Las fronteras son un tema presente en los medios desde hace cerca de 50 años, pero con una contundente connotación negativa. Los centros nacionales de medios escritos y de TV de entonces, exigían reportajes negativos sobre las fronteras cada quince días, principalmente sobre la frontera colombo-venezolana. La razón principal era crear la imagen de un probable conflicto con Colombia, para estimular la compra de armas. Aunque los, políticos y gobernantes igual han abonado con sus discursos esa visión inconveniente y cercana a un genocidio cultural contra la frontera.
¿Pero qué es frontera? ¿Cómo surgen las fronteras? ¿Dónde empieza la frontera y dónde termina y cómo se relaciona o confunde con el límite? Así, al comenzar a acercarnos a esas indagaciones surgen muchas más interrogantes acerca del significado de frontera.
Se puede decir que la conciencia nacional, trastocada o convertida en opinión pública hace de la frontera un escenario colindante con la fantasía, se ha creado un mito, por tanto una visión sesgada. Se asocia la frontera a lo perverso, es la historia de la frontera mala, donde se destacan elementos de signo negativo y no se reconoce la circulación de los variados flujos que cruzan en diversas direcciones del límite internacional. A esa posición no se le reconoce sustento científico. Aquella corriente -que debe admitirse está muy generalizada- concibe que, en los territorios colindantes, en el caso de Colombia y Venezuela, solo impera el caos y la ilegalidad, con amplia secuela delictual y violenta. Hay fronteras terrestres con: la zona en reclamación de Guyana, Brasil y Colombia. ¿Cómo mirar esas tres fronteras? El 16 % de la población venezolana vive contigua a esos países, donde están las riquezas más importantes en el suelo y subsuelo, los mayores caudales de agua dulce, símbolos emblemáticos del espíritu y simbolismo nacional como el joropo y la gaita. Además, este territorio está pleno de significación política, entre 1899 y 1994 el país fue gobernado durante 63 años por presidentes nacidos en el fronterizo estado del Táchira. Desde esta frontera salió, en 1813, la primera campaña internacional de Bolívar, que a la vez fue su primer triunfo militar, la Campaña Admirable. Igual, en mayo de 1899, Cipriano Castro, tachirense, dirigió la Revolución Restauradora que terminó con las guerras civiles caudillescas y además creó las estructuras del Estado moderno.
En la frontera también habitan pueblos indígenas, quienes transitan a uno y otro lado de ese espacio desde hace mas de tres mil años, por considerarlo como parte del legado de su territorio ancestral.
Esa significación humana y regional tan amplia y trascendente que la frontera ha aportado y sigue aportando a Venezuela, no debe verse solo desde adjetivos discriminatorios o reducirla a asuntos de seguridad o contrabando; la frontera es un “tercer país” que merece otro trato.
Pero no solo es esa discriminación, hay más, muchos de quienes hablan de la frontera no saben que es esta. En el caso de la subregión Táchira-Norte de Santander, hay más de 30 vocablos para referirse a la misma realidad: Ámbito Fronterizo, Área Fronteriza, Centros Poblados Fronterizos, Circuito Fronterizo, Eje Fronterizo, Fachada Occidental (oriental, sur, oriental, marítima o sur y muchos otros).
Es obvio que el uso de tantas denominaciones significa que cada hablante podría tener una propia representación de la frontera. Pero en un conglomerado humano, como es el caso del Táchira, debe superarse esa imprecisión. Se precisa construir una definición clara, científica, política y humana que reivindique esa parte del país y demás fronteras. (Pável Rondón)