Opinión
Cuando la sangre es de una mujer maltratada, la herida es de toda la sociedad
2 de julio de 2020
Pedro A. Parra
Sin ética no hay civilización. Sin ética no hay futuro. Sin ética no hay posibilidad de crecimiento. ¿Por qué hemos de ser éticos?: Para que exista el mundo”. (Francesc Torrealba, 1967).
He decidido hablar de este tema; ¿por qué no hacerlo?; se trata de la mujer: mujer madre; mujer esposa; mujer hija; mujer hermana; mujer compañera… mujer para todo. Ella nos soporta; nos ama; nos ayuda; nos guía, nos da la mano en momentos en que caemos; limpia nuestras lágrimas cuando lloramos; comparte con nosotros nuestras angustias y preocupaciones, y, nos da ánimo, y trae a nuestras vidas el rostro risueño de un niño o una niña que va a marcar nuestra existencia.
¿Por qué la maltratamos? “El silencio del miedo nos hace cómplices, por omisión, de la barbarie, y, también de la violencia machista”. Nos hemos convertido en “sociedades del silencio”.
Hemos perdido en nuestro núcleo social y familiar, la sensibilidad, la cual nos permite ver con ojos de caridad y amor a todos los seres humanos que nos rodean; a veces, nos llamamos y, hasta sentimos que somos cristianos, y, nos olvidamos de las enseñanzas del ¡Señor! Por ejemplo, allí, muy cerca, tenemos la Parábola del Buen Samaritano: Aquella historia de un hombre que fue robado y golpeado, y, dejado por muerto, y, mientras yacía aferrado a la vida, varias personas de los grupos étnicos y comunidades, deciden no ayudarlo; lo pasan por alto; lo miran sin verlo; lo desechan, lo ven con desprecio; hasta que, finalmente, un Samaritano que no es tan prominente y tiene una visión religiosa diferente, le presta ayuda.
La parte más significativa de esta historia, es la de que este samaritano que tenía más diferencias con el hombre que había sido maltratado, no lo pasó por alto y lo ayudó, a diferencia de los compañeros que lo conocían. Esta parábola nos enseña acerca de la manera en que Dios quiere que nosotros interactuemos, que nos llevemos bien. Es muy preocupante lo que está pasando en nuestro país; todos los días se reportan mujeres maltratadas, asesinadas, vejadas, arrinconadas, abusadas. ¿Hasta cuándo ¡Señor! Estos abusos? ¿Hasta cuándo estos desmanes?
Pronto les voy a escribir sobre “Mirad a los Gansos”, para que se den cuenta cuán solidarios son estos animales cuando uno de ellos se enferma o es herido por un cazador; cómo aprovechan el aire para volar todos en forma de V; y, nosotros cuando más necesitamos de la solidaridad, del amor, de la ayuda, en un país que está maltratado y deshilachado por todos lados, producto de la falta de ética y moral asumimos, –buena parte de los compañeros- una actitud de odio y desenfreno en contra de nuestras mujeres.
Esta parábola del buen samaritano, aparte de su identidad cristiana, es una historia que representa nítidamente la experiencia ética, la vivencia de la compasión, el sentido de responsabilidad frente al otro que sufre. ¿Vivimos una crisis de valores? Los valores están en transformación, y, muchos de ellos han caído en descrédito; tenemos y debemos que aprender a vivir de un modo más responsable. ¿Las situaciones difíciles nos vuelven menos éticos? No debiera ser, aprovechemos estos momentos críticos para observar atentamente la pluralidad de reacciones de que es capaz el ser humano, incentivando la ayuda mutua, la cooperación, la solidaridad intra-grupal, la humildad, la austeridad, y la cultura del esfuerzo y del ahorro.
¡Cuando la sangre es de una mujer maltratada, la herida es de toda la sociedad! Basta ya de excusas, todos y cada uno de nosotros tenemos mucho que aportar para que esta infame situación termine de una vez por todas. ¡Manos a la obra y, no esperemos que haya más víctimas! ¡El mejor día para empezar es siempre hoy! No habrá una real y verdadera democracia mientras no exista una verdadera igualdad. Es tiempo de acción, no de silencio, y, toca fortalecer acciones para no ser cómplices de esta barbarie.