Eduardo Marapacuto
La lucha política en Venezuela no sólo se da desde las estructuras partidistas, sino también desde los cenáculos de otros sectores determinantes, donde los elementos de distorsión son como la piel refinada que los cubre, a través de cuyos poros traspiran la maldad que le imprimen las fuerzas oscuras para manipular la verdad y crear sensaciones de caos y crisis terminal de la democracia revolucionaria; despreciando de esa manera los valores de la cultura política. Esa es la verdad, todos los sectores agrupados en la derecha siguen conspirando y con sus diferentes arsenales disparan irracionalmente para hacer daño y causar resquebrajamiento en el cuerpo institucional del gobierno y del Estado.
A pesar de los grandes esfuerzos que se hacen desde el gobierno revolucionario para garantizar la estabilidad y la marcha de todo el sistema político, los sectores opositores siguen ensayando acciones de un recetario de sopas maggy, para volver turbio el caldo. Entre esa gama de sectores irrecuperables, se encuentran los “sesudos” de la derecha, fieles defensores de lo elitesco, de lo banal, de lo superfluo. Sí, los “sesudos” de la derecha se creen dueños de la verdad y como dioses del Olimpo justifican sus argumentos con palabras rebuscadas cuyo sustento se pierde en la mediocridad de las frases.
Durante el gobierno de Hugo Chávez se desarrollaron sendos mecanismos de gobernabilidad apegados a los elementos esenciales de la democracia y sustentados en la Constitución de 1999. Tales mecanismos se manifiestan de modo cada vez más visibles en el presente, precisamente, porque desde el 19 de Abril de 2013 Nicolás Maduro asumió la presidencia bajo la consigna de continuidad del proyecto revolucionario. La propuesta programática con la que Hugo Chávez presentó su candidatura a la reelección en 2012, fue reiterada como Plan de Gobierno 2013-2019, y luego 2019-2025 por el Presidente Nicolás Maduro. No sólo se mantiene el rumbo del proyecto revolucionario, sino que el mismo goza de buena salud y a pesar de los estornudos, cada día se reafirma y se profundiza con el despliegue permanente que se hace desde el Estado-gobierno-partido-pueblo-Poder Popular.
Ahora bien, esa fórmula de la gobernabilidad revolucionaria la visualizamos en la reafirmación de la democracia participativa y protagónica, en el proceso de entrega del poder al pueblo a través de las comunas, que marca la construcción definitiva del poder popular que, a su vez, vienen siendo los procedimientos revolucionarios que permiten desarrollar esa fórmula de gobernabilidad revolucionaria de buena salud. A pesar de todas las presiones y los ataques planificados y ejecutados por la derecha y el imperio, la gobernabilidad de la revolución venezolana no se resquebraja, sino que al contrario se fortalece con cada evento coyuntural, con cada acción del gobierno y sus instituciones. Muy a pesar de las explicaciones burdas de los “sesudos de la derecha”, quienes insisten en hablar de caos y crisis terminal de la revolución, el gobierno sigue avanzando en la construcción de la gobernabilidad revolucionaria. Ni las descalificaciones, ni las amenazas ni las presiones podrán doblegar la voluntad del pueblo venezolano, militante de la causa justa.
Construyendo la gobernabilidad revolucionaria pasa por toda esa serie de acciones que viene emprendiendo el gobierno nacional, que en el marco del respeto ha sabido manejar todo ese escenario de violencia y de ataques por los sectores de la derecha, que cuentan con el apoyo de terroristas y poderosos sectores externos relacionados con el imperio, con el paramilitarismo y el terrorismo.
Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas /Investigador RISDI-Táchira