La historia de la Isla de Cuba en el ámbito regional continental y en la dinámica internacional bajo el dominio de la dinastía de los hermanos Castro por más de medio siglo, significo el protagonismo de trascendentes acontecimientos que marcaron una época de la convivencia de la sociedad contemporánea. Cuba considerada por connotados analistas como un “Estado Parasitario” por la dependencia casi absoluta de otras naciones, el proceso de transición de una seudodemocracia se desarrolla con características específicas de ingredientes dictatoriales estatistas. Aproximarnos a la nueva época poscastristas parece una hipótesis probable, considerando que su sistema político socialista comunista como lo califico el mismo Fidel Castro, siempre ha estado sujeto a lo previsible de un modelo político cerrado. La demostración la encontramos en los diferentes sondeos de opinión en el habitante común del país sobre el nuevo gobierno, los resultados se esperaban y fueron de una poca importancia y de escepticismo ante el futuro de la emblemática nación caribeña.
En Cuba no es la ciudadanía sino el Estado que elige el nuevo gobernante y en esta oportunidad la elección presidencial por la Asamblea Nacional tiene elementos novedosos que podrían considerarse un preludio de una reforma que reproduce en sí mismo el sistema. El reciente proceso electoral de transición política en Cuba tiene sus particularidades que determinan las reglas a seguir por el nuevo gobierno sin el apellido de los Castro y reflejadas en las opiniones de los encuestados. Partiendo de que el nuevo gobierno se enfrentara a la creciente demanda de cambios dentro y fuera del ámbito de la isla con una deprimida situación económica y ante un proceso estancado de apertura a las relaciones con Estados Unidos, su archienemigo tradicional iniciadas en la época de Obama. Por primera vez la jefatura del Estado y del gobierno será diferente a la del partido comunista y la composición del Consejo de Estado y el Consejo de Ministros serán designados por el mismo Raúl Castro, presidente del Partido Comunista reservándose el control del Estado.
La elite comunista gobernante de Cuba, mediante una política inmediatista desarrolla procesos electorales que aparentan democráticos para hacerle ver al mundo sus tibias reformas institucionales, pero en el fondo se acercan al modelo de apertura de China con un férreo sistema autoritario. El intento de apertura con las relaciones con los Estados Unidos, sorprendió al mundo incluyendo a los países socialistas más comprometidos; sin embargo, el estatus del gobierno central se mantiene y la población dentro del esquema de la pobreza y la marcada desigualdad social. En los próximos meses seremos testigos virtuales de una propaganda dirigida a lograr mayor reconocimiento internacional de la transición política, en la búsqueda de inversiones para la débil economía cubana. En este sentido, el propio Raúl Castro ha manifestado que la reforma económica se ha detenido por la presencia de sectores internos con apetencias de mayor participación equitativa para la pequeña y mediana empresa cubana en una futura economía mixta el estilo imperial chino.
Es lógico pensar que si el Consejo de Ministros cubano, principal órgano ejecutivo del gobierno se renueva generacionalmente como el caso del nuevo encargado del ejecutivo, es posible que el proyecto reformista sea tomado con mayor dinamismo. Raúl Castro, desde la dirigencia del Partido Comunista con todos los poderes, moderador de las corrientes ortodoxas ancestrales del la burocracia ideológica, se la preservara por varios años y según sus expresiones hasta el 2021 cuando cumpla noventa años de vida. Amplios sectores de la sociedad cubana, intelectuales y académicos, reclaman los cambios en una sociedad en la que la mayoría nació después de 1959, viviendo solo el socialismo y la juventud de la revolución tecnológica del siglo XXI, reclamaran mayor autonomía y libertad ideológica.
Gral. de Brig. [email protected] y @rovirov