Eduardo Marapacuto*

        La más reciente visita Nicolás Maduro a la República Popular de China,  le dañó los días y quizás  las semanas completas  a los opositores, al imperio norteamericano y a los eternos amargados que andan por allí; a quienes se les pusieron los ojos chinitos por sus propias lágrimas de amargura, de rabia, rencor, furia y traición, porque el camarada Presidente se fue a esas lejanas tierras a consolidar las alianzas y los acuerdos necesarios para garantizar y preservar la seguridad de la nación.

          Como dirían, toda esa camada opositora, enemigos del gobierno y del pueblo venezolano,  rechinaban los dientes viendo como al camarada presidente lo recibieron como el líder y gran estadista que es, de una Patria que se crece en medio de las dificultades y que ha demostrado tener valor al soportar todos los ataques y todas las trampas para seguir firmes por los caminos de la libertad. Esa es nuestra Patria y en su grandeza, todas y todos nosotros, debemos proyectarla y llevar su voz y su dignidad hasta allá, hasta los confines de la tierra, si es necesario. No debemos quedarnos callados, ni muchos menos estancados en las contemplaciones y el lamento, sino que hay que luchar contra esas fuerzas, que a través de la mediática y campañas bien estructuradas, quieren dejar ver que la revolución es un fracaso. Si así fuera, entonces por qué los ataques y las sanciones imperiales.  Grave sería bajar la cabeza y arrodillarnos ante nuestros enemigos y pedirles clemencia a esos verdugos imperiales.

          Ahora bien, qué anda haciendo nuestro camarada presidente por allá. Digamos que construyendo una relación más sólida y beneficiosa para nuestro pueblo, para nuestra economía y para el aparato productivo del país; buscando apoyo financiero y político, porque el imperio gringo no descansa en su empeño perverso de querer destruirnos como Nación, desintegrar la República y borrarnos nuestra memoria de pueblo luchador y amante de la libertad y la paz. Así que siga usted adelante, camarada presidente, caminando y recorriendo esos caminos y esas tierras, cuantas veces sea necesario,   buscando las oportunidades y los apoyos necesarios para garantizar la seguridad de nuestra Patria y el bienestar y la felicidad de nuestro pueblo.

          China es una potencia mundial y un socio confiable. Además, recordemos su proceso de apertura que se inició a finales de los setenta del Siglo XX, impulsado por Deng Xiaoping, que transformó la economía China para enfrentar los desafíos y construir un Nuevo  Orden Mundial, el  el cual ya asomó sus primeros destellos en el sol naciente de los BRICS, liderado por Xi Jinping, Luis Ignacio Lula da Silva y Wladimir Putin. Recordemos que ese Nuevo Orden Mundial que se está diseñando y desarrollando en el propio terreno de la economía global, lo está haciendo en medio de fuegos cruzados, que definen escenarios de guerra y a la vez tableros de ajedrez, donde se están acoplando las fichas, con jaque mate a las hegemonías de los imperios en decadencia.

          Precisamente, nuestra Patria, en esa visión geopolítica y geoestratégica de los nuevos tiempos, estamos mirando ese tablero y apostamos a ese nuevo orden, donde haya respeto por la vida de los pueblos, donde se respete la dignidad de los seres humanos y donde la paz sea la voz de la convivencia. Ya los tiempos del miedo tienen que acabarse y se imponga la voz de la racionalidad. Ya basta de agresiones, ya basta de chantaje.  ¡Qué así sea!

Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas.

          Investigador RISDI-Táchira

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