio a una Política Nueva que convoca a la unión y al progreso.
Seguiremos conversando.