Pedro A. Parra *
Sí, amigas y amigos “Cuando la ignorancia se disfraza de conocimiento”, estamos ante la presencia del “Síndrome de Superioridad Ilusoria”. No importa cuál sea tu nivel de educación, salario o capacitación, siempre uno podrá aprender de cualquier persona, incluso de la que se pueda considerar “inferior”. La ignorancia humana es un tema de estudio bastante extendido, desde Sócrates hasta Darwin han intentado explicar por qué las personas más ignorantes se sienten superiores a los demás.
Una teoría ampliamente aceptada es el efecto Dunning-Kruger, diseñado por David Dunning y Justin Kruger y destramado en la Universidad de Cornell. Este efecto caracteriza un trastorno cognitivo en el que las personas que ignoran un tema determinado creen que saben más que aquellos que son estudiados y experimentados sin reconocerlo.Es decir, estas personas viven bajo un efecto de superioridad delirante, creen que lo saben todo y tienen una respuesta que por lo general carece de valor para cualquier cosa. Como dice el artículo de 1999 de Dunning y Kruger: “Las personas incompetentes a menudo son bendecidas con una confianza inadecuada, asegurada por algo que les parece conocimiento”.
Es así como las personas que padecen este síndrome están seguras de que su inteligencia y sus habilidades son superiores a la media, o al menos, son extremadamente buenos en lo que hacen, cuando la verdad es que pueden ser bastante mediocres. Es precisamente la ceguera de creer que ya lo saben todo lo que les impide aprender desde cero y ganar realmente más o mejor conocimiento.
Pero, esta mala percepción no sólo les afecta a sí mismos, sino también a quienes les rodea. Las personas con el efecto Dunning-Kruger no pueden reconocer el potencial en los demás y a menudo son los críticos más afilados (a pesar de que ellos son realmente mediocres). De esta manera, el síndrome está caracterizado por un egoísmo exacerbado.
Probablemente, mientras se lee estas líneas, uno empieza a recordar a una o más personas que ha conocido y que parecen estar pintadas en estas letras. Pero, hay que aprender también a ver con más claridad que estas personas pueden estar atrapadas en su propia ignorancia. No pueden, ni tampoco quieren, entender que no son superiores. Para aprender es necesario dialogar, y más importante aún escuchar. Una persona con el efecto Dunning-Kruger es en general una persona que no puede escuchar, está incapacitada para aprender.
El sociólogo de origen polaco ZygmuntBauman señalaba en una de sus últimas entrevistas que “el diálogo real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tú”. En ese orden, es necesario pensar que a casi nadie le gusta dialogar, pero hay personas que en definitiva están predispuestas a no hacerlo. De esa manera, no aprenden, no crecen, y por lo tanto, será difícil que realmente sean buenos en algo.
Como hecho anecdótico, he encontrado unos comentarios de Manuel Mandianes, que considero oportunos para finalizar este artículo. Estos días los políticos españoles hablan y hablan para ocultar lo que no quieren decir. Un día de éstos, escuché una entrevista a un político; luego, tomando café, un amigo me preguntó qué había dicho y no supe explicárselo, porque había hablado pero no había dicho. Antes, había estado leyendo en “El Quijote” lo siguiente: “Cuando habléis, dar a entender vuestros conceptos, sin intrincarlos ni escurecerlos”.
Otro día, me tocó escuchar a un político que soltó un discurso sobre el proyecto político del Gobierno para decir que el Gobierno no tiene proyecto. Y, cuando trató de explicar el proyecto de su partido, me vino a la cabeza aquello, también de “El Quijote”: “Los altos vuelos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza”.
Los políticos se deshacen en homenajes a los grandes escritores pero, o no los leen, o los leen y nos los entienden, o los leen, los entienden y pasan por el arco de triunfo lo que dicen. Los políticos, mientras el pueblo clama que constituyan Gobierno, están instalados en un delirio hermenéutico que hace sonrojar al más idiota, en su imaginario alejado de toda realidad, de todo el pueblo. Solo quien carece de sentido común, sentido de la realidad puede pensar que el pueblo es idiota y no tiene sentido común.
*Profesor