Opinión

Carta para Morriset (fragmento)

26 de julio de 2024

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Porfirio Parada

Luego del primer viaje nos despedimos diciéndonos a los ojos para volvernos a ver. Sin palabras, aunque le dije que si vivías en la misma ciudad pensando en vernos de retorno. Meses pasados nos vimos en el centro de la ciudad andina, marcando el juego de las reuniones improvisadas, informales, para celebrar el viaje y el escape, al menos por unos momentos, te vi y te volví a mirar reconociendo la belleza en tu lenguaje y mirada. Había otras personas, música en alto volumen, frío en la noche nocturna, empezamos a hablar con el ruido en las paredes y en la pista de baile, empezamos a conocernos a medias, por breves momentos de comunicación. Salíamos y entrábamos al local, nos veíamos entre las luces y las sombras, con el tiempo finito, con la soltura de las primeras interpretaciones del sentir ¿En ese momento sabíamos que estaríamos escribiendo nuevos capítulos de la historia de nuestras vidas juntos?

Faltaba un día para regresar del viaje, las montañas me conmovía, la ciudad me era ajena, pero la reconocí por la infancia. mi cuerpo sin orden ni planificación se estaba transformando, había algo en mi vida que en ese momento estaba naciendo. Te empecé a pensar, intentaba dibujar mis primeros recuerdos de tu rostro y cabello. Tu sonrisa me envolvió el cuerpo.  Estaba decidido en volverte a ver y poder conocerte mucho mejor, sin apresurar las situaciones y los movimientos, sin exigir ni definir los sentimientos, mi deseo era solo verte así no me hablaras, pero que supieras que estaba ahí en ese espacio. Estabas en un carro particular, pero también subiste a la buseta, recorriendo valles, páramos, y calles de mucha montaña, sin querer o queriendo al lado de mi puesto. Sí me sentí algo nervioso con tu presencia, pero de los nervios surgió la calma y luego el deseo de hablar contigo. Y hablamos de la vida, de breves cosas, nos hicimos algunas preguntas elementales, éramos los dos entre el paseo de varios, éramos los dos entre las voces y la música y el clima andino y la noche que de nuevo llegaba.

Volver a querer es volver a sentir al mundo. Volver a hablar, a mirar, volver a reconocer las cosas. Volver y dejarse sorprender. Compartir el silencio, las pausas y la respiración. Cuando regresamos a la ciudad, contaba las horas para verte de nuevo. Luego entre risas y anécdotas, ya cuando nos vemos y nos sentimos enamorados, sin explicar, compartimos que soñamos con el uno y el otro, sueños de cada quien. Es extraño.  Empezamos a caminar acompañados, luego con los días empezamos a caminar los dos, nos buscamos de diferentes maneras, el deseo de vernos era emocionante. Y caminando volvimos a saber ese arte de agarrar a la persona querida de la mano. En el poco tiempo conocido y desconocido, en los espacios que quedan y sobran, entre vernos y pensarnos, hemos bailado, reído, escuchado música, intercambiar pasiones, visiones, otros sueños. Hemos caminado y hablado de Dios, de política, de historia, de literatura, de las luchas, del vivir,  hemos estado en carro, taxi, transporte público. Ir al cine o subir a la montaña. Hemos compartido algunas lecturas en voz alta. Hemos compartido la noche, el alba y el día, hemos vivido cosas inimaginables, momentos que no veíamos como reales, entre los pasos perdidos nos encontramos.

Ya nos hemos definido sin definiciones, ya nos hemos extrañado, ya hemos convivido con cercanías y ausencias.  El valor de estar, la valentía que escriben los poetas sobre los enamorados, el seguir conociéndonos, el seguir creando formas de amar y querer, de brindarse alegría con el otro, de ser uno mismo con dos. Sigo conociendo tu habla y tus expresiones, tu vida fragmentada entre la patria perdida pero viva, y la que ahora vives también golpeada pero bella como el vecino país. Vivimos para redescubrirnos, volver a ver, volver a comenzar es parte esencial de la vida, nuevos comienzos con distintas formas de ver, pero acompañados, acompañados en el camino que recién se camina juntos, el amor es un misterio y un idilio, es una fuerza que se vive queriendo. Para muchos el amor es la razón de la existencia. Supongo que habrá luchas, posibles combates, resistencias, nuevas distancias, mucha paciencia y entendimiento, pero este es el riesgo y el fuego a la vez, esta es la vida cuando dos se buscan sin buscarse, se desean y se atraen, este es el viaje y el cariño de amar. Gracias, siempre gracias, y todo lo mejor para ti.

Lic. Comunicación Social

Locutor de La Nación Radio

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