Como ciudadanos, estamos en el derecho no sólo de denunciar la grave crisis por la que está pasando nuestro país sino también poner nuestro granito de arena en lo que se refiere a las soluciones para salir de ella. Punto álgido ha sido el tema de la escasez de gasolina, que tantas incomodidades han traído tanto para los conductores que deben pasar horas y horas en las colas para en algo surtirse, como para el transeúnte que debe hasta colgarse de las ventanas del servicio de transporte público para llegar a su destino.
Pero eso apenas sí representa una parte del problema, pues otra radica en el hecho de que el negocio de la gasolina no solo trae pérdidas al país, sino que ha servido de lucro para un mercado negro, ilegal y fomentador de la corrupción por doquier. Ante este grave problema se hace necesario no meternos más mentiras sino considerar la posibilidad de una medida que si bien puede doler en principio al bolsillo del venezolano, luego tan sufrimiento se verá compensado cuando veamos un país que vuelve a un cauce de progreso beneficioso.
No es posible que sigamos manteniendo un precio artificial del litro de gasolina a 6 Bs cuando la misma se vende a 20 mil: ¡una diferencia de alrededor del 30 mil por ciento! Yo recomiendo a PDVSA que de una vez por toda equiparemos el precio al monto del mercado clandestino; y esto, aunado a una pronta reapertura de la frontera, puede tener un triple efecto positivo: primero, se beneficia el Estado al fortalecer una nada despreciable fuente de ingresos; segundo, recuperaríamos el efectivo almacenado en Colombia que obligaríamos a traer a los conductores del vecino país que aquí deseen adquirir la gasolina; y por supuesto, se acabaría de una vez por todas con el contrabando, que tanto atraso ha traído a la región. Solo esperamos los venezolanos que el Gobierno nacional termine con la ilusión de regalar gasolina, que ya no conlleva ningún beneficio para el venezolano y al contrario acarrea males mayores. (Antonio Villalobos León)