Opinión

Dante Alighieri en los secretos del cónclave

7 de mayo de 2025

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Néstor Melani-Orozco *

Geometri, sarti, contadini audaci,

nel vento salmastro cercavan radici.

Dai porti di Genova, dall’Elba al sole,

L’Italia li chiama, ma il cuore è già altrove»… …Escuché esta noche los simbólicos sonidos de «Altrove» y desde las albas de las multitudes volví a la presencia de los sueños… Cuán de peregrinos y migrantes buscan la tierra prometida.

Fue una preciosa mañana de Seboruco, donde los ensueños cristianos hacían de una oración al relicario de la beata Medarda del soldado mulato Piñero y sobre los aleros de aquel pueblo, palomas blancas adornaban de amor con los sonidos de las esperanzas. Entre casonas románticas y claraboyas para divisar la luna en las noches de estrellas… Yo vine esa mañana de 1987 a visitar al alcalde Don Rigoberto Vitto, el heredero del italiano Nicolai Vitto Pieruzzini, el sobrino de María Teresa Pieruzzini, la abuela de mi padre Pepe Melani, más adentro de la bandera toscana y más real que una leyenda. Pues entre mis pasiones venía de regresar de España aún con los sabores de la Llotja y de este encanto catalán.

Porque el pueblo de San Pedro de Seboruco siempre veneró a la Poetisa del Perú, santa Rosa de Lima. Esa mañana fresca y llena de clamores, el señor alcalde me llevó a conocer al Dr. Pedro Antonio Moncada Moreno, el sabio estudiante que fue del «Pio Latino», luego diplomático, y más tarde el secretario de la embajada venezolana ante el Vaticano y de ser asistente del Dr. Joaquín Díaz González, el eterno embajador ante la Santa Sede. Allí esa mañana Don Pedro Antonio Moncada Moreno junto a la hermosa profesora Gladis Contreras nos recibieron y el diplomático describió sus recuerdos desde su abuela «Mana Petra» y el corazón adentro de los hijos de Seboruco. De hablar de Antonio Rojas debutando de actor en el cine mexicano en “El Mártir del Calvario» de Julián Soler.

 … Rigo Vitto y Gladis Contreras se despidieron de nosotros y me dejaron con el ilustre mentor y testigo del momento de la firma de la Paz de la Segunda Guerra Mundial en Paris en febrero de 1947 donde entre los tantos testigos el hijo de Seboruco estuvo entre los firmantes… Hablamos de las artes y desde cada sentir salió a relucir el «Juicio Final» de Miguel Ángel Buonarroti en la capilla Sixtina del arquitecto Bramante. Entre los celos de Rafael Sancio y de las proclamas místicas y guerreras del Papa Julio II. Fue Don Pedro Moncada Moreno describiendo lo inmenso de Zacarias en la obra de Miguel Ángel como el momento de la creación del hombre a través de «Adán» donde el Padre eterno toca con su mano la mano del hombre venido del barro y en su otro brazo abriga a «Eva» entre ángeles y querubines más en el secreto del artista dejando allí en los frescos a su Vittoria Colomna la Poetisa, su amiga del alma. Todo estuvo allí en la conversación del Embajador de Seboruco.

Desde las Sibilas hasta las puertas del cielo. Fue llevarme hasta la inmensidad del fresco gigante del Juicio Universal, donde Cristo Redentor mira los siglos. Y sigue contemplando los cardenales del Cónclave para en invocaciones y juicios nombrar a los papas, los regentes de la Iglesia Católica. Fue de decirme de las reuniones con los diplomáticos ante Pio XII y nuestro embajador Díaz González analizar el perfil del Santo Padre y compararlo con la armonía de figuras en el gran mural del Juicio universal. ¡Cual Sorpresa! Allí entre tantas formas, con las figuras de los santos y el momento del despertar de los muertos, allí estaba el secreto del pintor, entre las edades; anunciando el surrealismo hace 500 años, donde se dejaba describir el perfil de Dante Alighieri, con su capucha de monje, mirando los pecados e implorando al divino maestro por la flor sagrada de Beatriz en «La Divina Comedia» donde Seboruco nunca lo supo y ni siquiera los tachirenses lo entendieron. Desde ese momento de descubrir al Dante en el Juicio final de Miguel Ángel, esa noticia fue que cambiaran los parámetros del arte italiano. Y Don Pedro Antonio Moncada Moreno escribió los textos de quien Díaz González le dictó con la venerada presencia de todas culturas. Ya Giorgio Vasari lo había descrito cuando un seguidor de Virgilio y amigo de Miguel Ángel le dijo que pintara en la obra al poeta Florentino Alighieri, y Miguel Ángel respondió: «Si lo llego a pintar será para que sea inmortal»… Hablaron los ecos y desde una luz eterna se consagraron los cónclaves para redimir a los humanos de la Tierra, para bendecir los reclamos del sabio «Franciscvs» el último Papa del 2025 con semillas de América.

Así conocí al ilustre hijo de Seboruco. De quien de amor ese año de 1987 volvía a su pueblito de encantos y nos dejaba allí en la casa del profesor Antonio Sánchez esta notable y sagrada historia. Días después llegó a mi casa un sobre, y contenía dos libros: uno en italiano, otro en español sobre el Descubrimiento de Dante Alighieri en el monumental fresco de la capilla de Sixtina y mucho más de beatitud del amor a un Dios de los justos. En esos días del encuentro en Seboruco con el ilustrado diplomático, me propuse a escribirle y a entender más adentro del alma todo el manifiesto de la obra más eterna del clasicismo de Roma. Y nosotros: Hugo Colmenares, Macario Sandoval, Hugo Rangel y mi persona fundamos «La Revista Cimarronera» para romper los silencios y desde sus páginas le dedicamos una memoria al «Embajador de Seboruco». Los años cruzaron y en una de mis visitas a Caracas, logré apreciar el piano de cola que el Dr. Moncada Moreno le regaló a la Galería de Arte Nacional, tan igual al manifiesto del Arte del mundo en los frescos sagrados del más insigne testigo de las edades artísticas del Vaticano.

Hoy Seboruco y el Táchira deberá ofrendar a su hijo ilustre los mayores testimonios de su ejemplo cristiano y de haber descrito la eternidad de Miguel Ángel en el cenáculo mayor de los cardenales para consagrar los cónclaves y donde Dios Omnipotente baja a bendecir los escarlatas de los verdaderos seguidores del cielo. Vinieron los recuerdos cuando fui con el pintor español Manuel de Lera y desde los testimonios aprendimos las edades. Mucho más el año pasado mi hija, Carmencita Melani, estando en la Capilla Sixtina me hizo saber sentir las intensidades de los testimonios de un mundo. «El Juicio Final» de Miguel Ángel consagró la simiente de los herederos… y desde mi ser aún llevo este recuerdo como un acto de la ilustración… para mostrarlo en los valores de la fe, como también en los ejemplos del mundo de las artes…

 *Artista Nacional. *Maestro Honorario. *Doctor en Arte. *Cronista de La Grita.

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