Opinión

Cuatro Dólares

4 de mayo de 2020

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José Guerra *

Cuatro dólares es el salario mínimo que devengan más de 2.500.000 trabajadores venezolanos, principalmente de la Administración Pública. El más bajo del planeta tierra. En el sector privado apenas un 10% de los trabajadores es remunerado con el salario mínimo. Según cálculos de consultoras privadas, el salario promedio de una muestra de empresas del sector privado, antes del aumento salarial anunciado el 29 de abril por Eduardo Piñate, ministro del Trabajo de Maduro, es cinco veces mayor que el salario del sector público. A los 2.500.000 empleados que laboran en el Gobierno, hay que sumar 4.500.000 pensionados del Seguro Social, quienes también reciben el salario mínimo. Si se incluyen los bonos, como el ticket de alimentación, el salario sube a US$ 8 mensuales, por ahora.

La remuneración mínima fluctúa al compás de la devaluación del bolívar y éste, refleja una clara tendencia a la depreciación, debido a la combinación de dos elementos. Por una parte, el apetito por divisas de los venezolanos que tienen superávit de bolívares y no desean que la hiperinflación le diluya su patrimonio y, por ello, se refugian en el dólar; y por la otra, la emisión descontrolada de bolívares por parte del BCV para financiar a un fisco que se le acabaron las fuentes genuinas de emisión de dinero y, por tanto, debe recurrir al expediente de la emisión inorgánica.

Hay un factor que no se debe obviar en el análisis de la depauperación de los salarios en Venezuela, y es el hecho que el consumo representa aproximadamente 70% del PIB y por ende, sin un poder de compra vigoroso, la economía no se va a reactivar. En consecuencia, con ese nivel del salario raquítico es imposible que la producción despegue, porque el crecimiento a corto plazo depende de lo que le suceda al consumo privado y éste, a su vez, está estrechamente relacionado con la masa salarial. Por todo lo expuesto, los bajos salarios se erigen como una barrera infranqueable para la reactivación de la actividad económica.
Ahora bien, para que un incremento salarial se traduzca en poder adquisitivo y no en mayor inflación, los bolívares con los cuales se paga ese aumento deben ser con moneda sana, es decir, deben provenir de la emisión orgánica de dinero. En otras palabras, que los bolívares correspondan a una tenencia de moneda extranjera por parte del BCV o por un financiamiento al sector privado que no sea inflacionario. La única forma de hacer esto en la Venezuela actual es recurriendo a un plan masivo de financiamiento externo, soportado por los organismos multilaterales de crédito, quienes hoy por hoy son las entidades que están socorriendo a los países en dificultades. Solamente así, dejarán los venezolanos de ganar cuatro dólares mensuales.

*Economista

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