Humberto González Briceño
Las supuestas sanciones económicas aplicadas por los Estados Unidos y otros países contra el gobierno de Nicolás Maduro no han logrado el objetivo que pretendían. En teoría, estas sanciones consistirían en penalizar a empresas que hagan negocios con el gobierno venezolano afectando principalmente los relacionados con el petróleo.
La tesis es que al no poder recibir ingresos por renta petrolera, el gobierno venezolano no podría cumplir sus compromisos internos, afectando su capacidad para operar y eventualmente provocando su caída. Eso es lo que dice la tesis. La realidad ha resultado distinta y más compleja.
En la práctica, con la permisividad de los Estados Unidos, el gobierno venezolano se ha valido de toda suerte de intermediarios para seguir vendiendo petróleo y percibir ingresos por ello. Tanqueros petroleros chinos, rusos e iraníes van y vienen a las costas venezolanas, por aguas internacionales, ante la mirada indiferente de los Estados Unidos.
Y en algunos casos los Estados Unidos les han otorgado licencia a empresas norteamericanas para operar directamente en Venezuela a pesar de las sanciones, tales como la Chevron.
La corrupción que ahora supuestamente el gobierno de Maduro persigue en PDVSA en justamente derivada de operaciones diseñadas por el propio gobierno para vender petróleo en el mercado negro, aunque perfectamente vigiladas y toleradas por los EEUU.
Las sanciones internacionales y la corrupción en PDVSA han sido presentadas por el gobierno de Nicolás Maduro como la excusa para justificar el desastre económico en Venezuela. Pero si el gobierno no tiene los recursos suficientes para operar y cancelar sus deudas, no es culpa de las sanciones. Más bien habría que examinar el desmantelamiento de la industria petrolera venezolana que hoy espera por la intervención de las transnacionales norteamericanas para recuperarla.
La falsa oposición por su parte también acude en auxilio del chavismo alegando que las sanciones internacionales deben ser suspendidas porque afectan directamente a los venezolanos. Según esta postura, en Venezuela no hay alimentos ni medicinas por culpa de las sanciones.
En muy poco las sanciones económicas internacionales han afectado al gobierno de Nicolás Maduro, el cual sigue funcionando sin problemas. Esto se debe a que estas sanciones persiguen un efecto más retórico y simbólico para amenazar con otras, similares seguramente, en el futuro.
Es evidente que en Venezuela hay miserias y carencias, pero no por culpa de las inocuas sanciones aplicadas contra el gobierno. Las razones habría que buscarlas más bien en un régimen que tiene más de veinte años en el poder y ha dilapidado el tesoro nacional sin sentirse obligado a rendirle cuentas a nadie.- @humbertotweets