Opinión

Pasión por el Táchira | …cultura urbana

13 de julio de 2020

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Julieta Cantos


Así como todo hecho o creación realizada por el ser humano va conformando eso que llamamos cultura…de manera acumulativa además, porque a partir de algo prehecho, predicho, preconcebido, se van desarrollando nuevas ideas, nuevos modelos, nuevas propuestas, para mí, lo cotidiano va conformando la cultura urbana. Esa que vivimos todos los días en los espacios que ocupamos. Me encanta la arquitectura, porque la que yo estudie, en donde la estudie, y con quien la estudie, me hizo observar muy de cerca los cambios en la ciudad…que por supuesto son producto de las visiones de los que la habitan en gran medida, y de los que liderizan su conformación, crecimiento, propósito o despropósito.

Esa vida cotidiana que se materializa en el mundo que vivimos según las circunstancias, hace que la ciudad permanentemente se transforme, y pensamientos y/o acciones que a veces han sido rechazados, esas circunstancias hacen que los asumamos e incluso que los aupemos. Independientemente de ello, y como siempre lo he recalcado, debemos encontrar lo que nos une, para nuclearnos en torno a ello y mejorar nuestra “cotidianeidad”. De allí mi particular interés por la importancia del lenguaje, como instrumento para explicar lo que somos, enlazar de dónde venimos, hacia dónde vamos. Eso me permite señalar los diferentes lenguajes que existen y que manejamos incluso de manera inconsciente porque forman parte de nuestra crianza, y nos hacen más o menos sensibles, abiertos, propositivos…y siga. El lenguaje corporal, el musical, el coloquial, el urbano, el artístico, el numérico…todos ellos nos permiten comunicarnos, y en todos implícitamente están la cantidad y la calidad. Lo medible y lo sensible no medible. Todos nos permiten tener un punto de vista diferente, según lo que más desarrollemos. El reto para la humanidad, es lograr conciliar, enlazar lo medible y lo que no. Puedo incluso medir la música producida, pero cómo mido su calidad, según quien la mida, a quien llega…el placer que siente un músico, al producirla, ejecutarla, escucharla; el pintor que se maravilla cuando surgen los trazos en el lienzo vacío, igual que las páginas que se llenan de letras, que a su vez conforman sílabas, las cuales conforman palabras, y estas oraciones y estas párrafos, y estas documentos, libros. Los giros que produce una danza que puede ser silenciosa, venida de adentro o vinculada a una composición musical, creada por el hombre o por la naturaleza.

Eso es lo que nos diferencia…cuando producimos música, o cuando producimos ruido.

El ser humano, todo él tiene la capacidad de la inteligencia. El sistema educativo, producto de la sociedad en que vivimos, puede dar herramientas para desarrollarla, o cercenarla. Pero, todos tenemos la capacidad de decidir si queremos desarrollarla, independientemente de las herramientas aprendidas, podemos crear nuevas desde nosotros mismos, y nuestra particular visión de la vida.  Ese es el verdadero aporte que como personas tenemos la capacidad de generar, en este corto pero divertido tránsito vital. Y es divertido porque tenemos el poder de la decisión, somos quienes aportamos o negamos, decidimos si queremos ser conscientes o no, de qué manera queremos amar, producir…vivir…con cantidad o con calidad…o con las dos. El desarrollo del individuo, de su ser único, para incorporar a la humanidad, a lo colectivo.

He visto transformaciones en nuestra ciudad, producto de las decisiones asumidas individualmente y concentradas colectivamente.

He visto personas que se burlaban del concepto de huerta urbana, retomar la esencia de cultivar para su autoconsumo, producto de una situación que pudiera ser transitoria o no. Esa decisión permitió: a) sentirse productivo y útil. b)  rescatar espacios desaprovechados transformándolos en áreas productivas, limpias y por ende visualmente atractivas.

He visto convertirse islas de nuestras vías, en espacios llenos de flores y grama rescatados, producto de la decisión de vecinos colindantes a esas vías.

He visto comunidades que han incorporado a sus niños y jóvenes en la limpieza y rescate de sus áreas circundantes.

He visto gobernantes cuya obligación es para con la ciudad, y el ciudadano, hacerse la vista gorda por decisión propia, con acciones y declaraciones esporádicas.

He visto el rescate de espacios públicos por entes oficiales, que han motivado a que otros poderes se involucren en otros sectores.

He visto cómo personas por pura solidaridad, sin transporte, ni dinero, involucrarse en la atención a los connacionales que llegan de otros países.

He visto gente inconsciente que transita por las trochas, contaminando a quienes los reciben.

He visto músicos, que ofrecen sus conciertos vía digital por las redes, desde una decisión individual, transformándola en un concierto de muchos.

Sigo viendo, cómo se transforma mi ciudad, sigo gozando el impacto de los diferentes lenguajes en nuestra cotidianeidad.  Y yo, sigo decidiendo escribir desde mis adentros para compartir con los demás.

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