Opinión

“Descenso a los infiernos” vs. Vulneración del “salario constitucional”

2 de junio de 2024

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Pedro Morales

En un mundo lleno de incertidumbre y desafíos, surge una profunda reflexión sobre la búsqueda de redención, justicia y trascendencia. En esta ocasión, se revela un sorprendente paralelismo entre la descendida de Jesucristo a los infiernos y la cruda realidad de la constante transgresión del artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Por consiguiente, ¿en qué aspectos se asemejan el «descenso a los infiernos» y la sistemática vulneración del «salario constitucional»? A tal efecto, veamos el siguiente análisis:

El resplandor en la oscuridad: la redención en los infiernos

En el oscuro abismo de los infiernos, donde la eterna condena y el tormento reinaban, un rayo de esperanza se abrió paso. Jesús, el Hijo de Dios, descendió a las profundidades para llevar su amor y redención incluso a los más perdidos y desesperados.

A medida que sus pies tocaban el suelo infernal, el aire se llenaba de un silencio expectante. Las almas condenadas se agolpaban en torno a él, sintiendo una extraña sensación de paz y esperanza. Jesús, con su mirada llena de compasión, comenzó a recorrer los oscuros pasillos, donde las sombras se retorcían en agonía.

A su paso, las cadenas que aprisionaban a las almas se aflojaban y las voces de los condenados se alzaban en un coro de súplica y arrepentimiento. Jesús les ofrecía perdón y misericordia, brindándoles una oportunidad de redención. Las lágrimas de los condenados se mezclaban con las lágrimas de alegría y alivio, mientras Jesús los abrazaba y les susurraba palabras de consuelo.

En medio de este acto de amor y redención, la Virgen María, la madre de Jesús, nuestra auxiliadora y consoladora, estaba presente en espíritu y en el corazón de aquellos que encontraban la gracia de su Hijo. Su amor maternal se extendía a todas las almas, ofreciendo consuelo y esperanza en medio del sufrimiento.

En su camino, Jesús se encontró con figuras históricas y mitológicas, cada una con su propia carga de pecados y sufrimientos. Los poetas, los filósofos, los reyes y los caídos se arrodillaban ante su presencia, sintiendo el peso de sus errores y buscando la salvación. Jesús, con su infinita sabiduría y amor incondicional, les mostraba el camino hacia la redención y les ofrecía la oportunidad de encontrar la paz en medio del tormento.

Los fuegos de los  infiernos se apagaban a su paso y las almas encontraban un nuevo sentido de esperanza. La oscuridad se volvía menos opresiva bajo la luz divina que emanaba de Jesús y que fluía a través del amor maternal de la Santísima Virgen. Cada alma tocada por su gracia experimentaba un renacimiento, encontrando consuelo y una segunda oportunidad.

Finalmente, llegó el momento de partir. Jesús ascendió de vuelta a los cielos, dejando atrás un rastro de esperanza y transformación en aquel oscuro reino. Las almas, ahora llenas de gratitud y fe renovada, sabían que incluso en las profundidades más oscuras, el amor y la misericordia de Dios, a través de la intercesión de María Auxiliadora, podían alcanzarlas.

La necesidad urgente de garantizar un salario digno en Venezuela

El concepto de un salario suficiente va más allá de la mera subsistencia. Reconocemos que un salario adecuado no solo debe cubrir las necesidades básicas, sino también permitir el desarrollo y la autorrealización del individuo. Es fundamental que el trabajo sea retribuido de manera justa, contribuyendo al bienestar y crecimiento personal de los trabajadores y trabajadoras. Vivir con dignidad implica no solo satisfacer las necesidades básicas para prolongar la existencia biológica, sino también tener la oportunidad de desarrollar el potencial humano y experimentar una vida plena y significativa.

Además, es importante destacar que la dimensión mental, emocional y espiritual se correlaciona con la dimensión física. Cada aspecto de nuestra vida influye en los demás y es fundamental para nuestro bienestar integral. Nuestra salud mental, emocional y espiritual impacta directamente en nuestra calidad de vida y en nuestra capacidad para enfrentar los desafíos diarios. Del mismo modo, nuestra salud física afecta sin duda alguna  nuestra salud mental, emocional y espiritual.

Cuando tenemos un salario suficiente que cubre nuestras necesidades básicas, podemos enfocarnos en el desarrollo de nuestra mente, nuestras emociones y nuestro espíritu. Esto nos permite cultivar relaciones saludables, buscar el crecimiento personal, encontrar un propósito significativo en la vida y alcanzar un mayor bienestar en general. Por lo tanto, es esencial reconocer la interconexión entre la dimensión mental, emocional, espiritual y física, y trabajar para equilibrar y nutrir cada una de ellas en busca de una vida plena y satisfactoria.

Por otra parte, el principio de igual salario por igual trabajo, arraigado en la idea de justicia y equidad, es esencial. Sin embargo, es importante señalar que remunerar a dos personas de la misma forma cuando tienen diferentes tipos de formación, especialización y responsabilidades resulta injusto e inequitativo. Si bien el principio busca garantizar la igualdad de oportunidades y el trato justo en el ámbito laboral, es fundamental reconocer que el valor y la complejidad del trabajo pueden variar en función de la formación y la experiencia de cada individuo.

Por tanto, una remuneración justa y equitativa debe tener en cuenta estas diferencias, reconociendo el valor agregado que aporta cada trabajador  en función de su capacitación y responsabilidades. Así, se promueve un ambiente laboral inclusivo y respetuoso, donde se valora y recompensa adecuadamente el esfuerzo y la contribución individual. Al mantener este equilibrio, no solo se fomenta la motivación y el compromiso de los trabajadores, sino también se garantiza la estabilidad y el buen funcionamiento de las organizaciones.

Asimismo en lo que corresponde con el contexto actual, donde el costo de la canasta básica supera ampliamente las posibilidades económicas de la mayoría de los trabajadores, es imperativo que el Estado garantice un salario mínimo vital ajustado anualmente, tomando como referencia el costo real (no superfluo ni maquillado) de dicha canasta básica. Esta medida es fundamental para asegurar que los trabajadores y trabajadoras puedan satisfacer sus necesidades básicas y tener una calidad de vida adecuada.

Sin embargo, es preocupante observar cómo algunas políticas actuales han llevado a embargar los salarios de los trabajadores a través de la sistemática tarea de pagar bonos sin implicaciones sobre los beneficios laborales. Esta práctica, en lugar de garantizar un salario digno, ha generado un mayor estrés financiero para los trabajadores y trabajadoras, quienes ven mermada su capacidad para cubrir sus necesidades básicas y enfrentar los desafíos económicos actuales.

Dado que nos encontramos en plena campaña electoral, es imperativo exigir que todos los candidatos desde ya se comprometan a elevar el salario mínimo a lo establecido en el artículo 91 de la Constitución. Es necesario que los aspirantes a cargos públicos comprendan la urgencia de esta problemática y se comprometan a tomar medidas concretas para garantizar un salario digno y justo para todos los trabajadores y trabajadoras del país.

Finalmente, cada trabajador merece un salario justo y digno, y retener o defraudar ese salario es una injusticia que clama al cielo. En medio de las dificultades económicas y laborales que enfrentamos, no podemos olvidar que detrás de cada empleo hay un ser humano con sueños, esperanzas y responsabilidades. Todo salario representa una oportunidad para sostener una familia, alimentar a los seres queridos, educar a los hijos y construir un futuro mejor. Negar a alguien un salario digno les arrebata la posibilidad de vivir con dignidad y priva a sus seres queridos de una vida plena.

Paralelismos entre el descenso de Jesucristo a los infiernos y la vulneración del artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela

Ambos eventos pueden ser vistos como situaciones en las que se anhela la redención y la liberación de la opresión. Jesucristo, en su descenso a los infiernos, se convierte en el faro de esperanza para las almas justas, ofreciendo una oportunidad de salvación y redención. De forma similar, la transgresión sistemática de dicho artículo busca superarse para conseguir la redención y justicia para los trabajadores y trabajadoras cuyos derechos laborales han sido afectados.

En estos paralelismos, la lucha contra la injusticia es un elemento fundamental. Tanto Jesucristo como la transgresión del artículo 91 enfrentan el mal y la injusticia, ofreciendo una luz de esperanza en medio de la oscuridad. Asimismo, ambos casos buscan trascender la opresión y la falta de cumplimiento de los derechos laborales, con el anhelo de construir una sociedad más justa y equitativa.

La búsqueda de trascendencia es otro aspecto que une estas dos realidades aparentemente distantes. El descenso de Jesucristo a los infiernos se considera un acto de trascendencia que permite la redención y la salvación, elevando las almas justas hacia una dimensión superior. Análogamente, el quebrantamiento constante del “salario constitucional” busca trascender la opresión y la falta de cumplimiento de los derechos laborales, con el anhelo de construir una sociedad más justa y equitativa.

En medio de estos procesos de transformación y renacimiento, surge la idea de rescate y liberación. Jesucristo, en su descenso a los infiernos, rescata a las almas justas de la angustia y abre la puerta hacia un nuevo comienzo. Paralelamente,  la lucha por el cumplimiento de este artículo 91 busca liberar a los trabajadores y trabajadoras de la opresión y el desasosiego  causado por la falta de respeto a sus derechos laborales.

Un elemento crucial en estas analogías es la búsqueda de justicia y equidad. El descenso de Jesucristo a los infiernos es considerado un acto de justicia divina, rescatando a las almas justas de la opresión y brindándoles la retribución que merecen. Similarmente,  este atropello continuado clama por la justicia y equidad para los trabajadores y trabajadoras, asegurando que reciban un salario digno y vivan con dignidad.

En estas situaciones, también encontramos una búsqueda común: la liberación del martirio. Jesucristo, al descender a los infiernos, libera a las almas justas de la aflicción  en una muestra de compasión y amor divino. De forma homóloga, este agravio recurrente busca liberar a los trabajadores y trabajadoras de la desdicha causada por la falta de respeto a sus derechos laborales, brindándoles la oportunidad de vivir una vida plena y digna.

En estas similitudes, encontramos un llamado a la unión y la solidaridad. El descenso de Jesucristo a los infiernos une a la humanidad en la redención y la salvación, recordándonos nuestra conexión y responsabilidad hacia nuestros semejantes. Igualmente, la lucha por el cumplimiento de esta normativa  une a los trabajadores y trabajadoras en la defensa de sus derechos, en la búsqueda de condiciones laborales justas y en la construcción de una sociedad más equitativa.

En última instancia, estos paralelismos nos invitan a trascender la dualidad y encontrar una mayor unidad y armonía. El descenso de Jesucristo a los infiernos trasciende el bien y el mal, ofreciendo la posibilidad de redención y salvación para todas las almas. Equiparablemente,  este incumplimiento “institucionalizado” nos reta a trascender la división entre empleadores y empleados, en busca de una relación más equitativa y armoniosa en el ámbito laboral.

En conclusión, el descenso de Jesucristo a los infiernos y la vulneración sistemática de un artículo constitucional en Venezuela comparten sorprendentes semejanzas en términos de la búsqueda de redención, justicia y trascendencia. Ambos eventos nos desafían a luchar contra la injusticia, a buscar la liberación del abatimiento  y a promover la solidaridad y la equidad. En esta búsqueda, encontramos una oportunidad para transformar nuestra realidad y construir un mundo más justo y humano.

“¡Al final el Inmaculado Corazón de la Virgen María triunfará!”

P.D. Artículo de la próxima semana: “El impacto de las remesas en la economía venezolana: implicaciones fiscales, recaudación de impuestos y efecto multiplicador”. Resumen de ponencia en: https://www.instagram.com/p/C7nJrxYJf_E/  

Proyecto educativo: “Salve María Auxiliadora, economía de la salvación y de la felicidad verdadera”. Predicador-Declamador Mariano. Conferencista: Economía Transpersonal-Cuántica. Postulante a Rector de la Universidad Nacional Experimental del Táchira. (UNET) [email protected]  X: @tipsaldia / Instagram: @tipseconomic  / WhatsApp: +58-416-8735028

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