María Ninoska García de Morales
Los símbolos religiosos y culturales son esenciales en la construcción del tejido social. Representan herramientas para la cohesión, la identidad y la resistencia frente a las adversidades. La Virgen de La Consolación de Táriba, ícono fundamental para los tachirenses y católicos en general, trasciende su dimensión espiritual para convertirse en un símbolo que refleja tensiones entre lo sagrado y lo humano, lo individual y lo colectivo. Desde una perspectiva de Derechos Humanos, estos constructos nos permiten analizar cómo los símbolos fortalecen las comunidades, preservan su memoria y consolidan su dignidad.
La fe como pilar de esperanza y dignidad
La fe no solo conecta a los creyentes con lo trascendental, sino que también actúa como refugio emocional y motor colectivo en momentos de crisis. Para los devotos de la Virgen de La Consolación de Táriba, la fe representa una afirmación de dignidad humana y un elemento central de su identidad cultural. Este acto trasciende lo personal y se convierte en una expresión colectiva que une a la comunidad.
Desde los Derechos Humanos, la fe está protegida por el Artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que garantiza la libertad de pensamiento, conciencia y religión. En el caso de los tachirenses, la devoción a la Virgen de La Consolación no solo es un acto espiritual, sino también un ejercicio de este derecho fundamental. En momentos de incertidumbre, la fe también se convierte en un acto de resistencia que reafirma la capacidad humana para superar la adversidad a través de un símbolo compartido de esperanza y fortaleza.
Resistencia cultural como preservación de identidad
La resistencia cultural se manifiesta como una respuesta pacífica frente a las imposiciones externas que amenazan valores, tradiciones y derechos de las comunidades. La veneración a la Virgen de La Consolación, más allá de su significado religioso, es un acto de preservación cultural que conecta a los tachirenses con sus raíces y fortalece su sentido de pertenencia.
En este contexto, la resistencia cultural está vinculada a los Derechos Culturales, que garantizan el acceso y la preservación del patrimonio cultural. La Virgen de La Consolación no solo es un símbolo espiritual, sino también un emblema de la historia y las luchas de los pueblos andinos. Este tipo de resistencia, lejos de ser beligerante, reafirma la autonomía y la continuidad de las tradiciones frente a los desafíos de los tiempos.
La memoria colectiva como derecho y herramienta transformadora
La memoria colectiva es esencial para mantener las identidades comunitarias. En el caso de la Virgen de La Consolación, su historia y veneración son actos de resistencia frente al olvido y la exclusión. Esta memoria no solo preserva el pasado, sino que actúa como un puente hacia el futuro, permitiendo a las comunidades aprender de sus luchas y encontrar fuerza en los símbolos que las unen.
El derecho a la memoria, vinculado al Artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, protege la participación en la vida cultural y la transmisión del patrimonio. En este sentido, la devoción a la Virgen de La Consolación es un recordatorio de la resiliencia de los tachirenses y su compromiso con la dignidad y la justicia.
Reflexión final
La Virgen de La Consolación de Táriba es más que un símbolo religioso; es una expresión de fe, resistencia y memoria que ha acompañado a generaciones. Desde los Derechos Humanos, su veneración subraya la importancia de preservar los constructos culturales que dan sentido a las comunidades. En un mundo fragmentado, símbolos como este nos recuerdan la capacidad humana de transformar la adversidad en esperanza, dignidad y unión.
Doctora en Innovaciones Educativas (UNEFA). M.Sc. en Derecho Procesal Penal (ULA). Especialista en Docencia en Educación Superior (UCV) y Derechos Humanos (Unilibre-Colombia). Abogado (ULA). Exdirectora de Relaciones Institucionales de la Asociación Olímpica de Derecho Deportivo de Venezuela (AODDV). [email protected] . WhatsApp +58 426 3764194.